CAPÍTULO 1: PARALIRIMA.

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En mis sueños se manifiestan visiones extrañas, veía a aquellos niños los cuales se encontraban jugando en esa misma calle pero esta vez conmigo, corríamos de algo misterioso, una amenaza extraña y desconocida para mí, era una unión de sucesos los cuales pasaban muy rápido, deslumbrando y dibujadose a la velocidad de la luz para luego despertar, al hacerlo noté que una luz gélida y blanca se posaba en mi cara, no podía abrir los ojos con mucha facilidad, no como solía hacerlo normalmente al despertar mis mañanas en mi habitación, notaba personas con mascarillas observandome, me sentía mareado y me dolía el cuerpo, en mi brazo izquierdo tenía una aguja insertada la cual despacha una especie de líquido muy espeso por mis venas de color azul, me dolía mucho cada vez que se metía a mi cuerpo dicho líquido y sentía que mi brazo iba a explotar, no tenía fuerzas y mis ojos comenzaron a desvanecerse nuevamente, cerrandose y volviendo a la oscuridad a la cual estuve anteriormente, solo que sin sueños esta vez brillaron por su ausencia al despertar me encontraba en un pabellón junto a otro niño, me dolía mucho el brazo, dicho niño tenía el cabello castaño liso y largo, su corte parecía un tazón, ambos teníamos un uniforme color azul fuerte y en medio había un gran número insertado, el mío decía 126, mientras que el de mi compañero de cuarto tenía el número 110, tenía miedo y en lo único que pensaba era en irme a casa, extrañaba los panqueques de mi madre, incluso las peleas entre mi papá y mi mamá.

El niño me observa para luego decirme. —¿Nuevo acá?—

—Sí, ¿que es esto? Quiero ir a casa.— Respondí inmediatamente, asustado, con mucho miedo, hambre, frio y dolor en mi brazo izquierdo.

Dicho niño me responde de manera seria. —También quiero ir a casa, no sé cuanto tiempo tengo fuera de ella, extraño a mi hermana mayor y a mi familia, si supiera que es esto quizás ya habría salido ya o mi papá hubiera hecho algo, es un político con mucho poder.— ¿No sabe cuanto tiempo lleva? Eso solamente me alarmó más, me daba a entender que quizás nunca saldría de acá.

Comencé a agarrar mi brazo izquierdo con mi mano derecha, sentía que iba a explotar y el dolor no se iba. —Si te duele mucho deberias subir tu manga y ver como está.— Una idea un tanto obvia sin embargo era lo más lógico en ese momento.

Al subir mi manga noté que mi brazo estaba hinchado, mis venas azulejas a punto de hacer explosión, mi brazo se sentía frío y mi mano no podía ser movida, estaba completamente dormida.

—Oh, creo que ya te insertaron el gen.— Dijo dicho niño.

—¿Gen?— Pregunté con duda.

—Sí, por lo que he oído de otros de acá te inyectan una especie de demonio al cual los doctores llaman gen el cual te come por dentro, aunque a mí aún no me ha devorado ni nada por el estilo, por cierto no me he presentado. Me llaman Atlas, es el nombre que me colocaron acá, aunque antes de tenerlo me solía llamar Alan.— Dijo Atlas respondiendo mi duda y extendiendo su mano para saludarme.

Yo para seguir la costumbre de presentarnos le respondo. —Un gusto, Aquiles es mi nombre.—

—¿Aquiles? Bonito nombre, ¿también te lo pusieron acá?.— Expresó Atlas mientras caminaba un poco por el pabellón.

—No, es mi nombre desde que nací, no sabía que te colocaban otro estando acá, pero me da curiosidad, ¿te dicen Atlas porque suena igual a tu nombre?— Pregunté.

—No exactamente, me llaman Atlas porque soy el mas fuerte de acá, mira mi fuerza.— Dijo Atlas mientras levantaba su brazo derecho para mostrarme la altura de su bicep mientras presionaba su brazo, una altura no muy elevada, un brazo flaco y escuálido.

Repentinamente interrumpiendo nuestra conversación suena una alarma y las puertas se abren, por momentos sentí alegría ya que pensaba que nos dejarían ir, imaginaba que volvería a ver a mis padres, volvería a mi vida normal e iría a la iglesia para que me sacaran dicho demonio del cual hablaba Atlas, sin embargo esa puerta abierta solo era sinónimo de una rutina, una la cual no terminaba nunca, Atlas la llamaba el entrenamiento diario para tener más fuerza, todo era muy extraño, el sitio carecía de personas, al salir me di cuenta que solo había un largo pasillo con más pabellones y esa luz blanca y gélida, mi madre solía decir que mi tia se encontraba en un sitio llamado manicomio, en su momento creía que era algo bueno, sin embargo mi madre me decía que era un sitio al cual iban personas con problemas, un sitio tenebroso lleno de pasillos con cuartos y personas encerradas, "quizás acá encuentre a mi tía." Pensé mientras caminaba con Atlas a otro cuarto en el cual habían más niños como nosotros "¿me reconocerá después de tanto tiempo?" Pensé.

The Brilliant's.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora