Capítulo 13: Plantar.

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Las noches, los días, todos ellos eran contados en aquellos cálculos inexpertos y esos inmensos discursos del bien y el mal. Todo ello, todo lo qué un juez debía proclamar antes de dar una sola sentencia. Patético sí lo consideraba.

- En un principio, el condado sentenció a la señorita Addams con una suma de 2 años en la correccional nacional de los Estados Unidos, hasta que su mayoría de edad le permitiera cumplir su verdadera condena. Pero después de juzgarlo con detenimiento, todos acordaron que la señorita Addams podrá continuar con su libertad (con la supervisión debida) hasta que su mayoría de edad le permita cumplir su condena; la cual dicta 20 años de prisión por cometer homicidio en primer grado... - aquel juez miró hacía su público, sintiendo aquellos escalofríos que lo escaldaron cuando esa familia de locos lo miró días antes del juicio - co... Con libertad condicional - finalizó, golpeando aquel mazo sobre su base.

- Libertad condicional... - susurró.

- Escuchó bien, querida - le respondió aquel abogado del diablo, el mismo anciano que respaldaba hasta en las últimas a su familia.

Ella le ignoró y caminó hasta aquella oficial que la liberó de una vez por todas, aunque... Ella extrañaria aquel dolor de muñecas; sin mencionar las enmarcadas rojas sobre las mismas.

- No te metas en problemas - escuchó a esa joven policía mencionar. - Mucho menos con el hijo de Galpin - le advirtió.

Merlina alzó una ceja antes de mirar a esa mujer irse del lugar. ¿Qué quería decir con ello?

Esa pregunta debía esperar, ella aún se encontraba en esa cuna de leones cautivos. A su alrededor todos le juzgaban, a excepción de una mirada conocida, acomplejada con un toque de cerezas en su expediente.

- Mí pequeño escorpión - fue lo primero que le dijo su padre al mirarla.

Sin mencionar aquel abrazo forzoso.

A su lado se encontraba esa mujer, aquella de tantos disturbios.

- No planeaba verte tan pronto - mencionó con esa falsa sonrisa plasmada en el rostro.

- Yo tampoco - respondió.

Sin mencionar mucho más, esa mujer de estética le dio el paso hacía aquella salida, directo a la fosa natural de los cuervos. Pero antes de llegar a esa limusina, escuchó algo gratificante.

- ¡Tú!

No había necesidad de mirar hacía aquella dirección, ella sabía a la perfección de quién se trataba.

- Se supone que los perdedores lloran en silencio - le respondió al escuchar aquellos pasos en la cercanía. De a poco giró sobre sus pies y preguntó - ¿O se trata de un juego de adultos incompetentes?

Aquel hombre de anchas arrugas y afiladas manchas le miró con ese rencor, el mismo que ella disfrutaba provocar en todos los seres habidos y por haber, en ese mundo de horrendas coloraciones.

- Esto no ha acabado - sentenció. - Podrás ir por ahí asesinando a quienes quieras, pero siempre estaré ahí; en cada asesinato te encontraré y haré que esa suma de años aumente hasta el día de tú muerte - le amenazó - el día en que cumplas 18 años, también estaré... Yo te llevaré ante el juez y veré que sufras en esas rejas - declaró.

Sumando aquel movimiento intermitente entre sus señalaciones, interpretaba una milésima de crímenes por cometer en sus años de libertad condicional.

- Baja ese dedo - ordenó.

Galpin miró fijamente al desertor de aquella exclamación; con ese bigote rebosando lo ancho de sus mejillas, de baja estatura y con una firme postura, Gómez alzó el mentón.

[WEDNESDAY] Inner wolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora