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—Felicidades, la casa es suya—

Asintió, mientras se levantaba de su asiento con un rostro tranquilo.

—Fue un gusto hacer trato con usted, Sr. Kurogiri—

El nombrado solo asintió, mirando al otro con una sonrisa sincera.

—Espero que la casa sea de su agrado, si ahí algún inconveniente no dude en comunicárselo a mi secretaria—

—No se preocupe, se lo comunicaré si es así—

Esbozo una sonrisa y después hizo una reverencia al otro.

—Hasta luego, Kurogiri—

***

La casa estaba bien a decir verdad, era grande y con muy buen diseño. Aún así, solo quería un lugar tranquilo y que no conlleve problemas.

Aunque el beta peliazul le había hecho saber que el lugar era tranquilo, los vecinos eran mayores de edad por lo que no había mucho ruido constantemente y menos habían problemas.

Pocas familias vivían en esas recidensias, aún así estaban a unas calles alejadas de su hogar.

Apenas dió un paso dentro del jardín, se sintió feliz, sabiendo que podría empezar una nueva vida, alejada de su familia, de sus problemas y todo lo que el perseguía desde hace meses.

Recién tenía 21 años, y no tenía intenciones de estar estresado todo el tiempo por cosas sin sentido.

Su hermana le recomendó mudarse, siendo una mejor opción ya sabiendo que tendría menos problemas.

Comenzó a caminar por todo el jardín, listo para entrar a su nuevo hogar. Pero antes de poner un pie dentro de su hogar, unas risas llamaron su atención.

Giro un poco su rostro, viendo la casa vecina a su lado.

Vio con detenimiento a un niño pequeño, de unos 2 años jugar con un cachorro Alaska de seguro apenas unos meses.

Quien les cuidaba era un chico, bastante peculiar a su parecer.

Tenía una piel realmente blanca, y ese color tan peculiar de cabello, blanco y rojo...

Su sonrisa era tan hermosa, el como sus ojos se cerraban al momento de reír solo provocó que su corazón golpeará su pecho.

¿Por qué se sentía así?¡Ni siquiera lo conocía!

Aún así, quería saber más sobre ese chico, tan encantador pero a la vez misterioso.

¿Misterioso?¡Si! Primero porque tenía una extraña quemadura en su ojo izquierdo, segundo, ¿Quien tenía un cachorro a esa edad? Sería capaz de decir que el niño era su hermanito menor, pero no, tenían algo de parecido.

—¡Oh!Tu debes ser el huevo vecino—

Volteo para mirar está vez al lado contrario, haciendo casi al llamado de la mujer de edad avanzada.

—Mucho gusto señora, mi nombre es Todoroki Toyā—

La mujer de pelos grisaseos le sonrió amablemente, antes de extender una bandeja llena de pastelillos hacia el.

—Me llamo Chiyō, soy la vecina de al lado—

Por como había aparecido de la nada, debía suponer que la mayor era bastante rápida para su edad.

—Esperó que el lugar sea de tu agrado, y si tienes algún problema o duda puedes preguntarme—

El solo asintió con una media sonrisa.

My Cute Omega;   DabiTodoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora