|| IV ||

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Desperté desconcertada un rato después, ni siquiera noté cuando me quede dormida. Aún estábamos en la camioneta andando, las gotas de lluvia chocaban contra ella. En todo el día no había llovido y justo ahora llovía.
Seguía recargada en el pecho de Maxon, su brazo estaba recargado en la puerta y su cabeza en su mano, estaba dormido y se veía tan tierno.

Sentí un peso en mi hombro, voltee a mi izquierda y en vez de ver a Sebastián, estabas James dormido en mi, sonreí al verlo. Ahora Sebastian conducía y al parecer todos estaban dormidos a excepción de nosotros dos. Me acomode un poco, James gimió y siguió dormido en mi hombro.

–Despertaste cariño. –susurró Sebastián.

Sonreí adormilada.– ¿Cuánto dormí?

–Como una hora y media. James se cansó así que me toco conducir.

Me sonrió por el espejo retrovisor y también sonreí.

–¿No estas cansado?

Negó.– No.

Reí ligeramente.
Observé la ventana, estábamos en carretera, me tranquilicé un poco al notar que había más autos viajando.
Pasaron alrededor de diez minutos y James comenzó a despertarse.
Acaricié su mano y él me sonrió.

–Hola. –susurró.

–Hola. –sonreí al verlo todo adormecido.

–¿No te lastime?

Pregunto por el hecho de que se quedó dormido prácticamente encima mío.

Negué.– A mi no, pero tal vez a Maxon si. El pobre lidio con el peso de ambos.

Voltee a ver a Maxon que seguía dormido.
James sonrió acomodándose bien en el asiento y revolvió su cabello.

–Seb para aquí. –dijo señalando un restaurante a la orilla de la carretera.

–¿Por qué? –Se quejó Sebastián.

–Porque soy humano y tengo necesidades aparte de que tengo hambre, no comí nada en todo el día.
Y ya es tarde apuesto que los demás también tienen hambre. –contestó James.

–A mi me vendría ver estirarme un poco. –dije.

Sebastián asintió y estacionó la camioneta enfrente del restaurante.

–Bien. Despertemos a los idiotas.

Sebastián sonrió maliciosamente.
James y yo lo observamos sin entender.
Sebastián tocó la bocina del auto haciendo que los chicos que estaban dormidos se sobresaltaran asustados.
Los tres comenzamos a reír.

–¿Pero que tienes en la cabeza? –Gritó Mica enojado.

–Eres un idiota Seb. –Ahora hablo Alex.

Luca solo gruñó y Maxon lo observó con cara de pocos amigos.

–A la próxima que hagas eso te regresas caminando. –Amenazo Maxon.

Sebastián los imitó con voces chillonas.– Ya nenas dejen de quejarse.

–¿Y a todo esto por que nos detuvimos? –pregunto Luca.

–James quiere comer y nos vendría bien bajar a tomar aire. –dijo Sebastián.

–Más bien a mojarnos. –dijo Mica viendo por la ventana cómo caía la lluvia.

–Pero no llueve tan fuerte. Bajemos rápido y entramos igual de rápido y ya. Dejen de quejarse y háganlo.

Sebastián se bajo de la camioneta y corrió hacia el restaurante, James, Luca también bajaron y lo siguieron. Mica, Alex y yo reímos al verlos correr.
Alex y Mica bajaron y caminaron hacia el techo afuera del restaurante, al menos no hicieron el ridículo de correr.
Maxon seguía algo adormilado, recargó su cabeza en el asiento y gimió cerrando los ojos.

Abstracto | +18 | (Versión 2018)Where stories live. Discover now