CAPÍTULO 26 - LOCURA TRANSITORIA

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De nuevo el grupo había adoptado la formación Andrew-Susane-Jade-Atwood para dirigirse a su nueva misión. Andrew se sentía cómodo llevando la delantera, ya que era el cerebro de la operación, y Atwood era demasiado paranoico como para permitir que otra persona cerrara el grupo. Susane prefería estar cerca de Andrew y Jade se conformaba con ir en tercera posición, aunque ninguna de las dos había confesado el porqué. Era domingo por la tarde, habían decidido iniciar la expedición inmediatamente después de la reunión, una buena hora teniendo en cuenta que los alumnos habían terminado de comer horas atrás y estarían preparando las clases del día siguiente o descansando en las salas comunes. Habían llegado sin ver a nadie conocido hasta la base de la torre del reloj, pero justo en la salida que daba al patio se toparon de frente con tres rostros familiares.

—¡Vaya! ¿Qué hacéis aquí? —preguntó Hermione Granger, echando un rápido vistazo al grupo. —Oh, ¿Jade?

—¡Hola, Hermione! —dijo Jade, sonrojándose de inmediato. Era demasiado sincera con sus emociones. —¿Dando un paseo?

—Más o menos. —Hermione miró a Harry y Ron con una expresión de autoridad que dejaba en claro quién llevaría el ritmo de la conversación. ¿Qué estaba pasando aquí? —¿Y vosotros?

—También paseando. —dijo esta vez Atwood, poniéndose junto a Andrew. Su sexto sentido se acababa de activar con la actitud de la chica. —Hoy hace un buen día para estar al aire libre.

A juzgar por el comportamiento del trío parecían estar tramando algo, al igual que ellos. Andrew miró de soslayo a Atwood, parecía haber comprendido lo mismo que él.

—Bueno, pues que tengáis un buen día. —dijo Atwood, echando a andar hacia el patio. Andrew lo siguió instintivamente, pero Jade y Susane necesitaron unos segundos más para echar a andar.

—¿Se puede saber qué estamos haciendo? —preguntó Jade, echando la vista atrás. Atwood también miró a los tres chicos de Gryffindor, que seguían enfrascados en su conversación.

—¿No querrás que nos vean subir a la torre del reloj? —preguntó Andrew, que había comprendido a la perfección la maniobra de Atwood.

—Cuando estemos más allá de su vista nos esconderemos y dejaremos que pasen de largo, si es que ellos sí se dirigen a los terrenos de Hogwarts.

—Eres muy retorcido, Atwood. —le espetó Jade. —¿No confías en ellos?

—Estamos buscando un medallón que fue escondido por un tipo sospechoso siguiendo las memorias de Salazar Slytherin. Jade, cualquier precaución en este caso es poca.

Los cuatro se agazaparon entre unos matorrales cerca del puente de madera que llevaba a los terrenos de Hogwarts. Harry, Ron y Hermione pasaron por allí diez minutos después, tal y como habían dicho que harían. Atwood sintió en la nuca la mirada decepcionada de Jade, pero prefería quedar mal ante ella que revelar sus planes a tres relativos desconocidos. No tenía nada en contra de esos muchachos, pero prefería mantener el secreto de su investigación. Además, ellos también parecían estar tramando algo.

Regresaron sobre sus pasos hasta la base de la torre del reloj, confiando en que esta vez estuviera despejada. Así lo parecía, pero tenían que asegurarse.

—¿Peeves? —llamó Atwood, lo suficientemente fuerte para que el poltergeist pudiera escucharlo.

Una sombra descolorida surcó el cielo a su alrededor y se posó sobre la cabeza de Atwood.

—¿Me llamabas, Atwoodsito?

—¿Cómo le has llamado? —preguntó Susane al borde de la risa.

Wizarding World: El Ataúd de WiggenWhere stories live. Discover now