La chica de mi chico.

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Me la he pasado divagando bastante entre lo que vale la pena y lo que no, entre lo que debería ser y lo que no. Desde que llegamos hoy por la tarde me he cuestionado el motivo por el que seguimos vivos, la razón de estar aquí con chicas, cada uno gozándola en grande. Ojalá pudiera averiguar más que las canalladas de ese pibe, pero Kronos no parece el tío al que puedes hallarle motivos razonables sobre algo. En fin, que le jodan. Haremos nuestra parte y, cuando las cosas mejores, tal vez nos iremos de aquí cagando ostias. Por mientras, me toca ser el chico listo, y fingir que esto que tenemos funciona. Debe funcionar.

...

A la mañana siguiente me levantó el dulce olor de unos panqueques recién horneados que provenía de la cocina, algo súper extraño en realidad. El aroma era tan sutil que apenas y pude recordar cómo olían esos desayunos, puesto que llevaba siglos sin probar uno solo. Me froté los ojos y después me levanté del sillón. Nieves estaba en la cocina, era casi como un sueño de la vida utópica que alguna vez pude haber tenido cuando joven, sólo que no lo imaginaba en realidad con ella, sino con Quackity.
Me estiré y después me levanté del sofá para ayudarle en algo, lo que sea, ya que no quería verme como un machista y patán que sólo la observaba cocinando sin actuar. Ella me miró fijamente al notar que había movimiento proviniendo desde la sala, y sonrió al verme por primera vez recién despierto. Yo sólo me limité a acercarme y ser cortés.

— Buenas — dije en medio de un bostezo.
— Buenos días, colega. ¿Te despertó el olor del desayuno?
— Admito que sí, ¿son lo que creo que son?
— Si, sé que te gustarán, tengo talento en cocinar panqueques.
— No lo dudo — admití con una sonrisa en el rostro —, ¿hay toppings o algo para ponerle?
— Seguro en la alacena, ven a ver.

Caminé por detrás de la chica hacia el mueble sobre la estufa. Ella trató de moverse un poco para que yo pudiera pasar, aunque no podía alejarse tanto de la estufa sino el siguiente panqueque se chamuscaria. Traté de ser rápido buscando lo necesario, hasta que di con miel de maple. Serviría. La bajé de la alacena y después se la mostré orgulloso, mientras ella sonreía al verme así de contento.

— ¿Te mola esto?
— No me imagino los panqueques con otra cosa — admitió. Ambos reímos y nos quedamos juntos en la estufa un momento.
— ¿Puedo preguntarte algo? — dije.
— Si, adelante.
— ¿Por qué haces todo esto por mí? Creo que ni el mismísimo Vegetta hubiese sido tan considerado conmigo en el pasado.
— Creí que ya lo sabías — dijo sin voltear a verme.
— Se me ocurren ideas, pero quiero oírlo de ti — en realidad no se me ocurría una mierda.
— Rubius... — apagó la estufa y dejó el último panqueque en un plato, servido —. Quiero que tu experiencia en el pueblo no sea tan mierda — ¡ala, vaya boquita!
— Vale, me sirve la explicación.
— ¿Quieres desayunar ya? O vas a hacerme otra pregunta de esas.
— Voy a desayunar porque me estoy muriendo de hambre — tomé ambos platos y los llevé hasta el comedor. La chica sólo camino contenta detrás mío.

Comimos entre risas y relatos de nuestra vida pasada y lo divertida que era la existencia misma. Estábamos más felices que el día anterior, y aunque no podía olvidar el trato que nos había dado Kronos a mis amigos y a mi la noche anterior al menos ya no me atormentaba. Al contrario, aunque mi vida estaría condenada a la esclavitud al menos tenía un mejor hogar y una mejor comida, o al menos quería convencerme de eso. Era lo más cercano a la realidad que teníamos antes de que el mundo se fuese a la mierda y eso me valía para estar de buen humor. Lo único que me hacía falta eran mis amigos comiendo junto conmigo.
Cuando terminamos, yo me ofrecí a lavar los platos y utensilios. Nieves sólo ayudó a poner los ingredientes de nuevo en su lugar. Lo más divertido de todo ello fue cuando intentó poner la miel de maple en la alacena, era tan pequeña que no alcanzaba a colocarla dentro. Dejé de hacer mis cosas y tomé la miel para ponerla en su lugar. Ambos nos quedamos juntos de esa forma riendo por la escena tan graciosa. Se limitó a girar para darme las gracias y yo le dediqué un guiño de complicidad. El espacio entre ambos era demasiado reducido, aunque no pareció importar en realidad. Después me di la vuelta para seguir haciendo mis tareas.

— Oye, ahora sí que puedo verte la cara — dijo divertida.
— ¿Cómo?
— Tu ojo hinchado, ya no está — caminó hasta mí tratando de mirarme de nuevo, como si antes esos acercamientos no hubiesen sido suficientes.
— Ah, es verdad — dije divertido —, ahora sí puedes observar mi fealdad en HD.
— ¿QUE DICES? Pero si luces bien, muy lindo y atractivo.
— Para ya, que mentir se te da fatal.
— No miento, apuesto a que cuando salgamos las demás dirán lo mismo.
— Puede ser, la verdad es que no me la creo, pero si tú lo dices debe ser por algo — sacudí mis manos después de cerrar el grifo del agua.
— ¿Quieres salir a ver a tus amigos? Seguro que estarás más calmado ahora que haz descansado.
— Quiero y a la vez no, siento que les he fallado muchísimo.
— Bueno, tarde o temprano Kronos los iba a descubrir, tal vez estando aquí las cosas sean más sencillas.
— ¿Eso crees? A mí me suena que nos partiremos la espalda tratando de pagar esa deuda.
— Bueno, les costará trabajo, eso es claro, pero Kronos a veces puede dejarse llevar por el buen humor y sólo quitarles lo que considera no necesitan.
— Entiendo, bueno, habremos de adaptarnos.
— Claro que sí, ya les ayudaremos en ello. Ahora vamos, salgamos de aquí.

Asentí con la cabeza y ambos salimos de la casa. Todo se parecía de nuevo como a la primera vez que había llegado a Collado, lleno de mucha felicidad y gente por todos lados. La gente con la que nos topamos Nieves y yo aquella vez nos saludó como si no hubiesen sido testigos de los maltratos que recibimos de Kronos y su gente. Aquí todos olvidaba fácil. Al salir, noté que mis amigos ya estaban fuera de casa, y esto me ayudó a entender el orden en que fueron acomodados todos:

1) Vegetta, quien era el más próximo a mi casa, al parecer había dormido esa noche con Akira, quien parecía tener toda la personalidad del mayor. Debía admitirlo, si Vegetta no tuviese algo con Willy juraría que Akira era su novia de años.
2) Fargan, el segundo más próximo a mi casa estaba partiendo el hielo con Dulce. Ella reía divertida, escuchándolo decir todas esas palabrerías que usualmente decía. No dudaba que ambos sí que hubiesen tenido intimidad, es decir, era el más intenso de todos nosotros, aunque ahora que estaba con Alexby no me constaba si su fidelidad habría nacido o no.
3) Lolito estaba completamente sola, tal como ya me había comentado Nieves el día anterior.
4) Alexby venía completamente callado caminando junto con Alexa. Se me hacía curioso cómo ellos dos coincidían en el nombre y en la casa ahora. Alex no parecían contento, e incluso le miró feo a Fargan al notar lo que estaba haciendo. No lo culpaba, yo habría actuado igual.
5) Willy se había quedado con Cristina, ambos parecían modelos de revista, juntitos. Quedaban bien, como la mejor dupla del universo, sin duda.
6) Mangel estaba con Mónica. Me apiade de él, ya que Mangel teniendo ese temple tan ligerito y Mónica siendo una guerrera misma del amazonas eran los que, en mi opinión, menos coordinaban.
7) Quackity fue el último en salir de casa...

Intervención Parte 2 (Completada) | Rubckity Where stories live. Discover now