²⁷ 🌕. 𝔼𝕡𝕚𝕝𝕠𝕘𝕠

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El joven pelinegro caminaba por la plaza del pueblo, deteniéndose al frente de la que era su antigua casa

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El joven pelinegro caminaba por la plaza del pueblo, deteniéndose al frente de la que era su antigua casa.

Admiró la estructura que era habitada por una familia nueva, sonrío enternecido ante la nostalgia que el lugar le transmitía.

Siguió rondando el pueblo, visitando a sus antiguos vecinos, conversando con sus viejos amigos y recordando los días de su niñez, hasta que por fin cayó la noche.

El cielo estaba despejado, lo único que lo adornaba era el astro nocturno y unas cuantas estrellas, que destellaba su luz sobre la superficie terrestre.

Luna llena.

El pelinegro caminó hacia el bosque, con el corazón latiendo a un ritmo desenfrenado, un poco nervioso pero seguro de sus pasos, fue directo hacia aquel claro pues se sabía de memoria el camino, que a pesar de tods estos años, no lo olvidó.

No podría.

Jamás.

Llegó al claro, se quedó admirando al joven albino que estaba parado en medio observando a su madre en el cielo, sus largas hembras blancas se movían con suavidad gracias a la corriente de aire del bosque, su piel lechosa tan única, y cuando llevó su vista hacia él... Sus ojos, esos diamantes grises que brillaban como la joya más preciosa y cara de todas, porque eso eran, la joya más hermosa de todas, digna de admiración ante cualquier ser humano, y él tenía la dicha de tenerlas de nuevo frente suyo.

El mayor se acercó al contrario con una sonrisa geométrica en su rostro, demostrando la nostalgia y felicidad que sentía en ese momento.

El albino también sonrío, mostrando sus perlados dientes, su particular sonrisa de conejo, las arruguitas en la esquina de sus ojos, dándole al pelinegro una de las vistas más hermosas de todas.

Se detuvo hasta quedar frente a frente, el avellana y el grisáceo chocando entre sí, sin apartar su vista, admirando al otro para grabarse cada centímetro de su rostro.

Kookie — habló por primera vez Taehyung en mucho tiempo.

TaeTae — respondió Jungkook.

Taehyung llevó su vista al cuello del albino viendo cómo el menor, aún conservaba el collar, sonrío enternecido, esa sensación de calidez llegando a su pecho con el corazón sobresaltado ante tantas emociones encontradas, llevó su mano a su pecho y sacó el suyo debajo de su camisa.

Jungkook estaba que lloraba, de felicidad , de tristeza, de nostalgia, de añoranza, todo por ese ser que tenía de frente, nunca lo dudó, Tae aún conservaba el collar que compartían, sentía la más grande de la dicha y felicidad que su pecho podía albergar.

El albino no resistió más, sus ojos se llenaron de lágrimas y se lanzó directo a los brazos del pelinegro.

El mayor lo recibió gustoso, estrechó al menor entre sus brazos con fuerza, no queriendo volver a separarse de él.

•.°⋆ 𝕃𝕦𝕟𝕒 𝔻𝕖 ℙ𝕝𝕒𝕥𝕒 •.°⋆ ᵗᵏOù les histoires vivent. Découvrez maintenant