Parte 20

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Louis se miró al espejo, sonriéndole a su reflejo cuando vio todo lo que le hizo feliz. Harry también apareció allí, en el espejo, detrás de él con una sonrisa enamorada en sus labios y sus manos abiertas para tenerlo dentro.

—Amor —Besó su mejilla y Louis se giró, riendo y acariciándose el estómago con una mano. Harry tocó por encima de la suya—, ¿no te levantaste para ducharte pero sí para verte al espejo?

¿Qué está mal contigo?

Louis rodó los ojos y dejó que Harry lo guiara a su nido, que había crecido demasiado por culpa de ambos. El omega había comprado demás en línea y Harry se había paseado con timidez por tiendas que curiosamente quedaban cerca de su trabajo.

—Es que —Hizo un puchero y dejó que el alfa le cubriera la desnudez—, eso es más difícil, alfa. Puedo caerme en la ducha.

Harry rodó los ojos, bufando y recordando cómo las veces anteriores había llevado a Louis en sus brazos, llorando, solo porque no quería ducharse. La excusa de que tenía frío ya no servía demasiado después de que el alfa colocara un calentador en su habitación.

—Está bien, omega —Volvió a besar su mejilla y Louis se aferró a su cariño, alzándose hasta que sus brazos estuvieron en su cuello.

—No me dejes hoy —Su puchero fue besado por el alfa—, no me siento bien.

—¿No? —Harry corrió el cabello sobre la frente del omega, frunciendo su frente y analizando su rostro—. ¿No me estás mintiendo otra vez, verdad?

Louis había buscado excusa para no bañarse así como excusas para que Harry no fuera a trabajar después de haber vuelto. La primera vez lloró tanto que Harry tuvo que correr a buscarle agua cuando fingió ahogarse con sus lágrimas; el alfa intentó llamar a la ambulancia hasta que Louis lo confesó.

—No me siento bien en serio, alfa —Lo acercó más, sus mejillas sonrojándose por sus mentiras—. No me dejes hoy.

El alfa gruñó y lo dejó pasar, echándose a su lado y dejando que Louis colocara con dificultad una pierna encima de las suyas. Dejó que le olfateara el cuello y que se aferrara a su camisa, lo poco que su gran panza de siete meses le dejaba.

Harry sonrió, girándose y abrazando su cintura. Louis solo gimió ante su toque.

—Se están moviendo ahora —dijo en queja.

—Sh sh —Harry le siseó a su vientre, acariciándole en el lugar donde Louis le indicaba.

Louis arrugó su naricita, suspirando cuando los golpes disminuyeron. A veces, le pateaban tan fuerte que Louis se negaba a tocar su estómago como "castigo", luego lloraba y se acariciaba, hablándole a su vientre con miles de disculpas saliendo de sus labios. Harry le había dicho que dejara de hacerlo las tres primeras veces, luego simplemente lo dejó.

Lloraba por todo, y Harry lo amaba cada vez más.

Los llantos dieron su inicio al primer movimiento de los bebés. Habían estado desayunando y Louis se quejaba de su jugo de naranja, exclamando que estaba muy agrio para él y sus hijos. Harry trató de calmarlo en vano hasta que el omega se levantó, diciendo que lo tiraría. Entonces, el vaso cayó al suelo y Louis comenzó a llorar con mucha fuerza, sollozando y mirando con pánico a Harry.

El alfa, con toda mala experiencia, se acercó y lo analizó de pies a cabezas, comenzando a llorar a la par de él. Había sido solo una patada... Uno de los bebés habían pateado, y Louis se la pasó toda la noche despierto esperando a que el movimiento se repitiera.

—Oh, por cierto —Louis golpeó el hombro de Harry con fuerza.

—¿¡Ahora qué!? —Se quejó el alfa, una mueca en sus labios.

—¿Por qué no has alistado a maleta para el parto? —El omega frunció su frente—. ¿Por qué tengo que hacerlo todo yo?

Harry volvió a rodar los ojos y miró al techo de la habitación, suspirando y temblando a la vez.

—La haré hoy —le indicó, para nada seguro.

Louis notó su voz como habría notado la ausencia de la luna al amanecer.

—La haré yo —dijo en un susurro, levantándose sobre sus codos y mirando a su alfa directo a los ojos—. Si no estás listo, lo haré yo, alfa.

Harry negó, una de sus manos acariciando la cintura de Louis con concentración.

—Es solo que... —Se encogió de hombros—, tengo miedo aún.

El omega no dijo nada, solo hundió una de sus manos a los cabellos largos de su alfa, aspirando el aire necesario para que las palabras pudieran salir de sus labios.

—¿Qué anda mal? —le preguntó en voz baja—. Todos los médicos han dicho que estamos bien, que el embarazo dejó de ser riesgoso hace mucho tiempo.

Harry negó.

—El parto lo sigue siendo —Evitó en todo momento mirar a sus ojos—. Sigue estando esa maldita palabra entre nosotros, Louis.

Louis se recostó en su pecho, su estómago quedando fuera cuando solo pudo recostar su cabeza sobre Harry.

—¿Por qué estás pensando en eso? —preguntó con notable enojo—. Es solo una posibilidad que no tiene mucha fuerza. Han dicho que existe la posibilidad, no que la hay ya, ¿no me han estado yendo bien en los exámenes?

—Sí —Acarició su espalda desnuda, cerrando sus ojos y tratando de ignorar sus pensamientos negativos—. ¿Estás seguro de...? ¿En serio tiene que ser en casa, Louis?

El ánimo creció cuando Louis se volvió a levantar de su pecho, como un resorte, y chilló de alegría. Ambas manos fueron directo a su estómago, asintiendo con fuerza y con esa sonrisa de seguridad en sus labios.

—¡Por supuesto que sí! —exclamó todo sonriente. Hasta Harry terminó sonriendo de solo verlo—.

Un parto en casa nos ayudará en nuestra privacidad. Además de que no quiero alejarme de mi nido

—Un enorme, exagerado puchero—, ¡y la marca! ¡También ayudará en la marca! Harry gruñó, cubriendo sus ojos y lanzando su cabeza hacia atrás.

—¡No me hagas así! —Louis golpeó su pecho con su puño—. ¡Tiene que ser en ese instante!

—Está bien, omega —Con ojos cerrados y corazón abierto, Harry tocó el vientre de Louis encontrando sus manos en el camino. Acarició debajo de sus dedos, sintiendo otro movimiento de los bebés que les decían a ambos que estaban allí, que crecían con las palabras que Louis susurraba todas las noches antes de irse a dormir, que se movían con los cantos de Harry cuando su omega se dormía sobre él—. Está bien, omega.

Y todo estaba bien. Louis sonreía, lloraba de alegría y saltaba por todas partes, luego se quejaba del dolor de sus pies, de las patadas de los bebés dentro de él y de la ausencia de Harry cada vez que salía a trabajar. Estaba todo bien cuando Louis se miraba al espejo y le decía a Harry dónde quería su marca cuando estuviera dando a luz.

Estaban bien.

You & I | Larry StylinsonWhere stories live. Discover now