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De alguna manera, Shoto tan solo podía sentirse seguro estando al lado de su Alfa. Lo necesitaba con él, sin Touya a su lado era conciente que las cosas podrían ser horribles, pero ahora mismo... estar a su lado, observando por la ventana del avión como iban alejándose poco a poco de la ciudad que muchos recuerdos malos le traía, ahora mismo era como si estuviera comenzando una nueva vida.

Volteo a mirar al Alfa que estaba a su lado, estaba dormido, mientras que su pequeño hijo estaba en otro par de asientos junto a su abuelo. Confiaba en que el hombre lo cuidaría bien, así que estaba tranquilo estando al lado de su Alfa.

Era casi el amanecer, Touya se la había pasado despierto casi toda la noche arreglando cosas necesarias y algunos trámites, comprendía su cansancio así que lo dejo tan solo seguir durmiendo. Se acercó a él, apoyando su cabeza contra su hombro, antes de sentir cuando el otro pasaba un brazo por sus hombros, apegandolo a él con suavidad y pasando a rodear su cintura.

- El viaje será algo largo, deberías descansar –murmuró, acercándose a dejar un beso sobre su frente.

Shoto lo miró un momento, antes de asentir ligeramente de acuerdo, acomodando su rostro en el hombro de su Alfa, cerrando los ojos y dejando que las feromonas del Alfa lo tranquilizaran. ¡Estaba nervioso! Claro que sí. Se mudarían a una ciudad desconocida, con gente desconocida y vecinos nuevos, ni siquiera sabía si iba a agradarle a la familia del Alfa. ¿Y si no lo aceptaban? ¿Qué tal que no creían que ese hijo era suyo? ¡Tenía miedo! Mucho miedo en realidad y eso Touya lo pudo notar, estaba inquieto, comenzaría una nueva vida en un lugar que no conocía, claramente eso lo tenía preocupado.

- No tienes de qué preocuparte –susurró Touya en su oído, erizandole la piel–, yo voy a estar contigo siempre, te voy a cuidar, a ti y a Yasu, yo voy a protegerlos –musitó, dejando un suave beso sobre su cabello, acelerando su corazón.

- Te amo Touya.

- También te amo, Shoto.

***

Shoto miraba la enorme casa con aspecto Japones tradicional. Las luces estaban apagadas, deduciendo que no había nadie despierto debido a la hora. ¡Casi las 10 de la noche!

- Mamá... –le llamó el infante bajito, llamando su atención– quiero irme a casa... –dijo, con pequeñas lagrimitas en sus ojitos.

Shoto lo miró, dejando salir una pequeña exhalación cansada; se acuclillo para estar a su altura y posó una mano en su mejilla suavemente.

- No volveremos a casa, Yasu –le explicó el mayor, mirándolo directamente.

- ¿Por qué no? –sollozó el infante– Yo quiero volver, por favor mami, volvamos junto con papá a nuestra casa –dijo el menor entre sollozos. Frotaba sus ojitos con sus manitas, sorbiendo su nariz constantemente.

- Yasu...

- Hey, ¿Qué ocurre Yasu? –preguntó Dabi al verle. Se acuclillo para estar a la altura del menor, quien tan solo podía frotar sus manitas contra sus ojos.

- Quiero volver a casa papi... por favor vayamos a casa con mamá –pidió con inocencia, llamando la atención del ojiturquesa.

- Hey, todo está bien, tranquilo –llevó sus manos a las mejillas del otro y aparto las lágrimas con suavidad, mientras el más pequeño frotaba sus manitas en sus ojos–. No podemos volver, Yasu. Pero compraremos otra casa aquí y nos iremos a vivir juntos, ¿Qué dices? –le revolvió el cabello al infante, quien instintivamente volteo a mirar al Omega que observaba todo con atención.

- ¿No volveremos nunca? –preguntó el más pequeño en un murmullo bajo.

- Quizá, en algún momento, iremos a visitar a mis amigos –le dijo Dabi con suavidad–. Por el momento nos quedaremos aquí, en casa de tu abuelo. Conocerás a tus tíos y abuela, ¿no te gustaría conocerlos?

My Cute Omega;   DabiTodoWhere stories live. Discover now