08

224 28 0
                                    

Yuki no sabía de Pierre desde hacía días.

Después de que el mayor se fuera, Oscar lo llamó impaciente porque no había llegado a la reunión que habían planeado y lo regañó de todas las maneras posibles. Aún así le explicó que había sido porque el corredor irrumpió en su oficina e hizo que su cabeza estuviera a punto de estallar.

—Pierre suele decir todo tipo de locuras, deberías acostumbrarte —le respondió Oscar sin ningún rastro de rencor sobre la noche en que salieron de la Ciudadela—. Aunque nunca antes lo había visto tan decidido, normalmente se queda en su taller trabajando así que el que haya ido a verte es como un milagro. Un milagro que tu no aprovechaste.

Cuando esas palabras salieron de la boca de Piastri se sintió culpable de haberlo echado así pero quiso recomponerse pensando que hizo bien en plantarse y decidir sobre su vida, ¿verdad?

Ya era de nuevo viernes y Yuki tenía una junta que terminaba algo tarde y hablarían sobre finanzas, un tema que odiaba con cada célula de su cuerpo.

—Es tu trabajo, tienes que aguantarlo —se repitió como todos los días y entró a la sala dónde una gran cantidad de personas ya estaban esperando.

Todo empezó bien, veía los gráficos y aportaba ideas, pero al pasar los minutos su cabeza se desconectaba. Miraba la hora en su reloj y chequeaba su móvil en cada oportunidad que tenía, estaba buscando una salida.

Lamentablemente nada sucedió para sacarlo de allí antes así que debió quedarse las cuatro horas que duraba la reunión, salió del edificio de la empresa con un dolor de cabeza y con sus ojos que se cerrarían en cualquier momento.

Acomodó su saco y colgó su mochila, preparado para irse a su casa, caminó unos metros hasta que un sonido de llantas lo hizo parar y girarse. Un Chevrolet Camaro color blanco con vidrios polarizados se estacionó en frente suyo y bajó la ventanilla.

—¡Hey, Yuki! —le gritó una voz gruesa llamando su atención, retrocedió unos pasos y se acercó al auto.

En el asiento del conductor lo esperaba un Alex sonriente, vestía de una camisa blanca dejando a la vista sus brazos llenos de tatuajes y a su lado en el asiento del acompañante estaba Russ, con una chaqueta de cuero que Yuki podía asegurar que era de su novio pues le quedaba grande.

—Hola chicos —saludó sorprendido de verlos allí—. ¿Qué los trae por aquí?

—Pasábamos a buscarte —le habló Russ con una sonrisa—. Osc nos avisó a qué hora salías así que nos ofrecimos a llevarte porque estábamos cerca.

El japonés se hizo una nota mental de enojarse con Oscar y pegarle cuando lo viera porque no podía ir divulgando sus horarios como si hablara del clima. Al parecer Oscar no podía mantenerse alejado de la vida de los corredores y Yuki no iba a quejarse pues eso le daba más chances de seguir encontrándose con Pierre.

—Yo... —no sabía cómo formularlo y solo balbuceó varias veces sacándole una risa al más bajo de los tres.

—Sí, ha preguntado por ti —habló Russ con una sonrisa—. Se siente culpable por lo que sea que te haya dicho, lo cual es algo raro de ver porque el majestuoso Pierre Gasly nunca se arrepiente de nada.

Alex destrabó los seguros del auto y Yuki sin pensarlo se metió. Arrancó y el cuerpo del menor se balanceó por unos segundos.

—Tengo que admitir que es algo impactante ver a nuestro líder así de sobrepasado.

—¿Sobrepasado? ¿Acaso está trabajando mucho? —preguntó el japonés viendo por la ventana, no sabía dónde iban, pero asumió que sería la Ciudadela.

Una risa burlesca salió de los labios del alto y negó con la cabeza: —Está sobrepasado de sentimientos, Yuki.

Bien, eso no era lo que esperaba. La cabeza del menor hizo cortocircuito al no entender y miró al pelirrojo en el espejo.

—Quiero decir que tú lo vuelves así, de alguna manera cuando llegaste lo desequilibraste.

El japonés se sintió culpable de que a lo mejor el líder no estuviera rindiendo lo suficiente en su trabajo por él, sintió su pecho pesar. Alex al ver la reacción corrigió lo dicho.

—No me malinterpretes, chico —le dijo aún sonriendo—. No es malo lo que le causaste, es más, está sumamente dedicado a lo que hace.

—Es como que tiene más fuerzas que antes —Russ se metió en la conversación para evitar que su pareja soltara lo que no debía.

Yuki asintió con la cabeza y volvió a pensar. Si lo analizaba entonces podría decir que él había pasado por lo mismo, conocerlo a Pierre lo había desestabilizado por completo: había conocido una parte nueva de su vida que no sabía que le gustaría y eso fue como un golpe. Nunca había salido del pensamiento oficinista que su padre le había impuesto, era todo trabajo y asegurar un futuro próspero, ah, pero cuando el corredor llegó a su vida ese día en la Ciudadela no pudo evitar sentirse atraído. Atraído a ese estilo de vida tan liberal y como negar, que también se había sentido totalmente atraído al líder.

El cuerpo de Yuki se sentía pesado y el cansancio era cada vez más evidente, su organismo rogaba por descansar en una cama. Las horas de trabajo le estaban pasando factura y no era bueno.

—Sabemos que estás cansado y no vamos a obligarte, pero tengo que admitir que los asientos de mi auto son bastante cómodos —le aseguró Alex—. El viaje es largo así que puedes dormir.

El japonés no lo pensó dos veces antes de pedir permiso y acostarse en los asientos traseros.

—Cuando lleguemos te prestaré ropa —escuchó la voz de Russ mientras se iba quedando dormido—. No puedes verte así, menos si vas a ver a Pierre.

Oh, es verdad, vería a Pierre luego de varios días sin saber de él. ¿Estaría todo bien entre ellos?

Sus pequeños ojos se cerraron y se durmió con un sentimiento, el cual no supo nombrar, brotando en su estómago al pensar que volvería a reencontrarse con el corredor.

Por otro lado, en la zona sur de Mónaco, el líder de Speed Demons se sentía como un completo idiota.

Pierre apoyó su cabeza en el volante de su Audi y suspiró con fuerza. Hace unos días había irrumpido en la empresa de Yuki por un impulso estúpido y las cosas se salieron del control, el menor terminó echándolo del lugar.

Luego de que su cabeza se calmara supo que había hecho mal en decirle esas cosas al rubio, entendía que dejar toda tu vida atrás era difícil. Y más sería una locura dejar todo eso en el pasado solo porque un loco corredor de carreras te dijo.

Una risa ronca salió de su boca y el sonido murió a los segundos, se echó hacia atrás en el asiento y miró por la ventana la Ciudadela. Las carreras eran su vida, escapaba de su pasado, de la culpa, de su infancia y sobre todo de su familia, así que la Ciudadela llegó como su salvación y allí encontró lo que lo apasionaba.

Para él no había sido fácil y cometió el error de pensar que para Yuki si lo era. No lo conocía y aún así dejó que su mente creara cosas que no eran.

Pierre apagó el motor, tomó las llaves y salió del auto cuando vio a los demás llegar al estacionamiento. Su mirada viajó rápidamente en busca de Yuki y al no encontrarlo su ceño se frunció. Le había avisado que lo vería ese viernes, pero al no divisarlo su pecho se removió inquieto.

—Tranquilo galán, está con Russ cambiándose de ropa —le dijo Alex dándole una palmada en el hombro juguetonamente. Le devolvió el gesto, pero golpeándolo con su puño en el brazo y sonriendo sacándole importancia.

Estaba atardeciendo cuando Yuki volvió con Russ e hizo que todas las miradas se centraran en él. Una remera negra y unos pantalones deportivos del mismo color adornaban su cuerpo, una chaqueta de jean había sido colocada sobre sus hombros y su pelo estaba atado en una cola de caballo.

El japonés caminaba como si fuera el dueño del lugar y Gasly se sintió sonreír, esa actitud era nueva en el menor, pero le encantaba, no iba mentir. Yuki saludó a todos con un movimiento de mano y al líder solo lo miró y asintió con la cabeza.

Pierre sabía que el empresario estaba dolido por sus palabras y actitudes así que lo dejó pasar.

¿Debería disculparse?

—Wow, Pierre Gasly pensando en disculparse. Eso si no lo había visto nunca —La voz gruesa de Jaw habló al lado suyo seguida de la risa de Alex del otro lado.

—Odio cuando hacen eso —les reclamó rodando los ojos, esos dos chicos siempre lograban saber que pensamiento profundo rondaba por su cabeza.

—Soy tu mejor amigo —le señaló obviamente Alex—. Y Jaw es tu primo. Es la conexión que tenemos.

El líder llevó a sus labios la botella de cerveza que tenía en su mano y le dio un gran sorbo, su mirada fija en como Yuki reía junto a Golden. Instintivamente el más alto notó su mirada y puso una distancia prudente entre ambos, eso le sacó una sonrisa al corredor.

—Pero hablando en serio, ¿qué le hiciste al chico? —preguntó Jaw mirándolo acusatoriamente—. Hace unos días parecía hipnotizado al verte y ahora te ignora como si fueras invisible.

Pierre pasó sus manos sobre los costados de la cabeza antes de hablar: —Le dije que se escapara conmigo.

—¿Que tú qué? —Alex tenía los ojos bien abiertos y su boca formaba una "O"—. ¿En qué estabas pensando?

—Ugh, ¡no lo sé! —suspiró abatido—. Supongo que fue algo del momento, su sola presencia me vuelve loco.

Y era la verdad pura. Desde el día que lo conoció no podía parar de pensar en él, el Pierre frío, calculador y estoico desaparecía cuando el menor estaba presente.

—Apenas se conocen, Pierre.

—Lo sé, pero así es como me siento, Jaw.

El menor apretó su mandíbula: —¿Ibas a tirar todo por el caño si él te decía que sí?

Pierre no respondió.

No le podía llamar enamoramiento al sentimiento que crecía dentro suyo, era algo mezclado entre atracción y curiosidad. Quería saber más sobre Yuki, que le gustaba, que no, cuáles eran sus miedos, que le gustaba hacer en los tiempos libres, pero al mismo tiempo solo quería acorralarlo en los asientos traseros de su Audi y hacerlo gemir su nombre.

—No concuerdo para nada con Jaw —habló sinceramente Alex—. No importa si no se conocen, solo haz tu movida ahora porque no sabes cuanto tiempo aguantará en este mundo de las carreras.

El menor de los tres rodó los ojos, siempre era así: él daba su consejo de forma madura y analítica, pero Alex difería de su pensamiento y en cambio proponía algo alocado y sin límites. Aún así, lograban congeniar bastante bien.

—Uhm, lo pensaré —dijo finalmente Pierre y emprendió rumbo hacia el menor y Golden, quienes seguían hablando alegremente con sus tragos en la mano.

Cuando llegó e interrumpió su charla, Yuki solo miró hacia otro lado evitando su cara.

—Voy a robártelo un momento, Golden —sonrió a su amigo que solo asintió con una risa juguetona y se alejó.

Ambos chicos caminaron en silencio hasta llegar a donde se encontraba el auto de Pierre y se sentaron en el capó, mirando como lentamente el sol se ponía en el horizonte.

—Lo siento.

La voz de Pierre salió firme y Yuki se sorprendió.

—Sé que no debí haberte dicho que dejes todo atrás —volvió a hablar el líder—. Menos tenía que haberte dicho que mandes al diablo a tu padre, no te conozco y no tengo derecho a opinar sobre tu vida. Así que lo siento, Yuki.

El nombrado notó el tono de voz con arrepentimiento y sabía que Pierre hablaba en serio.

—Está bien, igualmente yo también lamento haberte echado y no enfrentar mis problemas y hablarte directamente.

Pierre asintió y miró hacia adelante, los grandes edificios de la ciudad se erguían delante de ellos a unos kilómetros de distancia.

—Pero hay algo de lo que dijiste que quiero cambiar —Yuki sonrió al ver la mirada atenta del mayor cuando habló—. Dijiste que no me conoces, ¿verdad?

—Así es... —habló Pierre aun sin entender que iba el menor.

—Quiero cambiar eso, quiero que me conozcas.

El mayor rio y dejó la botella a un lado para acercarse más al chico. Su mano fue a posarse en la mejilla contraria, la acarició y ese gesto fue bien recibido pues el japonés se apegó más al tacto.

Su rostro se acercó al de Yuki al mismo tiempo que uno de sus dedos delineaba el pomposo labio inferior del mismo.

—Me encantaría conocerte mejor.

Los ojos de Yuki brillaron por un momento ante la respuesta y en un movimiento juntó sus labios.

Los belfos de Pierre sabían dulce, pero también tenían el dejo de la bebida que estaba tomando anteriormente, Yuki devoró su boca intentando transmitir su alegría por lo que había dicho el mayor. Era un beso algo descontrolado, pero eso no importaba, había ansiado tanto probar los labios del otro que todo ya les daba igual. La necesidad de aire se hizo presente y desconectaron sus bocas unos segundos para luego volver a juntarlas. Yuki rio internamente cuando el corredor devoró sus labios con una necesidad palpable.

Cuando se separaron finalmente, Pierre volvió a pasar un dedo sobre los ahora rojos y brillosos labios del menor. Miró sus mejillas y sonrió al ver el típico sonrojo adornarlas, algo sumamente adorable.

Sonrió achicando sus ojos, lo atrajo hacia su pecho y se acurrucaron mientras el sol brillaba por última vez antes de desaparecer por completo.

—Ah, ¡y no digas eso! —dijo algo avergonzado el menor.

—¿Qué cosa? —preguntó Gasly con la cabeza del japonés en su cuello.

—Antes me llamaste por mi nombre, no lo hagas —le respondió Yuki—. Dime Dulzura, me gusta más.

Ambos sonrieron recordando como el apodo había sido rechazado la primera vez que el líder lo había dicho, ahora que Yuki lo pensaba no era malo para nada.

—Está bien, Dulzura, lo que tú digas son órdenes.

gasoline and fire ★ yukierreWhere stories live. Discover now