El sello

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Erelis era una mujer imponente con unas enormes alas de águila en su espalda, caminaba con gracia fuera del portal dando oportunidad al señor del cielo de salir de él, Okami sentía la presión de su presencia, pero lo que la intimido y le destruyo la voluntad por completo fue ver cómo, del mismo portal salía Kumiho con una expresión de ira en su rostro, sus miradas se cruzaron por un instante, ambos apartaron la mirada, uno por vergüenza el otro por decepción, Okami no se sentía capaz de ver a los ojos a ninguno de sus compañeros animales sagrados.

–Me temo que no hay más que preguntar– el señor del cielo avanzo lentamente hacia el señor de la luna, este en un vano intento de huir se giró hacia la puerta que de inmediato se cerró con fuerza y un candado con el símbolo del yin yang la cerro, el señor de la luna se detuvo de inmediato y se giró hacia su visitante

–Supongo que trajo a toda su corte mi señor, por los delirios de un zorro– Kumiho frunció el ceño y antes de poder dar un paso Erelis lo frenó al extender sus alas para que no interrumpiera al señor del cielo que dibujo una sonrisa amable en su rostro, mientras en la habitación se formaba un círculo de hechizo, Okami veía todo con tristeza, sabía que cuando el señor del cielo usaba su magia no había nada en el mundo que pudiese detenerlo

–Ciertamente la angustia de Kumiho llego a mis oídos, pero me preocupan más tus incursiones en las montañas del este– el señor de la luna dibujo una sonrisa arrogante en su rostro, observaba detenidamente cada uno de sus visitantes

–No sé a qué se refiere con mis incursiones, no he descuidado ninguna de mis tareas, ¿acaso el zorro le ha contado cosas incompletas?

–No desperdicies tus palabras– el señor de la luna se volteó al ser interrumpido y del sello del candado salió Risu, su túnica morada se arrastraba por el piso mientras él caminaba calmadamente hacia el señor del cielo, sobre la frente de su calva cabeza, el símbolo del yin-yang brillaba, en su hombro llevaba una ardilla que visualizaba detenidamente la situación, al cruzar su vista con Okami esta última agacho la cabeza –mis ojos siempre están abiertos al futuro y las catástrofes que ibas a hacer, las puedo ver y detenerte a tiempo– Risu hizo un movimiento con la mano y un segundo circulo de hechizo se formó sobre el primero.

–¿No le parece exagerado usar dos círculos para sellar mi magia? ¿Teme no poder hacerlo solo? – El señor de la luna veía fijamente al señor del cielo que parecía confiado de sus palabras.

–Has hecho incursiones peligrosas, invadiste un lugar sagrado y destruiste un sello mágico, así que fuiste tomado como una amenaza máxima, incluso me hicieron salir de casa, y eso es algo que no voy a perdonarte– el señor de la luna apretó la mano al escuchar la voz sarcástica de Terry saliendo de un pozo de agua en el piso acompañada de su gran león, al cerrarse el pozo ella se sentó en el lomo de su acompañante y acomodo su túnica lila para que hiciera un círculo casi perfecto a su alrededor, con desdén hizo un movimiento de su mano dibujando un círculo de hechizo sobre los dos anteriores, su león, Isangard movía la cola lentamente en alerta de los movimientos de Raven que luchaba con las cadenas de Erelis sin lograr ningún cambio, sus ojos se posaron en Okami que no había sido capaz de levantar la cabeza.

Del portal que seguía abierto detrás del señor del cielo, salió, con paso dudoso, una delicada joven con un hermoso kimono de flores rosadas, su cabello negro caía con gracia sobre sus delgados hombros, ella levanto ligeramente la mano y fue recibida por Kumiho, que la ayudo a caminar sin tropezarse con los libros que seguían dispersos por el piso, Okami levanto ligeramente la vista al sentir un aura tan pacifica a su alrededor y el corazón se le arrugo al encontrarse con unos amables ojos rosados que parecían sonreírle, muchos eran los años que ella y Kumiho compartían de amistad, pero era la primera vez que tenía a Tsuki en su presencia, había escuchado mucho de ella y de todas las vidas que había tenido, así que tenerla en una situación como esa no hacía más que llenar de más vergüenza a Okami.

Loba LealWhere stories live. Discover now