ʟᴏᴠᴇ ᴛʜᴇ ᴡᴀʏ ʏᴏᴜ ʟɪᴋᴇ | ʀɪᴄᴋ ɢʀɪᴍᴇꜱ

ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 1

Años atrás

El dolor le recorría el cuerpo al punto de querer desfallecer, sentía la sangre correr por sus piernas al igual que sus manos. Silenciosas lágrimas recorrían por sus mejillas mientras corría por el bosque, a sus espaldas podía escuchar los pasos de aquellos monstruos que deseaban atraparla.

Prefería morir antes de volver ahí.

Tropezó con un viejo tronco que la hizo caer de bruces al suelo, chilló de dolor al sentir la rama de un árbol clavarse en su mano. Intentó ponerse de pie de nuevo, intentó correr de nuevo, pero sus piernas le fallaron abriendo paso al dolor que le recorría todo el cuerpo.

― ¡Ya la vi! ―el grito de aquel monstruo no hizo más que ponerla histérica.

Haciendo uso de la poca fuerza que le quedaba se puso de pie solo para quedar frente a frente de sus verdugos. Ellos la observaban con odio, un odio que sabía no acabaría con su vida, al contrario, la haría volver al infierno una y otra vez.

Ella había asesinado a su padre en busca de una libertad que no obtendría.

―Sabes lo que pasará, ¿no? ―el mayor dio dos pasos al frente, ella retrocedió.

― ¿Me vas a matar?

―Eres demasiado linda para eso.

― ¡Asesine a su padre! Malditos hijos de perra. Mátenme.

Necesitaba provocarlos, necesitaba que ellos acabaran con su misera vida. No quería volver ahí, no quería seguir viviendo bajo sus abusos una y otra vez. No quería... no quería que ellos siguieran abusando de ella.

El primer golpe llegó de parte del hijo menor, el sabor metálico en su boca la hizo escupir. Sonrió ganándose un nuevo golpe que la hizo caer de espaldas al suelo. El dolor ya no importaba, solo deseaba ser libre.

Maldecía el día en que había abierto las puertas de su pequeño refugio, ellos le habían arrebatado todo. Sus amigos, su comunidad, su dignidad, su rayo de luz... habían hecho trizas todo aquello que alguna vez amó.

―Su padre gritó como un perro cuando le corte el pene ―soltó deseosa de que siguieran golpeándola hasta la muerte ―, luego corté su garganta con un viejo pedazo de madera... lo último que vio mientras... se desangraba fue a mí. Ojalá... se pudra en el infierno.

Nunca había acabado con la vida de nadie hasta ese día.

―Ponla de rodillas, Greg.

― ¿Qué? ―el mediano de los hermanos miró al mayor con temor, en su interior se había enamorado de la chica.

―Pon a esa maldita perra de rodillas, obedece.

―Bob... no.

―Mierda, Greg. Era solo cogértela no enamorarte de ella ―Daen; el hermano menor, caminó hasta el pequeño cuerpo de la chica tomándola con brusquedad del cabello para hacerla arrodillarse―. Eres un imbécil.