Parte 27 ✧.*

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La suave música deleitaba a los invitados del cóctel, esparcidos por todo el espacio bebiendo y charlando amistosamente. Numerosas cabezas voltearon en cuanto vieron a Gemini ingresar allí de la mano de su chico.

Aquel hermosamente vestido chico que ya todos reconocían, alzó su mano contento saludando desde su posición, siendo este gesto devuelto por varios, sonriéndole a modo de saludo y bienvenida, sabiendo que Fourth ya pertenecía ahí junto a ellos.

El castaño se dirigió a la barra a retirar las bebidas que ya les esperaban, como era el vodka de siempre para Gemini y su batido de chocolate, mientras que el mayor se movió al mesón de bocadillos, seleccionando los favoritos del menor, pues ya le conocía.

Con parsimonia, Gemini tomó asiento en uno de los cómodos sillones del lugar, viendo cómo sin problema alguno Fourth se posaba en su regazo, sentándose juguetonamente sobre sus piernas. De forma rápida las manos de Gemini le rodearon, afirmándole y acercándole aún más.

A ninguno le importó que el resto detallara con curiosidad lo acaramelados que allí se veían, mientras conversaban y reían como si fuesen los únicos ahí presentes. Compartiendo caricias ocasionales y cortos besitos frente al resto.

—Ey, aún lo tienes— murmuró sonriente Gemini tomando entre sus falanges el dedo del menor donde resaltaba aquel anillo que anteriormente le pertenecía a él, recibiendo sólo una risita de Fourth, —voy a darte otro, uno nuevo...uno de verdad— susurró sobre sus labios, aún sin soltar la mano del castaño. Las cejas de Fourth se alzaron, dando paso a una preocupada mirada.

—¿Uno de verdad?¿Éste era de oro falso?—

Su pregunta hizo reír suavecito al mas alto, todavía estando peligrosamente cerca ambos.

—Me refiero a... darte uno que simbolice q-que lo nuestro...pues, que, que nosotros dos ahora...ehm— sus palabras fueron acalladas bajo los tibios labios del pequeño es sus brasos, quien riendo en medio del beso le rodeó con sus brazos, totalmente feliz de oír aquellas torpes declaraciones.

Apenas se separaron, Fourth observó cuidadosamente el dorado anillo que aún decoraba su dedo, haciendo entonces un puchero, —pero a mí me gusta este anillo, ya le tomé cariño... porque antes tú lo llevabas, y ahora lo tengo yo— confesó bajito.

Gemini amaba a ese chico, aquel joven que usaba sus caprichosos deseos solo para estar a su lado y dejarse mimar, pero jamás aprovechándose de él. Amaba su lealtad y dulzura, su personalidad que desde un primer momento se mostró real...

Observó como Fourth retiraba el anillo de su dedo, devolviéndole aquel accesorio de oro, dejándolo en la palma de su blanca mano. Una sonrisa surcó los labios de Gemini, negando divertido, y comprendiendo lo que el menor deseaba.

—Fourth, quiero darte este anillo...como muestra de todo lo que siento por tí, — tragó con dificultad, devolviendo la misma argolla al dedo del menor, —te pertenece así como todo lo que poseo, y espero tenerte a mi lado por el resto de nuestros días—

—¿Hasta que seamos viejitos?— preguntó Fourth con ilusión. Sus ojitos estaban cargados de un cálido brillo que inundaba el pecho de Gemini.

—Hasta que seamos viejitos— prometió.

Las enormes manos de Gemini envolvieron con cuidado las de Fourth, como si de esta manera pudiese protegerle de todo mal. —Quiero que lo lleves siempre contigo— rogó susurrante, besando cada centímetro de esa mano con dulzura y devoción.

Dejando así claro que todo rastro de la mentira inicial que marcó el comienzo de su relación se difuminaba, dando paso a poder construir juntos algo concreto y real, que les uniera de forma consciente y voluntaria, tal como ambos anhelaban...

Pensativamente, Fourth observó su anillo, alzando la mirada para encontrarse con la de Gemini, verbalizando así sus conjeturas... —Entonces, ¿Este anillo ahora sí me convierte tu esposa?— el tono de emoción tintó su dulce voz, haciendo reír a Gemini.

—A-algo así...— respondió trastabillando, analizando entonces las palabras dichas por el menor. Fourth ni siquiera mencionó el puesto del ruso como jefe de la Bratva, su verdadera ilusión provenía del sólo hecho de estar con él: Gemini Norawit.

—¡Entonces ésta cuenta como nuestra noche de bodas, Gem!— interrumpió el moreno con alegre voz, sintiendo al pelinegro tensarse bajo suyo en cuanto comprendió a lo que se refería, —Podemos ir al hotel bonito de la última vez— continuó Fourth como si nada.

Tomando un trago de su vodka, el mayor aclaró su garganta, intentando fallidamente ocultar su nerviosismo. Enterró su rostro en el cuello del castaño, sabiendo que allí, en su delicioso aroma encontraría la calma que tanto necesitaba. Sintiendo las dulces caricias del menor, suspiró profundamente, tomando valentía. Alzó su mirada entonces, encontrando aquella suave mirada marrón...

—E-en ese caso... podemos ir a mi casa, Fourth—

Claws of a tigerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora