La oscuridad del día del eclipse sumergió todo el entorno en una inquietante calma. Hinoko y Azula estaban en el búnker, una fortaleza subterránea que las mantenía fuera de peligro mientras la Nación del Fuego quedaba momentáneamente indefensa. El aire estaba tenso, cargado de presagios.
— Pronto veremos quién viene por ti, hermanita, — murmuró Azula con esa sonrisa calculadora que hacía hervir la sangre de Hinoko. — O quizás tendré que matar al avatar... otra vez. —
Hinoko cerró los ojos, controlando el impulso de contestar con violencia. No iba a darle el gusto a Azula. Sabía que su hermana estaba tratando de desquiciarla, buscando cualquier fisura en su autocontrol. Los chicos no caerán en la trampa, se dijo. No pueden caer en la trampa.
Azula caminaba lentamente alrededor de Hinoko, como un depredador que disfruta saborear el miedo de su presa antes del ataque.
— No te hagas ilusiones, Hinoko. Tus amiguitos están allí fuera, buscando a alguien que ya está perdida, — dijo con desprecio. — No importa cuánto luchen, he tomado el control de los Dai Li. Será cuestión de tiempo antes de que los capturen. Y por supuesto, nadie vendrá por ti. — Azula hizo un gesto a los Dai Li, quienes tomaron a Hinoko y la encadenaron a un bloque de tierra.
— Te aseguras muy bien de mantenerme lejos, Azula, — dijo Hinoko, escupiendo las palabras con amargura. — ¿Tienes miedo de lo que puedo hacer, incluso sin mi fuego?
Azula rió, una risa cortante y venenosa.
— Siempre tan dramática, Hinoko. Pero no es miedo lo que siento. Es precaución. Sabes que siempre estuve un paso delante de ti. Siempre seré más fuerte, más astuta. — Azula se acercó hasta que sus rostros quedaron a solo unos centímetros. — ¿Sabes por qué estoy segura de que nadie te salvará? Porque ni siquiera tú eres suficiente para el avatar. —
Esa frase hizo que el corazón de Hinoko se apretara con una mezcla de rabia y dolor. Aang... Se estremeció al pensar en él, en si aún seguía con vida. La posibilidad de que Azula hubiera tenido éxito en matarlo le quemaba el alma.
— Cállate. — Hinoko finalmente gritó, la furia rompiendo la calma exterior que había intentado mantener. — No sabes nada. No entiendes nada.
— No entiendo nada? — Azula inclinó la cabeza como si estudiara a un insecto que pudiera aplastar en cualquier momento. — Lo entiendo todo, hermanita. Entiendo que eres débil, que dejaste que los pueblerinos y ese niño te influyeran. Y que por eso estás aquí, encadenada, mientras yo soy libre.
Hinoko apretó los puños, sintiendo cómo la tierra alrededor de ella se estremecía bajo el control de los Dai Li.
— ¡Eres una cobarde, Azula! — gritó Hinoko, luchando por liberarse de las cadenas. — Sabes que no puedes enfrentarte a mí de verdad, así que me mantienes prisionera como a una bestia. Pero sabes tan bien como yo que algún día estas cadenas caerán, y cuando eso pase... — Hinoko se interrumpió, su voz llena de rabia contenida.
Azula, sin perder su sonrisa de superioridad, hizo un gesto a los Dai Li.
— Enciérrenla. Ya me aburre escucharla gritar. —
Hinoko gritó, un grito lleno de rabia, desesperación y dolor, pero fue arrastrada hacia las profundidades de su prisión. La puerta se cerró con un sonido ensordecedor, y el eco de su voz quedó atrapado en la oscuridad, resonando solo para ella.

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Fuego (Aang x Oc)
FanfictionHinoko, la tercera princesa de la Nación del Fuego y melliza de Azula, es una maestra fuego con un control asombroso sobre el fuego azul. Criada en una familia que glorifica la conquista y el poder, Hinoko ha soportado la manipulación de su padre y...