La realidad

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Andrew Lawrence.

Todo era oscuridad a mi alrededor, y mientras caía sin rumbo, solo podía preguntarme.

«¿Qué está pasando?»

—¿Andrew?—escucho una extraña voz desde lejos.

Solo sentí inquietud, mientras me negaba a escucharlo. Cerré los en un intento de recuperarme, pero escuchaba más a aquella voz que me llamaba.

«¿Es Dios?»pensé mientras aún descendía«¿Al fin me alcanzó y me dará mi eterno castigo?»pude sentir que mis ojos se llenaban de lágrimas.

De momento, sentí una par de manos en mis hombros, y derrepente desperté.

Sabado 14 de Octubre de 1989.

—¡Andrew!—escucho la voz molesta de mi compañero de cuarto, Damian.

Instantáneamente él deja de agarrarme y se aleja para recostarse en su pequeña cama y tomar su revista masculina y prender la lampara de su mesita de noche.

—¿Qué?—le digo también molesto, pongo una mano en mi cabeza mientras siento un dolor pequeño.

«¿Todo fue un sueño?»reviso el cuarto, tratando de encontrar algo, pero sin saber qué.

Las paredes beige, el techo rojo, las alfombras azules, y las cortinas blancas de las ventanas son las mismas.

—Nada. Solo que estabas en un punto en donde estabas haciendo un escandalo—dice mientras guarda su revista erótica debajo de su almohada.

—¿Qué estaba haciendo?—me siento en mi cama mientras lo miro.

—Estabas feliz, llorando, llorando, gritando de emoción, llorando, y por último, estabas gimiendo el nombre de un hombre—dice mientras se echa a reír.

—No es cierto—niego mientras acomodo en mi cama—¿Eso te despertó?—siento mis mejillas enrojecerse y trato de ocultarlo mirando hacia la ventana.

La noche parecía más tranquila de lo normal y además, estaba muy silenciosa.

—No. Mi lindo sueño de tener a Madonna como mi esposa se convirtió en pesadilla—Damian hace una mueca al recordar su sueño, como si realmente no le hubiese gustado.

—¿Qué?, no sabía hornear—digo con ironía y tomo mi rosario de mi cuello y lo observo, miro el rostro de Jesús.

«¿Qué ocurre Jesús?»

—No. Se comió a nuestro hijos, la maldita—escucho el rechinando de su cama y luego sus pasos hacia el baño de la habitación.

Me recuesto en mi cama mientras dirijo mi mirada al techo.

«Todo fue un sueño»miro el reloj de mi mesita de noche«Las 3 de la mañana»

—Será mejor que duerma—me envuelvo en mi cobija, recordando como los brazos de Josh también lo hacían.

Ojo.

—¿Qué fue todo eso?—escucho la voz del encargado de la sección 12.

—Parece una especie de magia, un sueño—le cometo mientras estiro mis brazos.

Los pasos uniformes de los demás integrantes de Ojo se escuchan por todas partes mientras salían del salón.

Miro a cada uno de ellos, parecían también haber sido consumidos por este sueño malévolo, y era evidente, están llenos de sudor y sus ojos están ojerosos.

—Ojo—la voz del encargado se alza—necesito que lo informes a los Illuminatis—me doy la vuelta en silla y prendo la gran computadora.

Tallo mis ojos mientras miro el monitor.

—Si, por supuesto—digo mientras tecleo y comienzo con las notas.

Joshua Starr.

Viernes 13 de Octubre de 1989.

En la salida, arreglé mi mochila en el auto trato de subirme, cuando  de pronto escucho un pequeño cacareo, algo apenado.

—¿Claudia?, otra vez. ¿Buscas alguna piedra?—le pregunto a la gallina de los payasos, ella inmediatamente mueve sus alas con ilusión.

Saco de mi mochila una piedra blanca algo brillante, la limpio un poco y se la doy en su pico. Ella corre de regreso al circo, casi brincando en todo momento.

Me subo al carro, con prisa para ver a mi hermana. Conduzco desde Grace Town hasta Sproutville muy cansado pero a la vez satisfecho por haber trabajado.

Me estaciono en una gasolinera, bajo del auto y camino a la tienda.

—Buenas noches, joven—dice amablemente una mujer de la tercera edad.

—¡Hola!—la saludo y camino al refrigerador y tomo un Gatorade.

Camino al mostrador, la señora me sonríe un poco inquieta.

—Eso no te hará bien——dice mientras saca una libreta.

—No se preocupe—le aseguro, saco de mi bolsillo mi billetera y le entrego dos dólares.

Ella ladea la cabeza, haciendo una mueca divertida pero aburrida.

—He tomado cosas peores—tomo la bebida y salgo de la tienda, saco las llaves del auto.

De repente siento una sensación de tensión en mí entrepierna.

«No podré aguantar»

Corro a la parte trasera de la tienda y entro al baño a orinar, sintiendo alivio al desecharlo. Subo el cierre de mi pantalón y camino de regreso a mi carro.

Deja de hacerlo, o lo vas a lamentar más tarde...—Ose dice.

Camino hasta mí carro, notando que hay una persona indentificable junto a el. Troto con cuidado, esperando que él sujeto se alejará.

—¡Oye!, tú, alejate de mí carro—le grito de forma amezante, puse mi mano detrás de mi bolsillo trasero del pantalón.

La extraña persona se gira para verme. Sentí que dejé de respirar al instante, todo el aire se había salido de mi cuerpo y sentí un nudo en mi garganta.

La chica me sonríe con malicia, mostrando su ya pudrefacta apariencia, apenas tiene un par de dientes y un poco de cabello. Inmediatamente ella salta para atraparme.

Me hago un lado, dejandola caer en el piso. Aprovecho el momento de su aturdimiento y arranco el auto para salir de la zona lo más rápido posible.

Miro por el espejo retrovisor, la chica se levanta lentamente del suelo, sin dejar de mirar a mi dirección.

«¿Cómo demonios Stella sigue viva?»

Controlo mi respiración mientras subo por las escaleras del departamento en dónde vive Claire.

«¿Cómo es posible?»sigo subiendo por las escaleras, pensativo«Yo mismo lo enterré»escucho el sonido de los automóviles«Estuve presente cuando fue enterrada»abro la puesta del nivel del piso de mi departamento y sigo caminando.

Un par de luces amarillas están alumbrando el pasillo por dónde camino.

—Gracias, Frank—aprieto más la bolsa con comida china que compre para mí hermana.

Pero aún así...«Yo fui quién dejo caer un ladrillo en su cabesa»me detengo cuando veo la puerta casi abierta.

Siento mi corazón reprimirse. Camino cauteloso y abro la puerta lentamente.

Las luces están apagadas, pero dentro de mi crece una mala sensación. Enciendo las luces, sacando lentamente un cuchillo  que guardo en mi calcetín.

Suelto un suspiro agobiado. Un líquido morado está esparcido por todos lados.

Una figura femenina está mirando los cuerpos que supongo son las dos mujeres que amo, Claire y Evelyn.

Sin esperar un momento más, cerré la puerta de golpe.

La mujer lentamente se da la vuelta.

One Day...Consequences.Where stories live. Discover now