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Estaba acostumbrada a ser lo mejor en todos los sentidos, y no es por ser narcisista, pero es la verdad. No tenía porque preocuparme, mi vida estaba resuelta, era rica, inteligente y por supuesto linda. Siempre he sido así y a muchos les molesta. Me tachan de creída y que presumo mis cosas, pero ¿qué chiste tiene tener cosas de alto valor y estar escondiendolas? Y no hablo solamente de las cosas materiales.

Mi vida llena de lujos acabó cuando me enteré que era una mestiza. Aún recuerdo el día que mi padre me lo había contado, fue un poco raro y díficil de asimilar.

Resulta que me dió una plática larguísima de mitología griega y me dijo que era una semidiosa, pero no me quiso decir el nombre de la diosa con la que me tuvo.

Me mencionó de un campamento al que tengo que ir, donde hay más de los adolescentes hijos de humanos y de dioses. Dijo que tenía que ir por un tiempo. No me explicó el por qué ni para qué, me dejó muy confundida. Supongo que piensa que llegue allí sin saber ni quién es quién ni que hacer o algo.

Nunca fui de tener muchos amigos, como lo he dicho antes, les he caído mal a varias personas por mi personalidad y seguridad. Me importa muy poco lo que digan los demás de mí, lo que opinen o piensen, lo que tengo y lo que no tengo que hacer. Aunque luego me sienta mal y siento que debo de cambiar, mi padre siempre me ha aconsejado de elegir correctamente a mis amistades y que no tengo que complacer a nadie, solamente a mi misma.

Aunque mi padre es muy bueno conmigo, casi nunca está en casa, siempre he sido yo, yo y siempre yo, algo que ayudo a construir mi personalidad. Más sin embargo, todo cambió cuando llegué al campamento mestizo, donde conocí a las mejores personas del mundo, en especial a una, que me enseño que no es todo lo que tenemos, sino todo lo que disfrutamos, lo que nos provoca felicidad.



























































































































LLegué al gran campamento, debo admitir que era muy lindo y grande. Contaba con mucha área verde que combinaba con el sol de la tarde, sin duda una linda vista.

Habían campistas por donde quiera que veas, todos con una camiseta básica anaranjada con el escudo del campamento. Algunos practicaban con espadas, otros estaban en la zona de arquería y otros platicando entre sí. Me quedé observando detenidamente el campamento, cuando sentí que dos personas se acercaban a mí.

La primera, una chica muy bonita, su piel canela combinaba con los bellos rizos cafés y toques dorados que caían en sus hombros, y ni hablar de sus grandes ojos color oliva. El otro era un chico más alto y delgado que ella, su cabello era negro y tenía una sonrisa tímida en su rostro.

- ¡Hola! Soy C.C Soleil, soy de la cabaña 7, hija de Apolo. - su voz era melódica, hablaba como con un tono musical. - Es un gusto ver caras nuevas por aquí, y más la tuya, eres muy linda.

- Hola, yo soy Luke Castellan, soy de la cabaña 11, la de Hermes - sin decir mentiras, era un tipo muy guapo, tenía algo. Era misterioso.  - ¿y tú?, ¿cuál es tu nombre?

- Yo soy Adara, Adara Rosewood, un placer conocerlos.

Me explicaron más o menos lo de las cabañas, quienes habitaban cual y eso. Me llevaron a un lugar llamado "la casa grande".

El lugar era, vaya la rebundancia, pues grande, en el se supone que habían varias secciones, entre ellas las oficinas de Mr. D y Quirón, que para ser sincera no sé quienes eran.

𝒢𝐫𝐞𝐞𝐝𝐲 ༅ || Clarisse La Rue. ⬷Donde viven las historias. Descúbrelo ahora