Seis

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Grace.

Siento que podía escuchar el sonido de mis músculos tensarse ante el dolor, como si hubiera corrido un maratón, me sentía cómoda incluso esas pequeñas punzadas de dolor, el aroma a suavizante y colonia me hizo acurrucarme más en la almohada. Hasta que me senté de golpe, mis caderas me reclamaron aquello.

—¡Mierda! ¿Qué horas es?

—Tranquila, apenas si Dormiste una hora.

Lo vi entrar con  una bandeja, solo traía un pantalón de chándal, se veía bastante fresco. Verlo caminar hacia mi vestido así aceleró mi respiración.

¿Cómo se puede ver más atractivo cada vez?

Se sentó en la cama y me dio un sándwich.

—No es gourmet como lo que tu haces, pero es seguro que tienes hambre.

—Gracias —tome el sándwich y el agarro otro —¿Me duchaste?

Dio una enorme mordida y asintió, yo seguí el movimiento de su manzana de adán, la pequeña mordida que le de al mío parecía de juego. Podría ser un fetiche el verlo comer.

—¿Corderito?

—Perdón, ¿decías algo?

—Si —sonrió —te decía que te metí a la bañera conmigo, estabas totalmente inconsciente, me preocupe por un segundo, pero después te sentí suspirar y acomodarte, no sabia que tenias el sueño tan pesado.

—Que pena.

Se acerco a mi y dejo un pequeño beso en mis labios, yo solo sonreí, lo que lo hizo volver a besarme.

—No debes de sentir pena corderito, estoy para ti, además yo fui el causante de tu desmayo, debía hacerme cargo.

—Presumido.

Se encogió de hombros y volví a comer de su sándwich. Lo que resto de la tarde, solo hablamos, pero no dejaba de besarme y tocarme. Yo quería un poco más de contacto.

—Hoy no —dijo aunque ya tuviera una enorme erección— debo de entregarte a tu casa en una pieza, buscaremos la manera en que puedas quedarte conmigo sin necesidad de pensar demasiado en una excusa.

—Bien, por cierto —jale la camisa que traía puesta —a este paso te deberé un guardarropa, estoy segura que mi vestido lo puedo llevar de nuevo.

—Si te pones de nuevo ese vestido no te aseguro que llegues a casa.

Quería con todas mis ganas que cumpliera esa promesa.

Pero todo fue en vano, me llevo a mi casa como si no pudiera caminar sola un par de pasos, volvió a besarme, cada que lo hace parece que quiere mas que mi cuerpo, nos separamos y se despidió, me quede mirando su espalda, hasta que olvide algo.

—¡Espera San! —se giro, soporte todo lo roja que me puse y me mordí el labio —¿Que somos ahora?

—Eres mía.

Sonrió y siguió a su departamento, no se que quiera decir en totalidad aquello, pero me gusta.

El fin de semana se paso rápido y mis clases estaban a la orden del dia, tendría practicas por lo que no tuve mi celular a la mano. Siempre que me toca cocinar es raro que atienda el teléfono, suelo concentrarme demasiado y me pierdo en mis pensamientos respecto a la comida.

—Me duele la espalda, odio amasar, tenemos maquinas para eso, ese maldito chef no entiende la tecnología —Alice se estiraba quejándose.

—A mi me gusta, me quita el estrés y siento que la masa queda mucho mejor, creo que a mi papá le encantaran los hojaldres.

—¿Solo le hiciste a tu padre?

—Ya te habías tardado.

—Es que no me dijiste nada, ¿como es? Digo en la pista es un dios sensual, pero dame detalles de lo demás.

—Es un caballero, la verdad me trata muy lindo, parece como si me fuera a romper, me gustaría decir que me ve como una niña, pero no es así.

—¿Fue un animal? —no le conteste, solo me le quede viendo, ella dio un grito y brinco a mi alrededor —lo sabia, ay amiga estoy tan feliz por ti, espero que te valore y te de todo el sexo que te mereces.

Me sujeto del brazo y apenas íbamos a salir, cuando miramos a San esperando fuera de la universidad, todos los que pasaban se le quedaban viendo, notaba las miradas algo lascivas que le daban mis compañeras, nos acercamos.

—Te mande algunos mensajes.

—Perdona, es que suelo traer el teléfono en silencio en las practicas —lo saque de mi bolso y mire el mensaje que decía que vendría por mi.

—No importa —me beso la mejilla y varios a mi alrededor abrieron la boca —te voy a secuestrar, quiero que me acompañes aun lado.

—Bien, creo que yo sobro por aquí, te veo después Grace, adiós San.

San tomo mi recipiente con los hojaldres y me dio la mano, tenia miedo que me sudara la mano, la sangre se me habia subido a los oídos, las miradas de los demás me molestaban un poco, pues no somos muy similares, él es todo un dios y yo una simple...

—Te ves hermosa con tu filipina, creo que me gusta mas que esos vestidos apretados.

—Estoy hecha un desastre.

Abrió la puerta de su auto y cuando entre se agacho para abrocharme el cinturón —Hueles delicioso mi corderito.

Puedo permitirme que mi ego se suba, cuando un hombre como él me elogia en cada oportunidad, me hace sentirme como en una resbaladilla de lo rápido que caigo a sus pies. Me pregunto como me fue en el dia, por lo que no me medí.

—Perdón, si hable demasiado.

—¿Por que te disculpas? Me gusta sentir que te relajas conmigo, la mayoría del tiempo estas muy  tensa, además eres mas linda sonriendo.

Mire que el auto se detuvo y el lugar parecía un tipo de gimnasio, alce una ceja algo curiosa.

—¿Donde estamos?

—Aquí es donde practico mis rutinas para el trabajo, vas a verme hacer una nueva rutina.






*Rie en malvado*

Neighbor (San, Ateez)Where stories live. Discover now