𝑪𝒉𝒂𝒑𝒕𝒆𝒓 𝑽.

271 42 53
                                    

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.




Después de pasar por todas las jaulas del zoológico y llegar hasta un portón mejor pintado qué el anterior, Dazai soltó al chihuahua, logrando así que las quejas de Chūya se detuvieran.

El pequeño cuerpo cayó al suelo, sacudió su pelaje al levantarse y le dirigió una mirada de reproche al menor. Dazai decidió ignorarlo.

——¿Qué hacemos aquí? —Cuestiono observando el portón frente a ellos, antes de que el labrador respondiera un hombre con uniforme policial, sus cabellos rojizos con toques canozos sobresalían de su gorro; formaba círculos en el aire con su porra mientras barajeaba la misma.

Chūya dió unos cuantos pasos atrás procurando no ser visto por el humano.

——¿Cómo vamos a salir de aquí? —Preguntó entre susurros, para su sorpresa, Dazai estaba como si nada, al contrario, tenía una sonrisa diabólica; además, su cola se balamceba ansiosa por la idea que circulaba por su mente.

—Quedate aquí lindo. —Iba a empezar a caminar de nos ser porque el mayor lo detuvo al ponerse frente a él rápidamente.

—¿Qué vas a hacer? —Estaba ansioso por no saber exactamente que hacer, el lugar en sí le causaba temor y que hubiera un hombre que probablemente los llevaría a la perrera no era buen augurio.

—Yo lo distraigo, tú corres. —Resumió tranquilo.

—¡¿Qué?!

El labrador hizo un mohín de que se callara.

Chibi, no me molesta que grites, ¡al contrario!, me encantaría escuchar tus gritos toda la noche —Chūya emitió un jadeo de asco por lo último —. Sin embargo, por el momento te tengo que pedir que seas lo menos ruidoso posible.

—¿Cuál es tu plan? —Volvió a inquerir ansiado una respuesta concreta.

—Mientras yo lo distraigo tú te escabulles por detrás de donde estemos; hay un parque cerca, esperame ahí. —Dio unos cuantos pasos para ir por el guardia.

—¿Qué te hace pensar que te esperare? —El oji-café se detuvo al oírlo, formó una mueca de superioridad y lo miró por el rabillo del ojo.

—Lo harás, me necesitas chibiko. Además, recuerda que te prometí una velada encantadora.

El chihuahua se quedo pasmado, no esperaba esa contestación; nunca le prometió estar juntos en la noche. Su estómago burbujeo, removió su cabeza ante la extraña idea.

Siguió los pasos del labrador, se escondió detrás de un arbusto con flores blancas en espera de que el guardia se entretuviera.

Dazai, mientras tanto, caminaba como si nada en dirección del oficial, aprovecho qué el hombre le daba la espalda, sus silbidos eran agudos y mundanos.

Se colocó a su lado, estuvo sentado con un aura traviesa. Preparo su garganta para emitir un ladrido lo suficientemente alto para asustar al policía.

Sonrió satisfecho cuando el hombre salto en su sitio y giró a verlo consternado.

𝑬𝒍 𝑪𝒂𝒃𝒂𝒍𝒍𝒆𝒓𝒐 𝒚 𝑬𝒍 𝑽𝒂𝒈𝒂𝒃𝒖𝒏𝒅𝒐.Where stories live. Discover now