Lazos Inesperados

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Capítulo Tres:

La relación entre Andrew y Darwin florecía en la oscuridad de secretos y peligros que rodeaban la preparatoria. A medida que pasaban más tiempo juntos, Andrew descubría capas ocultas en la personalidad de Darwin, una complejidad que desafiaba las expectativas que tenía sobre él como hijo del líder de la mafia.

A pesar de sus orígenes opuestos, los dos jóvenes encontraron un vínculo inesperado, una conexión que trascendía las barreras impuestas por el mundo en el que vivían. Andrew admiraba la sinceridad y la calidez de Darwin, mientras que Darwin encontraba en Andrew una fortaleza y determinación que lo inspiraban.

Mientras tanto, la misión de Andrew en la preparatoria continuaba, cada vez más complicada a medida que descubría más sobre los planes de los mafiosos y las intrigas que se desarrollaban entre los estudiantes. La presencia de Darwin añadía una capa adicional de complejidad, ya que Andrew luchaba por conciliar su creciente amistad con las responsabilidades de su deber como agente secreto del FBI.

Pero incluso en medio del caos y la incertidumbre, Andrew y Darwin encontraban consuelo y apoyo el uno en el otro. Juntos, enfrentaban los desafíos que se les presentaban, decididos a protegerse mutuamente y a mantenerse firmes en su búsqueda de la verdad y la justicia.

Mientras tanto, en las sombras, los hilos del destino se entretejían, preparando el escenario para un enfrentamiento inevitable entre el bien y el mal. Y en el centro de todo, Andrew y Darwin se encontraban enredados en un juego mortal de lealtades divididas y decisiones difíciles, donde el destino de sus vidas y el de aquellos que los rodeaban estaba en juego.

Mientras Andrew y Darwin caminaban juntos por los pasillos de la preparatoria, charlaban animadamente sobre música y sus gustos personales. La conversación fluía naturalmente entre los dos, y Andrew se sentía cada vez más cómodo en compañía de Darwin.

De repente, los ojos de Darwin se desviaron hacia alguien que estaba al otro lado del patio, su mirada llena de interés. Con un gesto hacia esa dirección, Darwin se dirigió a Andrew con cortesía.

"¿Te importaría si voy a ver algo por un momento?" preguntó Darwin, señalando hacia la figura distante. "Podría ser algo interesante que me gustaría comprobar".

Andrew asintió con curiosidad, intrigado por la repentina solicitud de Darwin. Aunque se preguntaba qué podría estar buscando, confiaba en la intuición de su nuevo amigo. "Por supuesto, ve y échale un vistazo", respondió amablemente. "Te esperaré aquí".

Con una sonrisa de agradecimiento, Darwin se alejó con paso tranquilo, dejando a Andrew solo por un momento mientras se dirigía hacia el objeto de su interés. Andrew observó mientras su amigo se desvanecía entre la multitud, preguntándose qué descubriría y cómo afectaría eso su día en la preparatoria.

Mientras Darwin se aproximaba a la figura solitaria que había avistado en el patio, Andrew observaba con cautela desde la distancia, presenciando el encuentro entre su amigo y la misteriosa persona. La luz del sol bañaba el patio de la escuela con tonos dorados, creando una atmósfera cálida y acogedora.

El chico, de cabello Blanco y ojos penetrantes, se volvió hacia Darwin con una expresión de sorpresa y alivio al verlo acercarse. Su voz, suave como una melodía celestial, resonó en el aire mientras respondía a la pregunta de Darwin.

"Quería verte", dijo con sinceridad, sus palabras envueltas en una mezcla de anhelo y vulnerabilidad. Su mirada encontró la de Darwin, como si buscaran consuelo y entendimiento en los ojos del otro.

Darwin, con una mezcla de preocupación y cariño en su rostro, respondió con seriedad. "Sabes que es peligroso", le recordó con suavidad. "Ellos te están buscando, y no quiero que te pase nada. No te vuelvas a escapar solo para verme".

El chico asintió con tristeza, reconociendo el peligro en el que se encontraba al alejarse de su escondite. "Me sentía solo", admitió con sinceridad, su voz temblorosa con la emoción reprimida. "No has ido a verme, Sun".

El apodo cariñoso pronunciado por el chico resonó en el aire, revelando un vínculo especial entre él y Darwin. Andrew observaba la escena con asombro, sintiendo la profundidad de la conexión entre los dos jóvenes, una conexión que parecía superar las barreras del peligro y la desconfianza.

Mientras tanto, el sol seguía brillando sobre ellos, iluminando su encuentro con una luz que parecía prometer esperanza y consuelo en medio de la oscuridad.

Mientras el chico, pálido como un ángel, hablaba con Darwin, Andrew observaba desde la distancia, cautivado por la extraña belleza del joven albino. Su cabello largo y blanco, como la nieve, ondeaba suavemente en el viento, y sus ojos rojos, como amapolas en un campo de trigo, brillaban con intensidad.

Sin embargo, cuando el chico se volvió hacia él por un breve instante, los ojos de Andrew se encontraron con los del albino, y una oleada de recuerdos inundó su mente. En esos ojos rojos, vio reflejado el horror del pasado, la imagen de sus padres luchando por protegerlo de los mafiosos aquella fatídica noche.

El corazón de Andrew se aceleró, sintiendo el peso abrumador de la tragedia que lo había perseguido durante años. Las amapolas rojas de la memoria florecieron en su mente, recordándole el dolor y la pérdida que aún lo atormentaban.

Paralizado por la conmoción, Andrew apenas podía moverse mientras los recuerdos lo envolvían como una manta oscura. El sonido de la conversación entre el chico albino y Darwin se desvaneció en el fondo, eclipsado por el eco de los gritos y la violencia que aún resonaban en su mente.

Finalmente, con un esfuerzo sobrehumano, Andrew logró apartar la mirada y alejarse de la escena, buscando refugio en la tranquilidad solitaria de un rincón apartado del patio escolar. Allí, con el corazón aún latiendo con fuerza en su pecho, se obligó a respirar profundamente y a recuperar la compostura, sabiendo que el pasado nunca lo abandonaría por completo.

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⏰ Last updated: May 07 ⏰

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