Descansa en Paz, Goku!

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El cuerpo de Goku, postrado en aquel cráter desolado, se desvaneció lentamente como si fuera una ilusión efímera. Sus amigos, inconscientes y malheridos, no notaron su partida silenciosa. Todo lo que quedaba era el eco de su espíritu valiente y la melancolía que envolvía el lugar donde había luchado hasta el último aliento.

En el Otro Mundo, Goku se encontraba nuevamente, rodeado por la familiaridad de aquellas tierras celestiales. Enma Daio-Sama, con su sabiduría divina, le otorgó el privilegio de mantener su cuerpo, un reconocimiento por su legado heroico y su sacrificio honorable en batalla.

Goku, con un semblante reflexivo, abandonó el castillo de Enma Daio-Sama y encontró un lugar apartado donde sentarse.

Sentado en aquel lugar tranquilo del Otro Mundo, Goku experimentaba una mezcla de emociones que lo envolvían como una bruma densa. La tristeza por su partida de la vida terrenal se entrelazaba con un sentimiento de liberación, como si una pesada carga hubiera sido aliviada de sus hombros.

Recordaba las duras batallas del pasado, momentos en los que la muerte había acechado sus pasos de cerca. Revivía la llegada de King Cold y la intervención providencial de Trunks del futuro que lo salvó de una muerte segura. También rememoraba la muerte de sus amigos a manos de Cell, y cómo Vegeta había intervenido en el último momento para evitar un destino cruel.

En su mente, resurgían los oscuros días de su depresión, una etapa en la que la desesperanza parecía envolverlo por completo, y cómo la guía y tutela de Shin lo habían ayudado a superar aquellos momentos difíciles.

Finalmente, en sus reflexiones, Goku se daba cuenta de una verdad dolorosa pero innegable: su propia existencia era un imán para los problemas que amenazaban la vida en la Tierra. Desde la llegada de King Cold y los androides hasta la aparición de Cell y, más recientemente, el enfrentamiento con Bills, cada uno de estos desafíos había puesto en peligro la seguridad del planeta que amaba.

Goku, inmerso en sus pensamientos, respiró profundamente y cerró los ojos, sintiéndose nuevamente abrumado por la tristeza que lo envolvía. Antes de dejarse llevar por ese sentimiento, una mano cálida y reconfortante tocó su hombro. Al abrir los ojos, se encontró con la mirada reconfortante de su amigo Krilin, quien estaba acompañado de Piccolo, Yamcha, Ten Shin Han y Chaoz.

El corazón de Goku se llenó de alegría al ver a sus queridos amigos. Con lágrimas en los ojos, se levantó y abrazó a cada uno de ellos, sintiendo una profunda gratitud por su presencia en ese momento tan difícil. Las palabras apenas podían expresar la emoción que fluía entre ellos, pero en ese abrazo silencioso, encontraron consuelo y fuerza mutua.

Mientras tanto, en el desolado planeta rocoso, Gohan, Vegeta y Trunks del futuro yacían al borde de la muerte, sus cuerpos maltrechos como testigos mudos de la feroz batalla que habían librado contra Bills.

En ese momento, una nave de la Patrulla Galáctica que estaba patrullando cerca del sistema solar captó las vibraciones de la intensa pelea y se dirigió hacia el lugar donde la batalla había tenido lugar. A bordo de la nave se encontraban Merus y Jaco, quienes rápidamente examinaron la zona y encontraron los cuerpos heridos de los guerreros Saiyajin.

Con cuidado, Merus y Jaco trasladaron a los heridos a bordo de la nave, reconociendo la urgencia de la situación. Mientras lo hacían, Vegeta, luchando contra el dolor y la oscuridad que amenazaban con consumirlo, logró distinguir las figuras de los que vendrían en su ayuda, reconociendo en ellos a aliados en un momento de necesidad desesperada.

Después de un viaje angustiante, Gohan, Vegeta y Trunks del futuro finalmente fueron llevados a la base de la Patrulla Galáctica, donde recibieron atención médica urgente.

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