Aico001

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Reto # 9
Aico001
*El gemelo del amor*

Despertó de un sueño que se desvanecía junto con su significado. Frente a ella estaba sentado su ex mirándola fijamente mientras jugaba con un cuchillo que bailaba entre sus dedos.
—Buenos días.¿Cómo amaneciste? Espero que bien. — su voz suave aterciopelada con un fino acento inglés que lo delataba de sus raíces.
Victoria se asustó al recuperar su conciencia sobre el asunto. Se encontraba atada de manos y pies a una silla de olmo blanco,su boca tapada con fuerza con un buen pedazo de precinta. Victoria comenzó a gritar, sus ojos eran un espejo fiel del terror que sentía en lo más profundo de su corazón. Ella sabía lo que había hecho, lo que no sabía era a quién.
—Te estarás preguntando qué haces aquí. Bueno, tras una noche de placer con mi hermano gemelo, no fue tan difícil tomar su lugar. Un poco de acónito hizo el trabajo sucio, no puedo decir que no lo extrañaré pero tenía que hacerse. Es impensable que la traición sea impune de su castigo. Es una lástima que siempre tenga que venir de las personas que uno más ama.
El llanto y el grito ahogado de Victoria luchaban por escapar de la prisión impuesta por la precinta en la boca. La desesperación se reflejaba en los ojos de quien sufría en silencio, mientras las lágrimas buscaban camino para expresar el dolor contenido. Cada gemido sofocado resonaba en la mente, como un eco de angustia y frustración, mientras el miedo y la impotencia se entrelazaban en un baile de sufrimiento silenciado. La energía reprimida vibraba en el cuerpo, buscando liberarse, pero encontrando solo el obstáculo frío y cruel de la censura impuesta. El silencio forzado era testigo del sufrimiento invisible, del dolor enmascarado tras la mordaza de la precinta, que caía como una sombra sobre la voz que ansiaba ser escuchada.
—Ahora es tu turno —dijo Eric mientras se levantaba de su asiento.
Se dirigió a ella, cogiendo con fuerza su cuchillo al cual lo dirigió hacia su cuello.
— Quiero que sepas que te amo, que te necesito, pero que te odio con todo mi corazón. Gracias por darme el placer de acabar con tu vida, Victoria —le besó la frente y luego la besó en la boca, convirtiéndose el pedazo de precinta en mediador entre sus labios. El corazón de ella andaba corriendo agitado, ella cerró los ojos y no los volvió a abrir.

Los Retos De La Madriguera 🐇Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu