El 69 es mi número favorito

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Y no por la razón que estarán pensando. Bueno, sí... también, pero hay otra razón, menos materialista, por darle alguna calificación. El 6 es el 9 al revés, y viceversa. El 9 es un 6. El 6 puede ser hombre o mujer, y el 9 es su contraparte. Pero esta explicación se restringiría a un sesgo de un contexto sexual de heterosexualidad. Obviamente las parejas homosexuales también pueden hacer el 69 y sigue siendo igual de divertido y placentero. Pongámoslo en otros términos. Carl Jung hablaba del animus y del anima. El animus es la parte masculina del inconsciente y el anima la parte femenina. Todos tenemos una parte masculina y una parte femenina. Asociemos, en este caso, el 6 con el animus y el 9 con el ánima. Son un espejo, son opuestos pero al mismo tiempo son lo mismo. Ahora viene la parte mágica ¿Qué pasa si fusionamos el 6 con el 9? Gráficamente, lo que obtenemos tras esa unión es otro número: el 8. El número del infinito. Si yo me reflejo con este número 69, y reconozco en mí el lado masculino y el lado femenino, ¿qué obtengo de ambas si las uno en mí, como algo nuevo? mi ser, que antes se dividía por la dicotomía de masculino y femenino pasa a ser infinito. 

En la novela El lobo estepario de Hermann Hesse, el personaje central se llama Harry Haller. Obsérvese que, igual que el autor, Harry tiene un nombre que empieza con las mismas iniciales. Harry es un hombre burgués que odia a la burguesía, y que siente que tiene su ser dividido en dos: en ese intelectual pequeño burgués, y su lado salvaje al que visualiza como un lobo estepario. Pero llega otro personaje, Hermine (otra vez el nombre con H). Mi interpretación es la siguiente: Hermine es el lado femenino de Harry, lo que la psicología jungiana popularizó como alterego. A su vez, ambos son reflejos de su creador literario, ambos son animus y anima. Henry es el 6, Hermine el 9. La búsqueda de Henry durante todo el libro, es el superar esa dualidad entre hombre y bestia que siente dentro, pero Hermine intenta enseñarle a dividir su alma en mil partes, en mil personas distintas, dividirlas hasta el infinito (hasta el número 8). 

Eso es lo que se obtiene cuando combinamos el 6 y el 9. Si mezclamos nuestro animus con nuestro ánima, los resultados de nuestra identidad y nuestro ser se vuelven potencialmente infinitas. 

Y por eso el 69 es mi número favorito.

La musa StalkerWhere stories live. Discover now