Una soñadora es una ganadora.

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NARRADOR OMNISCIENTE

Era jueves y ya estaban Biza, Mari y la Nona montados en el avión.

Después de estar unas horas esperando para abordar y publicando historias en forma de broma al otro, en plan "aquí con el bizacrack" y "aquí con la Marihuana", por fin estaban sentados y con los cinturones bien puestos.

La abuela de la ojiazul fue la que más tiempo permaneció despierta. Observando a su nieta y pensando.

Mari era una chica muy linda, muy simpática, muy talentosa.

Pero ella, como todo el mundo, tiene sus debilidades. Giulia sabía muy bien que cada vez que su nieta se quedaba callada y miraba a la nada era que estaba soñando despierta, y lo hacía muy seguido.

A María le gustaban muchas cosas. Le gustaban las peliculas, le gustaban las candelas, le gustaba la moda, le gustaba el maquillaje y le gustaba el fútbol.

Pero a ella le encantaban solo 2 cosas.

La música y soñar despierta.

Mari tiene una imaginación increíble que hace que su cerebro nunca pare de maquinar. Pensando en posibles canciones, en como hubiese sido su vida si se hubiese hecho futbolista profesional, en cómo estarán sus amigos y familiares, en viajes a todas partes del mundo, en hacerse las uñas como las de Emilia...

Pero en lo que más pensaba era en:

"¿Cuándo voy a enamorarme de verdad?"

Y sí, Mari ya había tenido 1 novio, Constantino, y alguno que otro casi algo. Pero nunca se terminaba enamorando de ellos, si no de la idealización que tenía de ellos.

Y no, ella no culpaba a los chicos con los que estuvo, porque al final del día era ella quien los dejaba y era ella quien sufría las consecuencias de su propia imaginación.

"Tal vez de tantas canciones de amor que escribo, lo termino manifestando" era la conclusión a la que llegaba después de estar un rato pensando en ello.

Ella merecía un amor sincero, alguien para amar por su esencia, sin pretender que sea otro. Y así, seguirá soñando, anhelando el día en que un ser digno de su amor y dedicación llegue a su vida.

En efecto Giulia había visto a su hermana menor, Claudia, crecer. Había visto a su hija Matilda crecer y había visto a su nieta María crecer. Y ella en lo más profundo de su ser se veía reflejada en Mari.

Porque eran tan parecidas, no solo fisicamente, sino que en personalidad que hasta chocaba.

El sueño de Giulia era ser diseñadora de modas.
Su sueño era crear bellos vestidos y abrigos para que bellas mujeres modelaran sus diseños.

En el seno de su familia, la tildaron de soñadora, pues ¿qué probabilidades había de que una joven boloñesa, de clase media, cuyos días parecían dedicarse a la escuela, al diseño, al bordado y a hojear revistas de moda durante horas, se convirtiera en la próxima Coco Chanel?

Era probablemente de 1 en 1 millón. Pero si algo era cierto, era que Giulia Colombo tenía bastante suerte. Suerte con los muchachos, suerte con las notas, suerte con las ventas en el restaurante de su familia y bastante suerte con el destino.

Si bien cuando se casó con Lorenzo Moreti, que era un doctor recién graduado proveniente de una familia adinerada de Venecia, que era un hombre apuesto y que era 8 años mayor que ella, ya no era solo su familia que les daba por tachar, ahora era todo el mundo que se haya enterado los que la tachaban de interesada, de busca fama y de nuevo, de soñadora.

PRÓFUGOS POR AMOR [Kimi Antonelli]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora