Capitulo 34

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 Reencuentros

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Reencuentros

El aire envolvía la escena mientras Draco y Hermione llegaron en silencio hacia la casa de la castaña .

Draco notó que Hermione estaba un poco más callada de lo habitual, y cuando llegaron frente a la puerta de su casa, ella detuvo sus pasos abruptamente. Con un suspiro, buscó en su mochila, pero su rostro se ensombreció al darse cuenta de que no tenía las llaves , no tenía la mochila .

Se sentaron juntos en el porche, el silencio pesado entre ellos. Draco la observaba con la mirada perdida , sabía que estaba mal , y se sentía muy enojado por qué la causa de su malestar era ese Weasly , el siempre el .

-¿Estás bien? -preguntó Draco con suavidad, rompiendo el silencio.

Hermione no respondió de inmediato. Se quedó mirando fijamente el suelo, perdida en sus pensamientos. Draco podía ver el cansancio en sus ojos, el peso de lo que sea que la estuviera afectando.

-No tengo las llaves -murmuró finalmente Hermione, su voz apenas un susurro.

Draco asintió, comprendiendo la situación. Pero sabía que había algo más. Se inclinó hacia ella, tratando de captar su mirada.

-Hermione, ¿qué pasa? -preguntó con preocupación.

Hermione levantó la mirada, y por un momento, Draco vio la tristeza en sus ojos. Pero también vio algo más, algo que lo dejó perplejo. Había un vacío en ella, la acaricio con anhelo y deseo , se sentía ansioso una ansiedad que solo parecía llenarse con su cercanía Pero Draco no estaba seguro si decía , si podía permanecer a su lado ahora mismo su vida era complicada , y su mente y su corazón se debatía entre lo que debía y lo que quería hacer

-Estoy bien, Draco -respondió Hermione con un suspiro, forzando una sonrisa que no llegaba a sus ojos.

Draco sabía que no era cierto, pero también sabía que no podía presionarla para que hablara si ella no quería. En cambio, se quedó a su lado en silencio, compartiendo su compañía en esa tarde fría .

Y así, juntos en el porche, se quedaron perdidos en sus propios pensamientos, encontrando consuelo en la presencia del otro, aunque ninguno de los dos estuviera dispuesto a admitirlo en ese momento.

Draco observó cómo el rostro de Hermione se iluminaba de repente con una risa sincera, y no pudo evitar contagiarse de su alegría. Su risa era como música para sus oídos, y por un momento, olvidaron todo.

Se levantó junto a ella y la castaña le señaló la maseta el se acercó a la maceta que había bajo el porche. Con un ligero empujón, apartó la maceta y reveló la llave escondida debajo. Hermione rió de nuevo mientras Draco recogía la llave.

-Mi madre solía dejarla aquí porque siempre pierde las llaves -explicó Hermione, con una sonrisa divertida-. Es un desastre.

Draco asintió con una sonrisa, imaginando a la madre de Hermione dejando la llave en su escondite improvisado. Con la llave en la mano, Hermione abrió la puerta y lo invitó a entrar.

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