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Asuntos familiares XIX

34 años antes

Narrador omnisciente.

El frío del invierno ha llegado y el tiempo de celebraciones ha finalizado, las personas del bosque encantado se refugian en sus hogares y esperan que la leña los caliente de esta helada temporada. Se creen seguros en sus casas sin prever los vientos de guerra que abrazan lo congelado del aire; ya que una Reina de solitario corazón estaba apunto de cometer un error.

La joven de cabello azabache había sufrido irreparables perdidas últimamente, había olvidado como se sentía estar viva lo único que la acompañaba del alba al anochecer era el dolor, pensó en algo que aún estuviera en este mundo que la hubiera hecho sentir otra cosa y recordó el día de su boda y lo que experimentó al arrojar a su madre por ese espejo, no podía odiar a Cora a pesar de todo el daño que le había causado, pero gran satisfacción sintió en su alma cuando usó aquella desconocida magia, se encontraba en una completa frustración por su situación en desventaja al enfrentar ciertos dilemas de su nueva vida, estaba en una posición donde no tenía voz ni voto, paso de ser la prisionera de su madre a la prisionera del rey, así que después de analizarlo por un tiempo que pareció eterno tomó la decisión de invocar al hechicero que le regalo aquel espejo.

Después de decir las palabras escritas en aquel libro, el hombre de piel escamosa y dorada entró en una nube de humo a su habitación.

—Estuve esperando pacientemente este día, Regina— habla el mayor.

—¿Lo hacía?— enmarco una de sus cejas esperó una respuesta pero no la obtuvo el hombre sólo se dedica a examinarla de arriba a abajo—Señor Rumplestilskin yo estuve reconsiderando su oferta.

—¿Y entonces querida?— se acerca y con su mano izquierda juega con uno de los mechones alborotados del ondulado cabello de la joven.

—Quiero que me enseñe a usar la magia.

El espectro se ríe con un tono bastante agudo enseñando los afilados dientes que hacen que la joven Reina se queda asombrada detallando su aspecto sombrío mientras él aplaude repetidas veces.

—Entonces, querida debemos empezar de inmediato — hace un ademán con su dedo índice dejando ver las afiladas uñas y con esta afirmación Regina traga en seco.

Presente.

Blanchett le indica con la mano que tome asiento, pero el de cabello dorado vacila antes de sentarse en la silla de aquella cafetería.

La pelinegra lo mira con ojos destellantes, siendo ella la que siempre lo iba a visitar en el hospital, sintió una conexión instantáneamente cuando lo conoció, pero se vió bastante desalentada cuando se descubrió que el apuesto hombre estaba casado, decidió mantener su distancia pero aún así no lograba sacar de su mente al tan galante rubio.

—¿Cómo está todo, David?— toma un sorbo de su café— ¿Qué tal te has adaptado? Escuché que ya conseguiste trabajo.

—La verdad es que muy bien Mary Margaret, el trabajo está bien mantiene mi mente ocupada.

La de ojos azules golpea sus uñas contra la mesa una y otra vez y toma una bocanada de aire para pronunciar las siguientes palabras —Y bien ¿Cómo está Katherine? ¿Qué tal las cosas en casa?— la presión de su pecho se libera luego de hacer la gran pregunta.

El acomoda sus hombros para atrás en una señal de incomodidad, pero igualmente responde a la pregunta —Yo me separé de Katherine.

Los ojos de la mujer se iluminan y trata de controlar la sonrisa que quiere esbozar así que se aclara la garganta —¿En serio? ¿Y cómo te sientes con eso?— pone su mano sobre la de él y hace un gesto en señal de empatía.

Una jóven y encantadora manzana Where stories live. Discover now