Con Kronos no se juega P2.

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— Vege, sabes lo que están haciendo estos pibes, ¿no? — interrumpí al mejor de repente.
— Lo sé, creo que vamos a conocer a ese tío después de todo — me susurró.
— ¿Ya está entonces? Aunque tratemos de huir nos va a pillar como tontos en el bosque — dijo Alexby, muy molesto.
— Creo que no vamos a poder huir de esto. Con suerte no nos quitará todo lo que tenemos, pero debemos de ser precavidos entonces — traté de calmar las aguas.
— Entonces, ¿a dónde nos está llevando, Rub? — preguntó Quackity.
— A la base.

El resto del camino nos estuvieron interceptando cada que queríamos desviarnos por alguna parte del bosque. Nos estaban encaminando inevitablemente a la base militar. No podíamos huir de ello y esperaba que al menos lo que nos hicieran no fuese tan grave como parecía, pero no teníamos opción mas que ceder. En mi mente esto no era para nada lo que quería que nos pasara, pero dadas las circunstancias y puesto que no teníamos otra opción más que caminar tuvimos que hacer caso de los avisos indirectos de todos aquellos que nos cerraron los caminos.

A lo lejos, y después de una hora caminando o más, alcancé a ver nuestro destino, así como un grupo bien armado y "un chingo de gente" como diría Quackity. Eran los tíos que nos interceptaron en múltiples ocasiones, todos reunidos al fin. De repente, entre todo ese tumulto apareció Kronos, tarareando una canción que no entendía para nada, y viéndonos con una sonrisa victoriosa en la boca la cual odié bastante. Seguro el hombre me reconoció por mi cabello y ropa, ya que se dirigió específicamente a mí después de al fin aparecer ante nosotros.

— No sabía que había mudanza hoy — dijo con voz grave.
— Eso no le incumbe — afirmó Vegetta.
— ¿Saben? No me gusta cuando mis presas huyen, es algo molesto. Seguramente alguien les advirtió sobre mí y mi gente.
— ... — no dijimos nada.
— Hagamos una cosa. A diferencia de lo que parece, somos buenas personas, y yo soy un tipo razonable una vez que me conocen. En serio. No me gustaría que se fueran y nos dejaran, sería una lastima, siempre agradecemos la compañía en estas tierras tan solitarias. Tengo entendido que tienen una fortaleza de hierro cerca del lago, ¿cierto?
— Teníamos — dije indiferente.
— No tienen porqué huir de ella. Hagamos algo. Qué tal si se quedan en su bonita fortaleza, nos dan sus provisiones...50% de ellas, ya que soy generoso, y lo siguen haciendo por los siguientes años hasta mi muerte, ¿les parece adecuado? ¿Acaso no mola mi plan?
— Nos parece una puta mierda — Quackity no se contuvo, eso me hizo sentir escalofríos en el pecho.
— Vaya, nunca me habían hablado así — sonrió —, me agradas muchacho. Bien, tengo un plan b, uno que tal vez este mas a su...altura. El plan b consiste en llevarmelos de aquí por la fuerza a mi hogar. Seguro les gustará, su amigo de cabellos necios ya lo ha visto, ¿a que es lindo, no?
— Eso es sólo la fachada — dije molesto.
— Irán, les guste o no, ahora son de mi propiedad, de alguna forma. Y ya que no quieren volver a su antiguo hogar tal vez disfruten de vivir en el mío. Rubius, por favor, diles a tus amigos lo que hay en Collado, lo sabes de sobra.
— Hay... — quería insultarlo diciendo algo como "hay un un puto idiota como dueño", pero sentía que si hacía algo como eso empeoraría las cosas aún más. Ya estaba cansado de llevar a mi gente hacia hoyos que yo mismo estaba cavando —, hay un pueblo, muy lindo. Todos conviven entre ellos, tienen provisiones, hacen fiestas, reuniones, esas cosas.
— ¿Lo ven? Hogar dulce hogar. Además ahí hay chicas, unas muy hermosas por cierto que me encantaría que aceptaran ser mis esposas, pero de momento no lo he propuesto — Kronos intentaba hacerse ver como el hombre más importante en esas tierras.
— Hagamos algo, medallitas — Vegetta se mofó de sus medallas militares que colgaban del pecho —, te damos absolutamente todo lo que tenemos, pero nos dejas ir, y no nos persigues jamás. Es mi plan c si lo quieres ver de esa forma.
— Eso le quita lo divertido a esto, no puedo aceptar tal trato. Como dije, me pertenecen ahora. Y sepan que conmigo, con Kronos, no se juega — enfatizó cada sílaba de esta última frase, como si quisiera que no lo olvidáramos.
— Nada te pertenece en e'te bo'que, rufián — Lolito se quejó.
— Eso está por verse — su semblante cambió a total seriedad —. Venga chicos, traigan a nuestro nuevos amigos a casa. Joder, que sólo se hacen los difíciles, pero les aseguro que les va a encantar mi hogar. Venga, que no les tiemblen las bolas por esto.

Todos los que estaban protegiendo a Kronos y la base se acercaron a nosotros con rifles y armas largas en mano. No íbamos a avanzar de forma fácil si nos oponíamos, y sabía que mis amigos no iban a ceder tan fácil como yo, así que caminé hacia enfrente de mi grupo y hablé con esos tíos de Kronos.

— Ellos van a seguirlos — refiriéndome a mi grupo —, todos vamos a seguirlos, solo cálmense y no hagan algo estúpido, y mi grupo no hará nada estúpido también — en realidad no me constaba que fuesen a cumplir esa parte del trato.
— Caminen entonces, idiotas, que se nos hace de noche — dijo uno de los tíos.
— Rubius... — Quackity sonaba molesto y asustado a la vez.
— Escuchen, son demasiados — me dirigí a todos —, no podemos combatir algo como esto. O hacemos lo que Kronos nos dice, o lo perdemos todo, y a todos. No pienso dejar que nadie quede fuera, o que algo le pase a alguno de ustedes. Son mi familia y lo saben, ya no cometeré más errores. Éste será el último, pero será el error que nos mantendrá vivos.

Nadie se opuso a mis palabras, nadie me insultó ni me dijo cosas crueles. Nadie se burló ni me echó la culpa por lo que nos iba a ocurrir. Todos fueron simplemente callados por mis palabras y llevados a un estado casi de sonambulismo. Nadie habló, nadie rezongo, sólo me siguieron. Me sentía ahora como el líder de todos, pero lo hacía porque quería tomar responsabilidad por encima de lo que había ocurrido, no quería más problemas. De repente, en un haz de oscuridad y después de haber caminado un poco más reconocí las afueras de Collado Villalba. Las luces del pueblo empezaban a lucir mas fuertes a medida que el sol iba desapareciendo en el horizonte. Estaba aterrado pero a la vez feliz por esto que estaba ocurriendo, al menos tenía amigos en el pueblo que no nos abandonarían y nos ayudarían a adaptarnos, estábamos seguros aquí aunque tuviéramos una deuda.

— Me encanta el olor de pueblo en riquezas por la tarde — gritó Kronos en regocijo —. Seguro que les dará gusto a las doncellas verte de nuevo, Rubius.
— El gusto será mío en realidad — respondí sólo para no meterme en problemas.
— ¿Doncellas? ¿Se refiere a las amigas de Nieves y todo eso? — preguntó Quackity.
— Sí, ellas mismas. Ahora me deben algunas explicaciones, por cierto.


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Intervención Parte 2 (Completada) | Rubckity Where stories live. Discover now