2. LIMONADA

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"Habitualmente, prefiero mi propiacompañía"

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"Habitualmente, prefiero mi propia
compañía"

-Oscar Wilde

MEGAN

Las clases habían sido una tortura durante las últimas tres horas, pero imagínate estar tres horas al lado de William, ese había sido el reto más extremo que había superado en mis cortos años de vida.

Intenté seguir el paso de Kate que era básicamente imposible porque estaba trotando por el pasillo. Según ella, era mejor llegar antes del almuerzo al comedor.
Estábamos cruzando todo el pasillo cuando nos detuvimos en una puerta doble, esta era bastante grande.
Kate la empujó para poder entrar, al ver adentro me quede sorprendida por lo inmenso que era, al lado izquierdo iba una fila de bandejas con vista de lo que parecía que era la cocina, casi al fondo estaban varias máquinas expendedoras y a los alrededores solo había mesas redondas con asientos. La mayoría ya estaban ocupadas.

—Te lo dije, nos hubiéramos quedado sin comida —comentó con la voz entrecortada,
Kate levantó la mano para saludar a alguien.

Seguí su saludo para encontrar a Sean en una mesa casi al fondo del lugar, junto a él estaban dos personas más, solo reconocía a William, y otra que estaba sentada al lado suyo.

—Megan, ¿Pues ir por las bebidas? Iré a agarrar bandejas y llevar la comida a la mesa —consultó, volviendo a verme.

Acepté—. ¿Qué quieres?

—Una limonada —respondió, ya había recuperado el aliento.

Le di una última mirada antes de empezar a caminar entre las mesas, la bulla en el lugar era inevitable, el comedor parecía una plaza de comidas. Solo que con más orden y ventilación.

Al llegar a la máquina me puse detrás una pareja, no quería escuchar su conversación, pero esta llamó mi atención.

—Creo que está buscando alguien que atienda la barra, no estoy seguro, pero la oferta es buena y el pago aún más —alegó él.

Me acerqué un poco más.

—Talvez debería ir a la entrevista —la chica parecía interesada en eso, él le dio un golpe juguetón en su hombro para luego agacharse y sujetar la lata de refresco que había salido de la máquina.

—Estás loca, ni por cualquier monto de dinero vale la pena ir a trabajar a un lugar así —seguido de eso se fueron dejándome frente a la máquina.

¿Algún trabajo? Recordé mi estado de cuenta en este momento y no era bueno, cumpliré dieciocho en unas cuantas semanas, no creo que me contraten siendo menor, aunque de verdad necesitaba el dinero.

Pensaría en eso después.

Puse las monedas en la máquina y revisé el número de las limonadas. Justo cuando la lata estaba por caer, se trabó, intenté golpear el vidrio; sin embargo, seguía trabada ahí.

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