Rosᥱs For Sᥲtᥙrᥒ ; Jᥙ́ριtᥱr x Sᥲtᥙrᥒo ༅

› Tһіr𝗍ᥱᥱᥒ ！⸙͎۪۫ ⊰

Salmón ٭

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Juno y Júpiter estaban en el jardín de la casa del matrimonio tomando una taza de café viendo los tintes naranjos y rosados que cubrían al cielo mientras hablaban de todo un poco. Para el gigante gaseoso su mamá era su mejor amiga, podía contarle lo que fuera y siempre recibiría un buen consejo, por eso disfrutaba de su compañia.
- ¿Y cómo está papá? - Dio un sorbo a su taza.
- No lo sé, hace un mes que no sé nada de él, se fue de la casa y solo se llevó una maleta y dejó el resto, seguro piensa volver pero no tengo ni idea. - Júpiter suspiró molesto.
- No puedo creer que siga haciendo lo mismo, ya está viejo. -
- Eso no le parece un impedimento. - El mujer miró al cielo viendo como esos colores lentamente se desvanecian para darle una bienvenida a la oscuridad de la noche. - Solo un hombre al que puede amar tanto me hace sentir así de enojada... - Su cara esbozó una sonrisa nostálgica. Su hijo no sabía que decir ante eso, solo quedó en silencio viendo a su mamá reflexionar. - Como sea... ¿Cómo está todo con Saturno? - Preguntó.
- Todo está bien... Hace unos meses fue nuestro aniversario y... Me quedé pensando en algo... -
- ¿En qué cosa, mi niño? -
- Durante nuestra cena de celebración él me dijo que le gustaría renovar nuestros votos y yo la verdad también quiero solo que no sé como decirle. - Juno escuchó atentamente antes de responder.
- ¿Quieres que te ayude con eso? - La mujer sonrió.
- Por favor. - Suplicó, eso le sacó una risa a la dama.
- Prácticamente una renovación de votos es como casarse otra vez, entonces... Hazle una propuesta, lo invitas a cenar y se lo dices. -
- Me gustaría una cena pero no en un restaurante. - Hubo un silencio.
- ¿Y si haces la cena aquí, en este jardín? Es enorme y está hermoso solo es de decorarlo un poco. - El mayor asintió.
- Es una buena idea, de hecho, ¡es una gran idea! - Exclamó contento. - ¿Pero como lo hago? -
- Creo que yo tengo un plan... - Se acercó un poco más y le empezó a contar todo lo que tenía en mente. Júpiter prestaba atención para no saltarse ningún detalle.
Era un plan genial.
Lastimosamente tuvieron que parar la conversación ahí pues Saturno e Ío llegaron con un tazón lleno de galletas, el niño les ofreció un par mientras su carita tenía un poco de harina.
- ¡Las hice yo! - Dijo feliz.
- ¡Están deliciosas! ¡Debes enseñarme como hacerlas, tesoro! - El infante rió y asintió.
- ¡Me gustaría hacerlo, abuelita! - Los padres del pequeño lo miraban con ternura. Como amaban aquel niño.
- Bueno, vamos a la cocina, me tienes que ayudar a recoger. Los dejamos. - El anillado lo tomó de la mano y lo adentró otra vez a la casa.
- ¿Entonces te parece bien? - Preguntó Juno retomando el tema de conversación anterior.
- Es un plan genial, solo necesito que lo distraigas. -
- No te preocupes, todo está cubierto. - Y ahí fue donde murió la conversación antes de volver al interior del hogar.
Todo debía salir perfecto.

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Al día siguiente el plan se puso en marcha, Juno debía llevarse a Saturno y a los niños más pequeños de compras para que los más grandes ayudaran con el aseo y la preparación de la cena.
Júpiter decoró un poco el jardín, puso una mesita mediana con un mantel blanco debajo del aquel gran sicomoro, hizo un caminito con un par de luces para la noche y puso un poco de flores alrededor, miró un poco el trabajo que había hecho y estaba orgulloso, solo esperaba que a su esposo le gustara.

Para la cena hizo algo sencillo, lasaña, a los dos les gustaba por eso no fue tan difícil elegir que preparar, y de tomar eligió un vino. Por la cena de sus hijos no estaba preocupado pues su mamá le prometió que les llevaría pizza entonces otra cosa ya hecha.
Con todo hecho solo era esperar a que Juno y Saturno regresaran solo que una idea pasó una por su mente.
¿Y si le compraba rosas?
Bueno, siempre lo hacía, pero quería que estas fueran especiales.
Les dijo a sus hijos que iba a hacer un mandado que no tardaba nada para irse a la floristería en donde compró un enorme ramo de rosas color salmón. Eran bonitas, además de tener un color bastante peculiar para aquella planta. Estaba bastante entusiasmado con todo aquello y quería transmitirle su emoción a su pareja, por suerte, aquellas flores le harían el favor de hacerlo pues el color salmón representanta el entusiasmo y emoción además de transmitir aprecio y admiración, luego de comprarlas compró una tarjeta para escribirle algo por dentro. Solo esperaba que esto funcionara.