Capítulo 52 (p2) Bastión de Tormentas.

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                            Parte 2.

La noche había caído sobre el cielo en Bastión de Tormentas, envolviendo a todo el castillo en la oscuridad. El rugido del viento y el estruendo de los rayos golpeando contra las almenas se mezclaron con los rugidos de Vhagar cuándo Aemond Targaryen cruzó las murallas y aterrizó.

Eñ príncipe descendió e inmediatamente se presentó a los temerosos guardias que observaban al dragón con terror. Aemond desconocía el recibimiento que le darían, pero Bastión de Tormentas lo acogió con los brazos abiertos y un inesperado festín.

Una vez que estuvo instalado se encaminó hacia el gran comedor del castillo en dónde se llevaría a cabo su agasajo. Cuando ingresó al salón, entre las sombras distantes vislumbró la figura de Lord Borros Baratheon, sentado en la esquina superior de la mesa. El rugido de un trueno acompañó el sonido de las botas del príncipe mientras avanzaba hacia el señor del castillo.

Sin embargo, Aemond también pudo percatarse que el hombre no estaba solo. Entre las sombras, pudo distinguir otras figuras: las hijas de Lord Borros estaban allí.

Un resoplido de disgusto casi salió involuntariamente de su boca cuando Lady Maris Baratheon le clavó la intensa y oscura mirada sin disimular ni un poco el desdén y el rencor que sentía por él.
Por fortuna, aquella joven le importaba muy poco, así que se centró únicamente en el jefe de Casa quién se dirigió a él:

—Es bueno verlo de nuevo, príncipe. —soltó Lord Borros, sin perder su típico tono altanero.

—Lo mismo digo, Lord Borros. Agradezco su recibimiento en esta noche. —respondió Aemond con un tono cortés, aunque su mirada continuaba siendo seria.

El hombre le asintió con un gesto de cabeza, evaluándolo con interés.

—Es un honor tener al jinete del dragón más grande entre mis muros.—alagó, buscando iniciar la conversación.

Aemond aceptó el cumplido con un asentimiento de cabeza, consciente de que la habilidad con Vhagar era su carta de presentación más poderosa en aquel momento.

—No se quede ahí, tome asiento. —ordenó Lord Borros señalando el lugar vacío a su derecha.

Aemond acató la orden y se sentó. Segundos después, las cuatro jóvenes imitaron sus gestos y se unieron a ellos en la mesa.
Aemond podía sentir una filosa mirada clavada en él pero aquello no le importó. Había venido a cumplir su tarea y lo que Lady Maris pensara de él no le interesaba en absoluto.

—Sé a lo que ha venido.—comentó Lord Borros una vez que empezó a comer. —No crea que las noticias de la muerte de Viserys no han llegado hasta aquí. Y por lo que me han comentado no se ha coronado a ninguna Reina... no de momento.

Aemond se mantuvo imperturbable. Tomó un sorbo de vino y habló:

—Vengo en representación de mi hermano, el Rey Aegon, para pedirle unirse a nosotros en su lucha por el Trono de Hierro. —anunció, dejando claro de una vez el propósito de su visita.

Las hijas de Lord Borros lo observaron  en silencio. Pero solo una de ellas sonrió con cinismo.

Lord Borros por su parte permaneció en silencio, como si estuviera considerando las palabras de Aemond. Finalmente, alzó la mirada y se encontró con su ojo.

—Mi lealtad siempre le pertenecerá a la Casa Baratheon. De eso no tenga duda alguna. —dijo señalándolo con su dedo regordete. Aemond no se inmutó ni un poco. —Pero también soy un hombre pragmático. ¿Por qué debería unirme a su causa en lugar de mantener la fidelidad de mi casa a la princesa Rhaenyra? —inquirió.

𝕽𝖊𝖉 𝕮𝖗𝖔𝖜 || Aemond Targaryen Donde viven las historias. Descúbrelo ahora