Capitulo 8

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Maximilian:



La risa de Violet inundó mi mente, su piel cedosa y trigueña resaltaban el azul de sus ojos y el aroma dulce que desprendía era simplemente exquisito. Me observaba apacible con una sonrisa cautivadora que me mantenía embelesado...


Desperté de golpe, mientras los recuerdos del día anterior me inundaban.


Hice un rápido repaso mental que comenzaba con la inesperada aparición de mi ex prometida y terminaba con el beso con Violet; ahora mismo me encontraba despertando en su habitación.


Había corrido un gran riesgo al confiar en ella, mostrándome herido y vulnerable; inclusive al dormir tan plácidamente sabiendo que en cualquier momento podía matarme, un error demasiado grave que no podía volver a cometer. Había bajado la guardia y ese era un lujo que no me podía permitir.



Agradecía estar solo en su habitación, así podía infagar con atención su habitación y conocer un poco más de ella; recargué mi peso en ambos antebrazos estudiando mi entorno, la cama estaba pegada a un ventanal de buen tamaño que mantenía toda la habitación iluminada y ventilada. La ventana estaba abierta dejando entrar una suave brisa que me hizo estremecer ligeramente, aunque era relajante también era peligroso. En ambos costados de la cama había plantas colgando en macetas blancas con dibujos dorados que estaba seguro que había pintado mi asistente. Las paredes eran de un tono crema elegante, justo frente a la cama había un espejo con tocador de madera blanca que me permitía observarme, mi abdomen bajo aun estaba cubierto por la gasa con la que había sido curado.



En el tocador blanco había muchos productos como cremas, maquillaje y otras mierdas que no sabía identificar. Podía notar lo meticulosa que era con su físico, con su maquillaje y atuendo cuidado meticulosamente, era bastante vanidosa, recelosa de la belleza que poseía, eso me gustaba bastante.


Miré las mesas de noche a mis costados donde también adornaban pequeñas plantas que no conocía, un vaso con poca agua y su labial rojo estampando en el borde de cristal, además de una libreta abierta donde estaba retratado un paraje tranquilo.


Todo se veía tan natural, dando un ambiente acogedor que me hacía sentir abrumado, como fuera de lugar.


Tal vez era la luz cálida que entraba por la ventana, haciendo ver el lugar cómodo y acogedor. Definitivamente no tenía ni el mínimo recuerdo de haberme sentido así en ningún punto de mi vida, realmente extraño para mí. Se sentía como un hogar, incluso si ella vivía aquí sola se notaba que amaba este espacio por la forma en que cuidaba hasta el mínimo detalle; yo no podría acostumbrarme a este tipo de tranquilidad, me parecía más bien inquietante, como el silencio antes de una guerra.



El sol ya estaba en pleno apogeo brillando en medio del cielo, haciéndome saber que eran más de las once de la mañana, nunca dormía hasta tarde, pero debido a los analgésicos y ausencia de ruido alguno, apenas estaba tomando consciencia de mi mismo.


¿Dónde mierda estaba metida Violet?


Ay, Violet...


Sentí un tirón de excitación al recordar el dulce sabor de sus labios combinado con la ferocidad y sensualidad que emanaba cada que su lengua acariciaba la mía. Quise seguir, moría por ir más allá y terminar con el deseo en mi, pero esa pequeña provocadora me detuvo dejándome ansioso de hacerla mía, con esa ansia consumirla y no dejar nada de ella.


Por más que se resistiera a mí sabía que lo de ayer era un atisbo, una ventana a qué sucediera todo lo que yo deseaba desde el jodido momento en que la había visto.

Ángel impuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora