Capítulo 8: Entre Risas y Sombras

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El sol de la tarde se filtraba a través de las cortinas entreabiertas, iluminando la sala de estar con una suave calidez. Risas y conversaciones llenaban el aire mientras mi familia se preparaba para una cena familiar. Mis padres, con sonrisas brillantes, se movían con gracia por la habitación, mientras que Mateo, mi hermano mayor, bromeaba animadamente con ellos.

Observaba la escena con una sonrisa, sintiendo una oleada de gratitud y amor por mi familia. Estaba agradecida por estos momentos de felicidad y unión, que parecían tan fugaces en medio del ajetreo y el bullicio del mundo exterior.

Justo cuando la cena estaba lista para servirse, la puerta se abrió de par en par, revelando a un Eider radiante de felicidad. Sus ojos brillaban con anticipación mientras me miraba, su sonrisa contagiosa iluminando la habitación entera.

—¡Hola, cariño! —exclamó Eider con entusiasmo, su voz llena de alegría y afecto.

Me levanté para saludarlo, sintiendo cómo se aceleraba mi corazón ante su presencia. A pesar de las sombras que acechaban en las profundidades de mi mente, en este momento, todo parecía estar bien en el mundo.

Mis padres intercambiaron miradas antes de salir de la casa, dejándonos solos en la sala de estar. Mateo los siguió susurrando que o quería ir a comprar con ellos cerrando la puerta tras de sí.

Por un momento, el mundo se detuvo mientras Eider y yo nos encontrábamos frente a frente, el aire cargado de una electricidad palpable. La sonrisa de Eider se desvaneció lentamente mientras tomaba mi mano con ternura, sus ojos buscando los míos con intensidad.

—Carolina —dijo Eider en voz baja, su tono lleno de seriedad y anhelo. —Hay algo que necesito de ti, algo que demostrará tu amor por mí.

Sentí un nudo en el estómago mientras lo miraba, una sensación de inquietud agitándose en lo más profundo de mi ser. Sabía que algo estaba a punto de cambiar, que este momento marcaría un antes y un después en nuestra relación. Pero en ese instante, todo lo que podía sentir era el peso de mi amor por él, un amor que me cegaba a las sombras que se cernían sobre nosotros.

—Claro, Eider —respondí con una sonrisa nerviosa, mis dedos entrelazados con los suyos. —Lo que sea, estoy aquí para ti.

Eider me miró con una intensidad que me dejó sin aliento, sus ojos buscando los míos en busca de una respuesta. Sentí mi corazón latir con fuerza en mi pecho mientras luchaba con la petición que acababa de hacer.

—Carolina —dijo Eider en voz baja, su tono cargado de urgencia. —Quiero que me des algo muy especial. Quiero que me des tu virginidad.

El aire pareció evaporarse de la habitación mientras sus palabras colgaban en el aire, pesadas y opresivas. Miré a Eider con incredulidad, sintiendo cómo el pánico se apoderaba de mi mente.

—Eider, yo... —empecé a decir, pero las palabras se atascaron en mi garganta. No sabía qué decir, cómo responder a una petición tan abrumadora.

Eider esperó, sus ojos fijos en los míos, buscando cualquier signo de acuerdo en mi expresión. Pero todo lo que encontró fue indecisión y miedo.

—¿Qué pasa, Carolina? —preguntó, su voz teñida de impaciencia. —¿No me amas lo suficiente como para darme esto? ¿No soy lo bastante importante para ti?

Sus palabras me golpearon como un puñetazo en el estómago, haciéndome sentir pequeña e insignificante. ¿No lo amaba lo suficiente? ¿Esa era la medida de mi amor por él?

El miedo y la confusión se agolparon en mi mente, nublando mi juicio y dejándome vulnerable a su manipulación. No quería perderlo, no quería que pensara que no lo amaba lo suficiente. Y si darle mi virginidad era lo que necesitaba para creer en mi amor, entonces...

Cicatrices de Amor [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora