Cap. 5

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Cap. 5

Cerré la puerta detrás de mi y dejé caer la cabeza sobre esta en espera de recuperar la energía que me habían succionado en casa de los Woodgeth, cuando escuché unas risitas pillantes en la sala.

—Hey, hola Luce —saludó Quen cuando me vio girar hacia ellos.

Una pequeña, delgada y bonita chica rubia de falda rosa estaba sentada elegantemente con la espalda recta en nuestra sala mirándome con una enorme sonrisa.

Puaj. Ropa rosa.

—Hum... hola.

Silencio.

—¿Nos vas a presentar? —pregunté cuando el silencio propagado se volvió incómodo.

—Ah, si... Luce, ella es Anna, mi novia, Anna, ella es Luce mi prim...

—Soy su madre —aseguré tendiéndole la mano a la chica.

Quentin se puso colorado cuando la chica me miró petrificada antes de estrecharme la mano con nerviosismo.

—Mucho gusto... Es usted muy joven.

Sonreí sin ganas. —¿Te parece? Tengo 23.

—Mi mamá tiene 39.

No me gustaba... no me gustaba nada esa niña.

—Bien... ¿Están viendo una película?
—Si bueno...

—Uh, yo amo esa película —mentí, no tenía ni idea de cual era—. Supongo que puedo quedarme ¿cierto?

—No creo que...

—Iré por las palomitas —advertí ignorando a Quen.

Caminé de inmediato hacia la cocina  y comencé a abrir la bolsa de palomitas repentinamente molesta. ¿Desde cuando tenía novia? ¿Desde cuando invitaba a las chicas a casa? ¿Desde cuando veía películas con ellas? Aún era demasiado pequeño para esas cosas, seguramente esa... esa... esa porrista de piernas largas lo enredó fingiendo que estaba embarazada para atraparlo y obligarlo a casarse con ella, entonces Quentin tendría que dejar la escuela para trabajar y mantener a su prematura familia, viviría el resto de su vida bajo un estrés cotidiano mientras se perdía los cumpleaños de sus hijos por negocios que al final no darían ningún fruto ya que sería despedido poco tiempo después, cuando la empresa para la que trabaje recibiendo el salario mínimo se de cuenta de que es demasiado viejo para trabajar y lo despidan, entonces se enfrentará a deudas colosales y terminará quitándose la vida en una habitación de un hotel de mala muerte.

Ay Dios.

—¡¿Qué pasa contigo?! —gruñó/susurró Quen entrando de golpe a la cocina.

Me giré hacía el y con los ojos abiertos supliqué:

—Dime que no está embarazada.

Silencio.

—¿Qué?

—Dime que no está embarazada —repetí.

—No... ¡No! ¿Crees que soy idiota? —espetó molesto.

Arqueé una ceja en respuesta.

Quen me miró mal. —Escucha ella es importante ¿Entiendes? Podrías, por favor, comportarte...

—Estoy comportándome.

—No, estas actuando como una novia celosa...

—No estoy celosa —me crucé de brazos y miré sobre su hombro estirando un poco el cuello para verla mejor— ¿Y por qué una una falda tan corta?

Afortunado Desastre (LR #2)Where stories live. Discover now