Capítulo 48

98 15 4
                                    

((PENÉLOPE))

Terminada la jornada de un día pesado en el trabajo, el equipo completo nos encargabamos de la limpieza de la cocina cuando Pedro llegó.

—Buenas noches.— saludamos todos de vuelta, pero él difícilmente me miró —Vendrán algunos técnicos a hacer mantenimiento en los extractores y aires, también se harán trabajos en las tuberías, por ende están suspendidas las labores del día de mañana.— se rascó la nuca despeinando unos cuantos rizos, se lo veía incómodo —Eso es todo. Nos vemos en dos días.

Salió de la cocina a pasos largos y yo corrí tras él.
Los camareros y el bartender cenaban en el comedor anexo a la cocina, por lo que el salón del restaurante estaba completamente vacío.

—Pedro, espera.— Dije tratando de alcanzarlo. Pero él solo caminaba aún más rápido. —¡Pedro!— se detuvo cuando casi grité su nombre —Solo es un momento.

Se giró en silencio y el muro imaginario que había entre nosotros era muy notorio. La postura de su cuerpo era rígida, las manos en su cadera me dejaban ver su impaciencia y sus labios en una línea recta me decían que no soltaría palabras.

—Te extraño.— Dije en un hilo de voz. Pedro inhaló fuertemente sin dejar de mirarme, pero no me respondió. Al menos no como lo esperaba con un "yo también". Solo hubo silencio. —No has contestado mis llamadas y hoy pensé que podríamos cenar juntos...

—No es un buen momento, Penélope.— interrumpió. — Discúlpame.

—Pero... — dió media vuelta dejándome ahí, sola en medio del salón, y con dudas que solo el podría responder.

¿Que estaba sucediendo realmente?
¿Por qué me evitaba?
¿Había hecho algo para molestarlo?

Nada estaba pintando bien, no como lo había imaginado.
Había Sido víctima de mis estúpidas ilusiones una vez más. En una de esas me veía en Madrid ejerciendo mi carrera y teniendo una relación con Pedro en la que comunicarnos y confiar en el otro no era un problema.
Tontas ilusiones mías.

Mis compañeros y yo, seguimos la noche en una cervecería artesanal que estaba muy de moda a unos minutos del restaurante. No me costó unirme al plan porque de una u otra forma quería dejar de pensar en Pedro.

El bar era rústico y acogedor. Muy propio de una cervecería. Taburetes altos alrededor de la barra de madera oscura que dejaba ver la costosa maquinaria de las cervezas. Barriles y vinotecas eran visibles en un apartado del lugar, la iluminación era cálida y la música de fondo se mezclaba bien con las voces inteligibles de los presentes.

Tiempo después de varias rondas de cervezas rubias con aproximadamente 8° de alcohol, estaba decidida a irme a casa, pero no sin antes visitar el baño.

Luego de desechar la cantidad masiva de orina que había retenido por un largo rato, cuando lavaba mis manos noté a otra mujer a unos metros de mí arreglándose el vestuario.
Su cabello rojo y ondulado hacían que sus ojos azules brillaran en su pálida piel. Iba totalmente de cuerina, en pantalón y en una blusa con un escote que podría perforar a todo aquel que pasara por el frente.
Muy guapa, sin duda.
La observé en el reflejo del espejo tratando de descifrar de dónde la habia visto, pero a mí alcoholizada memoria le estaba costando trabajar.

—¿Estas bien?— preguntó la pelirroja luego de que probablemente la estuviese viendo con cara de maniática por varios minutos.

—Lo siento.— nerviosa sequé mis manos en los costados de mi pantalón —Es solo que no recuerdo dónde te he visto.

—En todos lados, probablemente. — meneó su mano como si conocerla fuera algo común  —Soy modelo.— enfatizó.

Negué con la cabeza sabiendo que no la había visto en ninguna valla publicitaria o algo parecido.

Entre Fogones (Pedro Pascal) - TERMINADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora