Parte 7 ✧.*

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Una llamada telefónica a Gemini interrumpió el momento allí en el local de la modista, levantándose con prisa de su asiento para contestar de inmediato.

Apenas regresó a la habitación de espejos donde estaban Fourth y la mujer, avisó al chico que debía retirarse antes del lugar por una reunión de emergencia, asegurando que a las afueras le estaría esperando un vehículo con chofer para llevarle a donde Gemini estaría.

Con seguridad asintió el castaño, sabiendo que no mentía, y estando tranquilo de que el precio por el traje sería pagado por Gemini luego.

—Cariño...— pronunció con suavidad el menor, llamando la atención de Gemini y de la mujer.

—¿S-si?— balbuceó el pelinegro, sintiendo los colores subir a su rostro, extrañamente nervioso con el mote que acababa de recibir de Fourth.

—¿No te vas a despedir de mí?— un falso puchero se formó en sus labios, y Gemini pudo ver el brillo de diversión en sus ojos marrones.

«Que hijo de puta»

Gruñó bajito, acercándose al chico, sintiendo sus latidos acelerarse exponencialmente, suspirando tembloroso. Posó sus grandes manos sobre las mejillas de Fourth, acercando su rostro y con suma delicadeza depositó un beso en su frente.

Sin notar que ante esto, ambos habían cerrado sus ojos, sintiendo el tiempo detenerse por un instante. La modista observó el cálido gesto sonriente, jamás había siquiera imaginado a aquel peligroso ruso tratar a alguien con tal dulzura, mucho menos así de sonrojado.

Gemini dió media vuelta, saliendo de allí a paso rápido, alcanzando a ver de soslayo cómo Fourth le lanzaba un beso en el aire, soltando una risita. Una vez fuera de ahí, el pelinegro apoyó en su pecho la palma de su mano, intentando calmar esos latidos disparatados.

Algo distraído llegó a la reunión, ajustando la corbata alrededor de su cuello y tomando asiento a la cabeza de aquel largo mesón. Aclaró su garganta iniciando entonces con la información que sus socios deseaban compartir con él.

Todo parecía ir bien, y en teoría ya estaban por terminar la improvisada junta, cuando una presencia interrumpió la conversación, robando las miradas de los presentes y obligándoles a detener sus ahora insignificantes palabras.

Fourth, ya completamente vestido para el cóctel de aquella noche, ingresaba a la sala con total confianza, agitando alegremente su mano como saludo a Gemini. Aquel joven que se encontraba mudo observando lo increíble que lucía el castaño con ese sutil maquillaje, su mirada bajó lentamente por la marcada figura que se acentuaba ahora con un elegante corset, apretando su diminuta cintura. Fue recién en ese momento que Gemini se dio cuenta de que había estado aguantando la respiración durante esos segundos.

—Este joven dice ser su prometido, y lleva el anillo que le pertenece, señor Norawit, ¿Es eso cierto?— cuestionó el guardia que lo había llevado hasta allí, dispuesto a encargarse de la situación si todo lo dicho por Fourth resultaba ser mentira.

—¡Claro que lo es, adelante, Fourth!— la voz de Mark resonó por sobre las del resto, invitándole a unirse a aquella reunión pese a que no tenía nada que ver con el castaño. Decenas de susurros resonaban en la sala comentando al respecto.

Ninguno esperaba saber algo así de Gemini, aquel joven arisco que a nadie parecía soportar. Cuchicheaban incrédulos, siendo silenciados con sólo la severa voz del mismo Gemini, ordenando al hombre de poco rango sentado a su lado que se levantase,
esto, con el objetivo de dejarle libre aquel lugar para que Fourth pudiese tomar asiento junto a él. Así continuaron entonces con el tema que anteriormente les convocaba, ante la atenta mirada de esos ojitos marrones que prestaban atención a cada palabra.

Aterrado, Gemini temía verle levantarse de su lugar atemorizado ante la conversación que se llevaba a cabo, pues en la calma de cada dialogo aquellos hombres mencionaban directamente la trata de armas y métodos de tortura, incluso haciendo alusión a posibles asesinatos.

Sin embargo, Gemini veía como el chico balanceaba sus piernas alegremente, con esa inamovible sonrisa aún en sus labios, sin saber que realmente Fourth no comprendía en absoluto lo que estaban hablando todos allí, pues la jerga rusa era muy avanzada.

En silencio observaba al castaño de reojo, sintiéndose cómodo con su presencia, y agradeciendo que, pese a que amaba molestarle, sabía en qué momentos era necesario guardar la compostura por respeto a Gemini y a su trabajo.

Pronto sus miradas chocaron, logrando ver un dulce brillo en los ojos del otro. Y compartiendo una cómplice sonrisa, Gemini sintió su corazón saltar, como si finalmente comenzara a funcionar tras años de haber estado en desuso total.

Para nadie allí fue extraño ver aquella conexión entre ambos... nadie excepto Mark, que, consciente de la mentira que él mismo había comenzado, podía notar algo más entre ellos dos, y su amargado amigo no tendría cómo negarlo o quitarle esa idea de la cabeza...

Claws of a tigerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora