Capítulo 37 (FINAL)

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(5 MESES DÉSPUES)

Los días pasaron lentamente. Al principio fueron difíciles de sobrellevar, pero terminé acostumbrándome a la sensación de vacío que me causaba estar lejos de Gabriel. Aprovechando las vacaciones que mi jefe me había dado, decidí viajar. Fui a la isla que Maggy y Roger habían visitado en su luna de miel. Durante mis caminatas por la playa, reflexionaba. Sabía que estaba haciendo lo correcto; no había mejor manera de sanar que teniendo tiempo para mí misma.

Decidí pasar la fuera de casa. A mis padres no les gustó la idea en absoluto, pero sentía que era demasiado pronto para perdonar a mi hermano. Aún estaba trabajando en ello y quizás pronto nuestra relación mejoraría. Mi madre me llamó para decirme que Gabriel había cumplido su promesa. No estuvo presente en la cena de Navidad como les aseguró, pero envió unos presentes como disculpa. A mis padres todavía les agradaba, podía escucharlos hablar muy bien de él.

Cuando regresé de mi viaje, me sentí tan renovada, con ganas de empezar de nuevo. Maggy me recomendó que tenía que hacer algo para cerrar una etapa de mi vida y qué mejor que hacerlo con un cambio de imagen. Me corté el cabello, y me gustaba cómo me quedaba. Me recordaba que tenía la oportunidad de comenzar de nuevo y, ¿por qué no?, intentar ser feliz otra vez.

Durante los siguientes meses, me enfoqué en trabajar sin descuidar algunos aspectos que antes no consideraba tan importantes, como pasar tiempo en familia, con amigos y, sobre todo, tiempo de calidad para mí.

La información sobre Gabriel me llegaba a través de revistas y noticieros. Su compromiso en la creación de fundaciones para inmigrantes sin recursos me sorprendió. En paralelo, Christine fue expuesta por la prensa al ser vista con un hombre casado, un político importante. No sabía si la relación entre Gabriel y ella mejoró, pero estaba segura de que esa situación marcó un quiebre en su vínculo.

—Georgia no te olvides de entregar el ultimo informe al señor Lin —le recordé mientras cerraba la puerta de mi oficina.

—¡Sí, señorita! —respondió ella desde su lugar.

Me despedí de ella, me encaminé hacia el ascensor. Tenía un par de horas para llegar al evento, así que pensaba ir a casa, darme una ducha y vestirme para la ocasión. La puerta se abrió y entré, pulsé los botones para la planta baja y, en el camino, me puse a tararear.

Cuando llegué, salí del edificio tan rápido como pude para encontrar un taxi. A esa hora era casi imposible encontrar uno, por lo que tuve que esperar unos minutos más. Milagrosamente, apareció uno.

Llegué a mi departamento quince minutos después, me bañé y luego me vestí con un vestido discreto color coral. Con mi cabello corto, hice unas ligeras ondas en las puntas y me maquillé de forma sutil resaltando el color de mis ojos grises.

Miré el reloj en mi muñeca, me quedaba menos de una hora, así que no quería correr el riesgo de perder el tiempo esperando otro taxi, por lo que decidí pedir un . Cogí el regalo y los sobres de colores rosa y celeste que indicaban el sexo del bebé y los puse dentro de una bolsa de regalo muy bonita de color blanco.

Estaba a cinco minutos de que el Uber me recogiera, así que salí a la puerta del edificio, recordando la última vez que hice lo mismo para ir a la boda de mi amiga. Ese día, las cosas no salieron como las había planeado y terminé en una situación muy incómoda. El recuerdo me hizo estremecer un poco. Miré el reloj: faltaban tres minutos. De pronto, mi celular empezó a sonar. Era mi mejor amiga y la futura mamá.

—¿Dónde estás? La fiesta va a empezar en cualquier momento.

—Tranquila, ya estoy en la puerta, el Uber está por llegar —le dije, intentando calmarla.

—Bueno, voy a pedirle al DJ que ponga algo de música para entretener a los invitados. Están ansiosos por saber el sexo del bebé. Y tú eres la madrina, no lo olvides."

Suspiré.

—Lo sé, lo sé. No te preocupes, ya estoy llegando. Es imposible que me olvide, me lo has repetido todos los días —bromeé.

—Es que es muy importante, Diana —me dijo con seriedad.

En ese momento, vi un auto negro que se detenía frente a mí.

—Ya está aquí, te dejo. Nos vemos pronto —le dije, colgando rápido.

—Espera, una cosa más —me dijo antes de que pudiera cortar. —Por favor, asegúrate de subir al coche correcto esta vez.

—Sí, sí, claro —le respondí, un poco avergonzada. Me subí al auto y cerré la puerta. El conductor arrancó el motor y puso la dirección en el GPS. De repente, mi celular sonó. Era una llamada de Uber. Fruncí el ceño, confundida. ¿No estaba ya en el Uber?

—¿Hola?

—Buenas tardes, señorita. Estoy en la puerta de su edificio, ¿dónde está usted?

—¿Cómo dice?... Pero si yo ya estoy en el... —me quedé sin palabras. ¿Habría vuelto a confundirme de auto? Miré al conductor por el espejo retrovisor. Él me devolvió la mirada con sus ojos azules que me cautivaron la primera vez que lo vi. Sentí un cosquilleo en el estómago y una sonrisa se dibujó en mi rostro.

—No, lo siento. Me equivoqué de auto —le dije

al otro conductor, que me soltó una sarta de insultos. Aparté el celular de mi oído y colgué.

—¿Y adónde vamos ? —me preguntó él, con una sonrisa pícara.

—Pues verás, hay una fiesta de compromiso...—le dije, ampliando mi sonrisa, —y me han dicho que no puedo faltar...

—Como usted diga —sonrió de lado mientras giraba el volante permitiendo que el auto se interne en la gran avenida.

—Gracias —solté de repente.

—¿Por que? —Pregunto curioso

—Por cumplir tu palabra —respondí como si fuera obvio

—No, gracias a ti —dijo deteniendo el coche frente a un semáforo

—¿Por que? —Me toco preguntar

—Por dejar que la cumpla...

Ambos compartimos una mirada de complicidad y en el transcurso del viaje ninguno dejo de sonreír.

Durante los últimos meses, Gabriel se había mantenido lejos de mí, como yo se lo había pedido. Necesitaba tiempo y espacio para poder curarme. En ese tiempo, Maggy trató de consolarme y animarme a salir con otros chicos, pero yo no estaba lista.

Hasta hoy.

Hoy, cuando volví a ver sus ojos azules y su sonrisa encantadora.

Hoy, cuando sentí que el destino nos había dado una segunda oportunidad.

Quizás Gabriel y yo sí estábamos destinados el uno para el otro, y que de alguna u otra forma íbamos a terminar juntos. Siempre creí que nuestra historia parecía un sueño, uno fuera de lo común. Bueno, si realmente lo fue, tengo que decir que yo estaba, "soñando con los ojos abiertos".



FIN.

Soñando Con Los Ojos Abiertos  (#PGP2024)Where stories live. Discover now