32. Doble Adiós

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Ese día de la competencia se había planificado hacer el Funeral de Melek, por cuestiones de tiempo en realidad.

Los chicos del Roller tendrían que regresar a Clases, los que seguían en la escuela, por lo que no dábamos tiempo a más, ese fin de semana regresariamos a Argentina.

Pasamos por América a su trabajo, ahí la conocieron los demás.

Había un silencio absoluto, mientras íbamos de camino al cementerio, algunos se cambiaban su ropa colorida por una completamente oscura.

Unos kilómetros más tarde, visualizamos a Luna y Marem en el auto de atrás venían con más personas, conocidos de Melek cuando era joven, su madre que ya había alcanzado una edad avanzada se veía desgastada, triste y desolada.

En cuanto llegamos nos saludamos unos a otros, volví a ver a viejos amigos de Melek que alguna vez convivieron con nosotros, era bueno reencontrarse con una parte de el.

Algunos nunca supieron porque se había ido y otros lo suponían e incluso desde hace mucho creían que estaba muerto.

Caminamos en silencio hasta llegar a su tumba desolada y un poco sucia, a pesar de que hace unos días Matías y yo lo habíamos limpiado, pero las hojas de los árboles caían y el aire la cubría de polvo y tierra.

Derrepente la voz de Jean se empezó a escuchar, había traído una guitarra y empezó a cantar con todo el sentimiento que pudo haber guardado por el y aún que no se sabía la versión completa de su muerte, la describía perfecto con la canción que cantaba

Sin dejar de ver la tumba de el, las lágrimas salieron de nosotros, aún que fueran pocas, mis piernas empezaron a flaquear y caí de rodillas llorando frente a su tumba.

Aún que muchas veces llore por el desde que me enteré de su muerte aún no quería asimilarlo y mucho menos dejarlo ir, pero hice todo esto para que descansará por fin, después de tantos años.

— Ya puedes descansar mi amor, gracias por cuidarme tantos años, por ser mi guía, mi protector, mi guardian— dije después de que Jean dejara de cantar— cuidare a las personas que te importaron en vida por ti, es momento de que me dejes cometer mis errores y que puedas descansar en paz mi niño— dije entre lágrimas — espero que estés en un lugar mejor— apenas un susurro salió de mi — Te amo— rompí en llanto porque en ese preciso instante sentí como una presión salía de mi. Sentí como su alma abandonaba la mía. Cómo quedaba desnuda y se sentía desorientada, quemaba por dentro.

Se había marchado para siempre.

Un grito de dolor salió de mi, solo pude sentir unas manos que tocaban mis hombros y alguien me daba un beso en la cabeza.

Luego unos brazos flacos pero definidos me abrazaban y consolaban mientras yo me acurrucaba en su pecho, pude reconocer ese aroma fuerte pero fresco, Ámbar.

Ahora era ella la que sostenía mi corazón en pedazos y trataba de unirlo con curitas, pero era algo irreparable...

Nunca me di cuenta de la presión que tenía en mi cuerpo hasta que mencioné esas palabras, pude sentir como el amor de mi vida me abandonaba por 2da vez.

Matías, América y Yo nos sentamos frente a su tumba por un largo rato, a veces Matías y yo hablábamos de algunas anécdotas que teníamos con el, todo el resto solo reía de como actuaba.

América se mantuvo como espectadora todo el tiempo, soltaba algunas lágrimas de vez en cuando, aún cuando no lo conoció en su totalidad.

Luego de un largo rato, la noche cayó, el frío se empezo a sentir cada vez más fuerte en Munich y por eso decidimos volver a nuestra casa.

La chica nueva / soy lunaWhere stories live. Discover now