—Sky, por favor —suplicó el chico, su mejilla chocando con la superficie de la mesa, entre quejidos lastimeros—. Acompañame.
—¿Por qué haría eso? —preguntó ella seria, Alexandre alzó la cabeza y sonrió un poco.
—Porque así tus clases serían más divertidas —contestó él, Skylynn negó—. Por favor.
—Dame una buena razón para estar cuarenta minutos en coche de ida y 40 de vuelta contigo, Alexandre —pidió la chica, sus dedos pellizcaron la portada de su libro y después ladeó su cabeza—, añadiendo lo que sea que tardes en comprar regalos.
El chico relamió sus labios con nervios, evitando los ojos azules. Quedaban unos veinte minutos para acabar la clase. Alexandre había estado desde el primer momento hablando de comprar regalos, soltándolo de manera sutil, o eso creía él. Skylynn le ignoró, comentándole técnicas para mantener erecciones, haciendo que el chico leyera. Pero este lo había dejado de hacer hacia unos diez minutos, comenzando a pedirle que le acompañara hasta Morgantown, donde estaba el centro comercial.
Claro que podía haberle pedido a Adam, Amanda, o Jonny que fuera con el, pero ahí estaba pensando en una razón para que fuera con el. Para que Skylynn Mickler fuera con él. Alexandre soltó un jadeó y la señaló con una sonrisa de labios apretados.
—¿No querrás que la señora Mafire se ponga triste, no? —preguntó Alexandre, negando con su cabeza—. ¡Oh! Y el pobre Diara, tan triste...
Ella rodó sus ojos con molestia tras unos segundos, recogiendo las cosas y haciendo que Alexandre aplaudiera, recibiendo varios ''Shh".
—Un milagro de Navidad —bromeó él, recogiendo su libro—. Si al final te gustará pasar tiempo conmigo y todo.
—Cállate si no quieres que me arrepienta.
(...)
—No te voy a pagar por la gasolina.
Alexandre quitó la mirada de la carretera, no llevaban más de veinte minutos en el coche. Skylynn había subido con cautela, no pudiendo no pensar en lo bonito que era el coche del chico. Una bonita camioneta negra y limpia. No era nueva, pero era bonita. La chica tuvo el impulso de dar un portazo a la puerta del copiloto, como tenía que hacer con el suyo, pero se cerró casi sola. Y no pudo evitar sentirse un poco avergonzada.
—No te iba a pedir que me pagaras la gasolina —contestó Alexandre, soltando una sonrisa ladeada, Skylynn quitó la mirada y asintió—. ¿Tú tienes carné de conducir?
—Si, desde los dieciséis.
—Yo a los diecisiete —comentó él, como si ella lo hubiera preguntado. Skylynn chasqueó su lengua, pero no dijo nada—. Así que sí, desde hace poco.
—Siete meses.
Los ojos marrones le dieron una mirada rápida a la chica, que miraba por la ventana, a las casas de Living Room. Una mano se alejó del volante y le dio un golpecito en el muslo, lo que hizo que Skylynn diera un respingo en su asiento, mirándole con rapidez y arrastrándose hacia un lado, alejándose de él sin darse cuenta. Alexandre maldijo en su cabeza y negó con ella.
—Lo siento —se disculpó. Skylynn negó sin hablar, y volvió sus ojos a la ventana. Su hombro rozó con la puerta al separarse.
El coche se quedó en silencio, la radio con volumen bajo y música de la radio llenando el espacio tenso. Alexandre pasó la mano por su mandíbula y volvió a mirar de manera rápida a la castaña. Tenía la mano en su muslo, justo donde Alexandre había tocado, y la otra apoyada en la puerta, sus ojos mirando por la ventana y como el rocío impedía ver con claridad.
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[SOMBRÍA]
Teen Fiction¿Cuántas cosas serías capaz de hacer para salvar tu relación? Su reputación fue una de las cosas que Alexandre Mafire dejó en las manos del rumor más odiado y ardiente del pueblo, Skylynn Mickler, todo con tal de poder estar con Amanda, aunque fuera...