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El sol brillaba sobre los terrenos de Hogwarts mientras los estudiantes se dirigían hacia el Gran Comedor para el desayuno. Astoria Malfoy caminaba con paso decidido, pero su rostro reflejaba una mezcla de nerviosismo y determinación. Sabía que tendría que enfrentarse a su padre esa mañana,ya que sabía que iba a ir a hablar con Dumbledore y no estaba segura de cómo reaccionaría ante la noticia de su amistad con los gemelos Weasley.

Al llegar al Gran Comedor, Astoria buscó con la mirada a su padre entre los profesores que ocupaban la mesa principal. Finalmente, lo encontró sentado con expresión severa, revisando algunos documentos.

Sin dudarlo, se acercó a él y le entregó una carta que había escrito esa misma mañana. Su padre la miró con ceño fruncido antes de abrir la carta y leer su contenido. Astoria esperaba con el corazón en un puño mientras su padre leía las palabras que había escrito con tanto cuidado, explicándole lo que días atrás Draco le habia relatado por medio de una carta sobre su nueva amistad con los gemelos Weasley.

Al terminar de leer, el rostro de Lucius Malfoy se endureció aún más, y sus ojos centellearon de furia. Sin decir una palabra, dobló la carta con brusquedad y la guardó en el bolsillo de su túnica.

- ¿Qué significa esto, Astoria? -dijo finalmente, con voz fría y cortante-. ¿Cómo te atreves a asociarte con los Weasley's, esos traidores a la sangre?

Astoria tragó saliva, manteniendo la mirada firme.

- Papá, sé que los Weasley's tienen una reputación... cuestionable -comenzó a decir, tratando de mantener la calma-, pero Fred y George son diferentes. Son buenos chicos y...

- ¡Basta, Astoria! -interrumpió Lucius, levantando la voz-. No quiero escuchar más excusas. Los Weasley's son enemigos de nuestra familia y de todo lo que representamos. No quiero verte cerca de ellos nunca más, ¿entendido?

Astoria asintió, sintiendo un nudo en la garganta. Sabía que no podía desafiar abiertamente la autoridad de su padre, pero también sabía que no podía renunciar a sus amigos tan fácilmente.

Mientras tanto, en otro rincón del Gran Comedor, Amelie se encontraba charlando animadamente con algunos compañeros de Ravenclaw. Se había hecho rápida amiga de Elisabeth y de  estudiantes de su casa, quienes la habían recibido con los brazos abiertos, aunque supieran cómo era su familia.

Sin embargo, su felicidad se vio interrumpida cuando Draco Malfoy se acercó a su mesa, acompañado de un par de amigos. Con una sonrisa burlona en el rostro, Draco se inclinó sobre la mesa de Amelie, mirándola con desdén.

- ¿Qué crees que estás haciendo, Lestrange? -dijo con voz arrogante-. ¿Acaso no te hemos dicho que no debes mezclarte con la escoria de Gryffindor?

Amelie sintió un escalofrío recorrer su espalda, pero se obligó a mantener la calma. Sabía que Draco era un provocador nato y no quería darle el gusto de verla molesta.

- No veo por qué debería limitar mis amistades por el linaje de mis compañeros de casa -respondió con firmeza-. Además, los gemelos Weasley son personas maravillosas, y me alegra tenerlos como amigos.

Draco frunció el ceño, evidentemente molesto por la respuesta de Amelie. Antes de que pudiera replicar, uno de sus amigos lo llamó desde otra mesa y él se vio obligado a retirarse, pero no sin lanzarle una última mirada llena de desprecio a Amelie.

Aunque se sentía un poco intimidada por el encuentro con Draco, Amelie se sintió reconfortada al saber que tenía el apoyo de sus amigos de Ravenclaw. Sabía que enfrentaría más desafíos en el futuro, pero estaba decidida a mantenerse firme en sus convicciones y seguir adelante con valentía en su camino en Hogwarts.

Luces y Sombras en Hogwarts: El Camino de AmelieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora