30. La besa como siempre quiso hacerlo

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La mayoría de la gente diría que una boda sería razón suficiente para estar felices y emocionados, pero esta es la excepción. Hoy era el día de la boda de Alec y en el aire no se respiraba felicidad precisamente, sino todo lo contrario.

Lucifer estaba parado en la esquina de la habitación de su hija y la miraba con duda, Morgana se estaba maquillando para la ceremonia.

-¿Estás segura de que quieres ir? -le pregunta por quinta vez- No tienes que hacerlo, sería más que entendible...

-Ya te dije que estoy bien, voy a ir a esa boda. Debo hacerlo -insiste mirándolo-.

-¿Por qué te harías algo tan masoquista? -cuestiona confundido por la actitud de su hija-.

Morgana aparta la mirada y suspira.

-Yo necesito verlo. Cuanto más rápido lo acepte, mejor será y pasaré de página, porque ese es el primer paso. La aceptación -responde con una mueca mirando a su padre- Hasta que no lo vea con mis propios ojos...

-No será real -completa Lucifer comprendiendo- Cuando murió tu madre, yo insistía en ver su cuerpo. Muchos no entendían porque quería tener esa imagen de ella, pero yo necesitaba saber que ella ya no estaba. Qué se había ido -le cuenta y Morgana baja la mirada. A pesar de que él nunca fue bueno con las palabras, sabía que su hija ahora las necesitaba más que nunca- Mira, Morgana. Se que ahora duele, a mi también me han roto el corazón, miles de veces antes de conocer a Lizbeth, pero cuando la conocí lo entendí todo. Entendí que necesitaba pasar por eso para llegar a ella, porque ella era la indicada. Tal vez... Alec no era el indicado.

-De verdad quería que lo fuera -susurra-.

-Lo sé, Brujita. Lo sé.

-¿Estás bien? -le pregunta Jace preocupado a su amigo- No creo que venga, Alec

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-¿Estás bien? -le pregunta Jace preocupado a su amigo- No creo que venga, Alec. Y no la culpo por ello.

La boda estaba por dar comienzo y lo único que hacía el azabache era ver hacia la puerta, esperando a que Morgana apareciera. Incluso su padre y Magnus estaban allí sentados detrás de sus padres.

-Tienes razón.. Fui un tonto por pensar que.. -deja de hablar al verla llegar-.

Morgana apareció en el lugar con un hermoso vestido al cuerpo que resaltaba su figura y su largo cabello rubio estaba suelto. Estaba preciosa.

Ella entro con la cabeza en alto, su rostro tenía una expresión de serenidad, aunque por dentro gritaba, siempre con la mirada en Alec, quién había dejado de respirar. Sus amigos la miraban con orgullo, no esperaban menos de ella. Morgana le dedica un sonrisa a Clary y a Simon, y luego toma asiento al lado de su padre.

-Por un momento pensé que no vendrías -le susurra Lucifer-.

-Yo también -responde mirando a Alec-.

En ningún momento él había dejado de verla, no podía. Jace a su lado los miraba a los dos con atención. Pero el show tenía que continuar.

-La ceremonia está a punto de comenzar -anunció el hermano silencioso-.

Todos llevaron su mirada a la entrada por donde apareció Isabelle como dama de honor, cuando la azabache ve a su parabatai en el publico trató de disimular su sorpresa y le dedicó un mirada de vergüenza, sentía que de alguna forma la estaba traicionando al formar parte de la boda de su hermano.

Morgana al comprender, le dedica una pequeña sonrisa y niega sutilmente con la cabeza, dándole a entender de que no pasaba nada. Pero cualquier sonrisa se borró al ver a Lydia en ese vestido blando y las rosas en su mano, la rubia tenía una brillante sonrisa en su rostro y una mirada de emoción.

Alec tragó saliva al sentir la presión en su pecho crecer cada vez más, sentía como la habitación se hacía mucho más pequeña y le costaba respirar. Mientras que el corazón de Morgana se terminó de romper al verlo extender su mano para ayudarla a subir al altar, de igual forma sacó fuerzas que no sabía que tenía y se quedó allí viendo como el amor de su vida se casaba con alguien más.

-Si quieres irte, hazlo -dijo su padre mirándola de reojo- Nadie te juzgará.

-No. Parecería que hago un escandalo y sería muy egoísta de mi parte -niega con un nudo en la garganta al ver como Alec le colgaba el collar a Lydia-.

-No, sólo harías lo que todos si estuviésemos en tu posición. No te mereces pasar por esto -asegura Lucifer con una mueca- Ya lo viste. Ya es real. Ahora tienes que irte y aceptarlo.

-Es hora de que Alec Lightwood y Lydia Branwell se marquen el uno al otro con la runa de unión matrimonial. Una runa en la mano, una runa en el corazón. Nace la unión.

Cuando Lydia extendió su mano para que él la tomara y así marcarlo con la runa, Alexander se quedó inmóvil, por alguna razón no podía hacer eso, no podía hacerle eso a Morgana. Entonces la mira de reojo y descubre que ella se estaba levantando de su lugar para escapar de ahí.

Morgana no pudo mirar a nadie cuando sin pensar mucho se puso de pie y comenzó a caminar hacia la salida. Las lagrimas comenzaban a salir, fue muy ingenuo de su parte creer que era tan fuerte como para estar allí. Antes de cruzar por esa puerta escuchó los jadeos de sorpresa y cuando se voltea al altar, descubre que Alec ya la estaba mirando y había comenzando a caminar a ella.

-Alec, ¿qué haces? -cuestiona Maryse a su hijo poniéndose de pie-.

-Suficiente -dijo y esquiva a su madre sin dejar de mirar a Morgana-.

Ella tenía los ojos bien abiertos y estaba estática en su lugar, su corazón latía cada vez más rápido a medida que el azabache se acercaba. Al llegar a ella, Alec la toma de las mejillas y termina con la distancia que siempre hubo en entre ellos todos esos años, la besa como siempre quiso hacerlo, con ese amor y deseo que sentía por ella. Era un beso apasionado, cargado de las emociones que ellos dos se venían reteniendo, se olvidaron completamente del resto.

Cuando se separan se miran a los ojos. Morgana aún tenía una mirada de sorpresa, pero también tenía una gran sonrisa en su rostro, al igual que Alec. Por primera vez en muchos días, estaban contentos.

 Por primera vez en muchos días, estaban contentos

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|𝐂𝐀𝐙𝐀𝐃𝐎𝐑𝐄𝐒 𝐃𝐄 𝐒𝐎𝐌𝐁𝐑𝐀𝐒| Alec Lightwood ¹Where stories live. Discover now