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Luciendo una amplia sonrisa, el hombre del pelo largo siguió hablando tras el atril.

-Muy bien, muy bien. Entonces procederé con la presentación. Antes de nada, yo soy vuestro nuevo instructor: Kinpatsu Sakamochi.

El hombre que se presentó a sí mismo como Sakamochi se volvió hacia la pizarra y escribió su nombre en grandes letras verticales con una tiza. ¿«Kinpatsu Sakamochi»? ¿Qué era aquello: una especie de broma o qué? Dada la situación, a lo mejor era un seudónimo.

De repente, la delegada femenina de clase, Yukie Utsumi, se levantó y dijo:
-No entiendo qué está sucediendo aquí. -Todo el mundo se volvió hacia Yukie, cuyos largos cabellos estaban pulcramente anudados en un par de coletas. Parecía bastante nerviosa, pero su voz seguía siendo firme y grave. Sin embargo, ella probablemente se hacía ilusiones pensándose que habían tenido un accidente de tráfico o algún otro suceso que había propiciado que perdieran la consciencia. Yukie añadió-: ¿Qué está pasando aquí? Estábamos realizando un viaje de estudios
¿Verdad, chicos?

Se giró a su alrededor y los miró a todos, provocando una avalancha de gritos.

-¿Dónde estamos?
-¿Tú también te quedaste dormido?
-Pero ¿qué hora es?
-¿Estábamos todos dormidos?
-¿Tú te acuerdas de haber bajado del autobús? ¿O de haber venido aquí?
-¿Quién demonios es ese tío?
-Esto es horrible. ¿Qué está pasando aquí? Tengo miedo.

Al observar cómo Sakamochi escuchaba tranquilamente a los estudiantes, Shuya fue escrutando lentamente a toda la clase. Había varios compañeros que también habían permanecido en silencio.

El primero en el que se fijó estaba sentado a su espalda, en diagonal, en la última mesa de la fila del medio. Era Kazuo Kiriyama. Bajo su pelo engominado hacia atrás, su mirada impasible permanecía fija, clavada en el hombre del atril. Su mirada era tan tranquila que ni siquiera parecía feroz. No prestaba ninguna atención a su círculo de compinches, que estaban intentando llamar su atención entre nervios y gritos: Ryuhei Sasagawa, Mitsuru Numai, Hiroshi Kuronaga (el estudiante número 9) y Sho Tsukioka (el estudiante número 14).

Luego también estaba Mitsuko Souma, sentada en la segunda fila, junto a la ventana. Era la única que parecía hastiada y aburrida. Su silla estaba separada del resto de su grupo, formado por Hirono Shimizu y Yoshimi Yahagi. Por supuesto, ninguna de las chicas (ni de los chicos, para el caso) intentaron dirigirle la palabra. (A la izquierda de Shuya, Hirono y Yoshimi estaban hablando). Y aunque Mitsuko tenía el espléndido aspecto de un ídolo del pop, su rostro siempre mostraba una extraña expresión de indiferencia. Miraba a Sakamochi con los brazos cruzados. (Hiroki Sugimura, sentado justo delante de ella, estaba hablando con Tadakatsu Hatagami).

Shogo Kawada estaba sentado en la penúltima fila, junto a la ventana. También permanecía en silencio, observando a Sakamochi. Pero sacó un chicle y empezó a mascarlo, al tiempo que seguía observando al profesor mientras movía la mandíbula.

Shuya miró hacia delante. Noriko Nakagawa todavía permanecía girada, mirándolo. Sus ojos negros vibraban nerviosos. Shuya lanzó una mirada a Yoshitoki, que estaba sentado enfrente de ella, pero este estaba ocupado hablando con Shinji Mimura. Shuya volvió de inmediato la mirada hacia Noriko, levantó la barbilla ligeramente y asintió.
Aquello pareció tener un efecto calmante en la muchacha. Su mirada pareció relajarse un poco.
-Muy bien, muy bien... Por favor, silencio... -Sakamochi dio varias palmadas para captar la atención de los estudiantes. La algarabía remitió repentinamente-. Permitidme explicaros la situación. La razón por la que estáis hoy aquí... -dijo, y luego añadió-: es para mataros unos a otros.

Nadie despegó los labios. Todos permanecieron petrificados, como figuras en una fotografía. Pero Shogo continuó mascando su chicle -de eso sí se dio cuenta Shuya-. Su expresión no había cambiado nada. Pero Shuya creyó haber entrevisto una especie de levísima sonrisa en su rostro.
Sakamochi continuó sonriendo y añadió:
-Vuestra clase ha sido seleccionada para el Programa de este año.

Alguien gritó.

QUEDAN 42 ESTUDIANTES

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