Cap 1

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Tallaba con fuerza los pisos de la gran casa, ya eran las 2:32 de la madrugada y ya deseaba terminar, tenía sus manitas lastimadas por el fuerte líquido de limpieza que estaba utilizando, hubiera acabado rápido con un trapeador pero no, su madre la hizo que utilizara un trapo. Enid estaba cansada, tenía hambre y a un le dolía la cachetada que le había dado su madre en la mejilla, la mano de la señora a un estaba marcada en su rostro, su madre la había castigado por tomar una simple y estúpida galleta recién horneada, galletas que fueron echas por ella misma.

Flashback

La chica de bonitos ojos azules oceánicos sacaba sonrientemente la charola de galletas del horno, se quitaba los guantes de cocina para poder agarrar y probar una de sus galletas.

–Tienes que ganártela primero Enid–Hablo su madre agarrando la mano de la chica, estaba apunto de llevarse la galleta a su boca.

–Pero madre yo misma las hice–Le comentó a su madre.

–¿Estas diciendo que solo tú puedes comértelas solamente porque fueron echas por ti?–Reprocho la señora Esther, tirándole la galleta de las manos.–Todos los ingredientes que ocupaste para estas galletas ¿Fueron compradas por ti? Responde ¿Tú los compraste Enid?–

Enid miraba tristemente la galleta tirada en el piso, desde hace horas esperaba con ansias probar una galleta. Martha Julia, una mujer alta y peliblanca que tenía tiempo trabajando en la residencia le había enseñado hacer ricas galletas con chispas de chocolate, sus favoritas.

–¡¡SLAAP!!–La cachetada había llegado a una de sus mejillas, la señora Esther la agarro del cabello haciéndola mirar a su miserable cara.

–¡¡MÍRAME GUANDO TE ESTE HABLANDO Y RESPÓNDEME EN CUANTO TE HAGA UNA SIMPLE PREGUNTA!!–La mujer hizo que se arrodillara a dónde la galleta estaba tirada en el piso echo pedazos, mientras la sujetaba fuertemente de su cuello.

–Me lastimas madre–Decía Enid con lágrimas en los ojos.

–¡Entonces respóndeme cuando te lo pida y no seas estúpida! ¿Son tuyas esas galletas?–La señora volvía a preguntar.

–No madre, las hice con los ingredientes que aquí mismo encontré, ahora por favor suéltame me estás lastimando–Enid rogaba a que la soltara, las largas uñas de su madre comenzaban a enterrarse en su piel.

–Comete la galleta–Exigió la mujer.

–¿Que?–Enid estaba asustada por lo dicho.

–¡Maldita sea Enid! No me hagas repetirte las cosas dos veces ¡QUE TE TRAGUES LA MISERABLE GALLETA!–Enid agarro la galleta con sus manos, estaba por comérsela hasta que su madre volvió hablar.–Así no, comételo como si fueras un perro, sin utilizar las manos.–

Enid volvió a dejar la galleta al piso, empezándolo a comer como si un perro fuera mientras su madre la observaba.

–Será la única galleta que comerás, así que disfrútalo–Dijo Esther.

En cuanto Enid terminó de comerse la galleta, su madre le dijo que debería de limpiar los pisos, dijo eso mientras se iba a alguna parte, Enid se dirigió al pequeño cuarto donde se aguardaban los artículos de limpieza sacando el trapeador y un líquido limpiador de pisos de aroma frutales, Enid fue por agua y en cuanto volvió encontró a su madre con su vestido favorito en manos.

–No necesitarás el trapeador y esa agua perfumada, no quita la suciedad del todo a los pisos, usarás esto–Señalaba el ácido muriatico y su vestido que tenía en manos.

–¿Estás bromeando cierto?–Pregunto la triste chica señalando su vestido preferido.

–¿Por qué debería de hacerlo? Es el mejor trapo que encontré mucho mejor limpiador que una jerga, además es parte de tu castigo estúpida niña–Dijo con malicia la mujer.

Condenada a ti (Wenclair)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora