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Días después nos encontrábamos en la misma banca en el parque, ella sentada contándome cómo se veía todo y yo a su lado escuchándola con atención, o al menos eso intentaba.

Durante estos días debo admitir que me he divertido mucho. Milk es una persona muy fascinante y extrovertida, siempre está haciéndome reír con algún comentario o sonreír por la forma tan divertida en la que cuenta las cosas.

Siempre trae unas galletas y acostumbramos a compartirlas, claro está que yo le había pedido a mi madre que me comprara algunas cosas para compartir también, no quería quedar como una aprovechada o mal educada; así que traía algunas papas o algo así y compartíamos eso también.

Sobre mi madre, ya había arreglado el problema con ella y me disculpé por tomarlo de esa forma, sabía que ella solo se preocupaba por mí y quería lo mejor, claro que ella también se disculpó y todo acabó con una deliciosa cena familiar en el restaurante italiano de la ciudad. 

Hablamos un poco cuando, no sé cómo, llegamos al tema de las cosas que habíamos hecho durante toda nuestra vida, donde me enteré que ella había terminado la escuela secundaria igual que yo y ahora se preparaba para ir a la universidad a estudiar psicología, que había asistido a clases particulares de canto y que en sus tiempos libres le gustaba presentarse en la cafetería de su tío en el centro de la ciudad. Yo le conté cómo había aprendido a caminar por mi casa sin la necesidad de un bastón y el cómo pude lograr terminar la escuela logrando resistir todas las atrocidades que hacían muchos alumnos en mi contra.

Ella pareció meditar después de terminar mis relatos durante unos segundos, cuando sentí como sujetó mi mano con fuerza y me hizo levantar del lugar, pasándome el bastón.

—¿A dónde vamos? —pregunté.

—Por ahí. Voy a mostrarte las maravillas del parque.

—Pero no puedo ver, Milk. —le recordé, como si a ella se le hubiese olvidado por completo mi estado.

—Lo sé. 

—¿Entonces?

—Ya verás.

Y sin decir nada más, se aferró de nuevo a mi mano y me guió por el parque.

...

—¿Dónde estamos? —le pregunté, cuando el silencio y la calma nos invadieron por completo. Y habría olvidado que ella estaba a mi lado, de no ser por el suave tacto de su mano sobre la mía recordándomelo.

Ya no se escuchaba el sonido de los patos al graznar o el sonido del agua cuando éstos chapoteaban sobre ella. Ahora solo se escuchaba el sonido de las hojas de los árboles chocando entre sí y un profundo silencio de fondo.

Milk rió y me guió unos pasos adelante, cuando empecé a escuchar el crujir de las hojas y la tierra bajo mis zapatos, y supe que ya no estábamos dentro de la senda peatonal.

—¿Me vas a secuestrar? —bromeé, toqueteando el suelo con mi bastón para asegurarme de donde pisar bien.

—De hecho, ya lo hice. Ahora eres mi prisionera, Love. —pude distinguir el tono juguetón en su voz, así que supe que me estaba siguiendo el juego.

No hice más que reír, y ambas nos detuvimos.

—¿Ya llegamos? Hemos estado recorriendo todo el parque, así que si me dices que es otra parada juro que me tiro al suelo y no podrás levantarme.

Desde que nos habíamos levantado de la banca, hace ya como media hora según me dijo, ella había estado llevándome a lugares distintos en algunas zonas del parque.

𝐄𝐲𝐞𝐬 : 𝐌𝐢𝐥𝐤𝐋𝐨𝐯𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora