CAPÍTULO XVIII: NO SE METAN CON LOS MILLER

2 1 0
                                    

—Hola mamá.

—Fue a abrazarla—me tenías preocupada. Tu hermano está herido y no nos dice que pasó.

—¿Herido?—entró inmediatamente a la sala.

Óliver estaba sentado en el sillón  con un pedazo de carne fría en la cara. Sus puños se veían muy lastimados.

—¡Óliver! ¿¡Qué pasó!?—sostuvo sus manos.

—Hablales sobre él.

—No me digas que fuiste a golpearlo ¿¡Por qué!? Hoy se los iba a decir.

—Ese idiota ya me tenía cansado. No iba a permitirlo más.

—¿De quién habla Ólive?—preguntó su padre.

—Bajó la mirada—Thiago Perez. Lleva acosándome desde hace dos años, pero desde el año pasado está cruzando los límites de mi privacidad. Quiere...

—Interrumpió—¡Qué! Como es posible que no nos contaras esto antes. Como ibas a permitir que ese idiota te acose. Acá estamos tus padres para ponerlo en su lugar—fue a su lado.

—Empezó como algo que podía ignorar. De ahí me seguía a todas partes que iba y trataba de impresionarme. Varias veces le dije que no, que nunca iba a estar con él. No entiende y ya estoy harta, papá—apoyó sus manos en su rostro dando un suspiro.

—Lo abrazó por los hombros—gracias por contarnos cariño. De acá en adelante nos encargaremos nosotros. Ya no volverá a molestarte.

—Si es que tiene la fortaleza de volver a hacerlo. Seguro está en el hospital. No creo que olvide los golpes facilmente.

—Óliver, esto podría llevarnos a juicio si es que está muy lastimado—dijo su madre.

—Se lo merecía. Yo veré como te protego hijo. No permitiré que los vuelva a molestar por nada del mundo—besaba la cabeza de su hija mientras esta lloraba en su pecho.

—Te traeré hielo. Esa carne ya está tibia hijo.

Fue a la cocina. Frente a la refrigeradora lloró de impotencia al ver a su hijo lastimado y a su hija con mucho miedo acumulado.

—Soy una pésima madre. Como es posible que mis hijos se encuentren en este estado—suspiraba ahogadamente entre lágrimas.

—¡Mamá! El hielo, por favor.

—Ya voy—se secó las lagrimas.

Fue al sillón donde estaba Óliver.

—Aqui tienes cariño.

—¿Estás bien mamá?

—Un poco abrumada por todo esto.

—Siéntate mamá.

—No quiero sentarme. Necesito estar de pie.

—Hija quiero que mañana me muestres las pruebas de que él te acosaba. Lo vamos a denunciar. Esto no se va a quedar así. Pero será mañana. Hoy descansa y no pienses más en esto.

—Gracias papá. Pero no le va a pasar nada a Óliver ¿verdad?

—No voy a permitirlo. Vamos a protegerlos a ambos. Voy a consultar con mi abogado y después actuamos.

—Sí, no quiero que a Óliver le pase algo malo.

—No te preocupes por mí, hermana. No lo he matado.

—Hijo no digas eso a la ligera.

—Está bien mamá—bostezó—ya tengo sueño. Buenas noches con todos.

ÁMAME, JULIÉTOnde histórias criam vida. Descubra agora