6. ¿Qué?

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Ya había pasado unos días desde que Atlas estuvo cuidándome, y la verdad es que ya me encontraba mucho mejor. Además, el tiempo aquí pasaba demasiado rápido, era algo surrealista y me aterraba un poco porque en poco tiempo empezaríamos las clases y aunque fueran en inglés, es verdad que había una clase para aprender el idioma, aunque no sé por qué me preocupaba tanto. 

Tenía un pequeño secreto y es que mi tía desde pequeña me había enseñado el idioma, sí, engañé a muchos, pero era un secreto que quería guardar. ¿Qué tenía de malo eso? Pero ahora que lo pensaba, si volvía a encontrarme a Atlas, seguramente me propondría las clases, que no es que necesitara mucho. 

La única que sabía de este secreto era Stella y dijimos que nadie podría saberlo, y a todo el mundo le diríamos que no éramos muy buenas. 

Aunque seguía preocupándome que estuviéramos aquí porque no sabíamos de sitios y la verdad es que me gustaría trabajar en algo para poder matar el tiempo, porque mi querida mejor amiga, ni siquiera llevábamos mucho tiempo y ya era novia de Liam.

Que conste que me alegraba por ellos, así que viva el amor. Por eso mismo, o bueno en parte, quería buscar un trabajo. No quería estar encerrada en casa constantemente, y tampoco es que estuviera en mis planes el salir por ahí. 

Tal vez pequeñas citas conmigo misma, descubriendo lugares y todo eso. Además, también tenía que resolver el asunto del carnet de conducir, porque Liam nos ayudaría a buscar un coche asequible, el cual yo lo usaría más, porque Stella no tenía carnet, o al menos no todavía.

Ahora me encontraba en casa, ya había terminado de hacer todo lo que tenía que hacer, así que decidí agarrar mi pequeño portátil y bajar a una cafetería que tenía cerca de mi casa. Además, la dueña, era mi vecina y era una señora realmente maravillosa. Ya había ido una vez y había sido tan encantadora conmigo que había disfrutado demasiado, estar ahí. Además, tenía unas lindas vistas, y estaba tan hermoso decorado. Que te hacía quedarte por mucho más tiempo ahí. 

Incluso desde lejos se podía ver el hermoso paisaje, bastante vegetación y a lo lejos el río. Sin duda su cafetería era un buen lugar para poder escribir o simplemente disfrutar de la vista sin tener que preocuparse de nada.

Sonreí y salí del piso dispuesta a ir a la cafetería y poder escribir aunque fuera un poco. Además, tenía una hermosa terraza y todo estaba decorado con muchas flores y la vista era espectacular.

Incluso, ella te hacía sentir como en casa. Sin duda su negocio era genial, porque también cocinaba unas comidas muy buenas. Yo tuve la oportunidad de probarlas porque ella solía venir a mi piso y traerme algo de comer. Al estar sola no tenía muchas ganas de cocinar, así que la pobre venía a cuidarme. 

Se llamaba Adela, un nombre no muy peculiar en por aquí, pero ella me explicó que su madre se lo puso porque le encantó mucho el nombre al escucharlo en una película, una anécdota bastante divertida según ella, pero había que admitir que el nombre era demasiado lindo.

Una vez fuera sonreí, al ver el buen tiempo que hacía, debía admitir que era una ciudad realmente hermosa.

Caminé unos metros hasta llegar a mi destino, hoy por lo que veía no había tanta gente.

—Hola señora Aydin —ella se giró para verme con una sonrisa, levantándose las manos con la toalla que tenía atada a su delantal y se acercó a mí para abrazarme.

Era una señora demasiado cariñosa y no me quejaba la verdad. Me hacía sentir demasiado a gusto y desde que estoy aquí y me vio por primera vez en el ascensor, estuvo ahí y logró ganarse mi confianza.

—¿Cómo estás querida? —me preguntó una vez que nos separamos y me miró la cara—. Estás un poco pálida, ¿te encuentras mal? Puedo hacerte un té —sonreí, se preocupaba demasiado por mí y lo apreciaba bastante. 

Un Amor Inesperado En Estambul ©Where stories live. Discover now