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Una danza comencé. Con la mismísima muerte bailé. Una suave danza, delicada y profunda, representando belleza. Belleza constante y natural, demostrando el por qué de su repentina llegada.
Mi querida muerte, una danza contigo tendré. Lenta y dolorosa, representando un mar de espinas. Pero hasta en las espinas hay rosales bellos. Los rosales eres tú y yo las desagradables espinas.
El gran respeto mereces. Mereces aquello tan singular, yo te lo daré sin pensar. ¿Fue por el hecho de vidas arrebatar?. No, no, mi muerte. Tienes que en ti pensar. Aunque dañes a los demás. Egoísmo no es.
Danzar contigo es un honor. Mi primera vez es y la última será, mi muerte. Viniste tan repentina aunque después de todo yo te llamé. Mi cuerpo veo ser bajado por familiares, ya libre seré. No era la forma correcta, pero tu ayuda obtuve cómo siempre, querida muerte. Concede mi último baile, danza conmigo hasta mi conocimiento perder. En tu mirada quiero perderme, querida muerte, en tu mirada quiero desaparecer.
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