3

138 34 5
                                    

La última vez que estuvo consciente descansaba en los interiores de un opulento castillo y ahora en la cueva de un dragón. Con su pierna todavía lastimada, viéndose imposibilitado de caminar, no tiene más alternativa que quedarse ahí, en la guarida del dragón, y no está tan disgustado por eso, a decir verdad, se siente agradecido y aliviado por ello, encuentra agradable la compañía de Stephen. Quien sabe que sería de él de no haber sido ayudado por Strange.

El príncipe dejo escapar un suspiro, se quedo pensando en el inusitado giro de acontecimientos y no esta seguro si fue para bien o para mal, aunque tomando en cuenta sus circunstancias actuales y que no ha sido devorado por un dragón, no se queja. En retrospectiva, esto es mucho mejor que estar comprometido con una perfecta desconocida, al menos esto le impide su matrimonio arreglado.


Tuvo un sueño reparador a pesar de que Stephen, estando cerca de él, adopto su forma dragón para dormir. De alguna extraña manera se sintió protegido y acompañado.



Luego de comer y beber un poco, Tony, curioso y avispado, al percibir a Stephen muy receptivo, se animo a preguntar:

—¿Cómo es que te convertiste en esto? ¿Así naciste?

Ahí descubrió que en realidad es un médico que a su vez se convirtió en hechicero a raíz de un trágico accidente donde perdió la estabilidad de sus manos. En su obsesión y terquedad por curar sus manos destrozadas, en una búsqueda insaciable por encontrar una solución, en el proceso, pasando por alto todas las advertencias de su maestra, termino absorbiendo un dragón, adquiriendo así la capacidad de transformarse en la mítica criatura.

—...Mis manos o, mejor dicho, mis garras en mi forma dragón no duelen—aclaró la duda del príncipe.

—Vaya...—susurró desde su asiento, un cómodo almohadón de color carmesí—. ¡Cuantos títulos! Doctor, hechicero, dragón, ¿qué otro título te falta a la colección? ¿Rey?—comentó sin pensar.

—¿Es acaso eso una indirecta?—jugueteó guiñándole un ojo.

—¡¿Qué?!—exclamó desencajado, reparando en sus palabras—. Espera... Y-yo no te estoy proponiendo matrimonio—esclareció alarmado.

—Es broma—dijo divertido disfrutando la cómica expresión en el rostro del príncipe—. No conozco a ninguna princesa que quiera desposarme.

—Si salieras un poco más de tu cueva, estoy seguro que quizás alguien te desposaría... ¡Solo mírate!

—¿Qué?

—¡Ay, por favor! Como si no lo supieras.

—¿Qué?

—No me hagas decirlo—murmuró de brazos cruzados con las mejillas coloradas.

—No comprendo lo que quieres decirme.

—¡Eres un excelente partido! Tienes un montón de títulos... Eres poderoso, inteligente y muy guapo, cualidades muy difíciles de encontrar en una sola persona.

—Pero con esta condición dudo mucho que alguien quiera desposarse conmigo. Estoy seguro que las doncellas correrían despavoridas al verme... Me volví temible, peligroso, indeseable y... con estas manos...—arrojo un suspiro agobiado, contemplando abatido sus manos—. ¿Quién en su sano juicio quisiera estar con un dragón?

—Por favor, no seas una reina del drama...

—De cualquier manera, la monarquía y conseguir pareja no están dentro de mis intereses.

—Tenemos tanto en común—suspiró dejando caer su cabeza en el hombro del otro—. A mi tampoco me interesa—admitió honesto.

—¿Un príncipe que no quiere ser rey? Extraño.

—Oye, yo no pedí ser un príncipe—espetó levantando la cabeza para mirar al hombre a su lado—. Al menos tú puedes darte el lujo de elegir estar soltero, en cambio yo tengo que cumplir con "mis obligaciones reales". Justo antes de que todo esto sucediera me dirigía a conocer a mi prometida, una perfecta desconocida con la que me obligan a casarme, sin importar si yo quiero, solo importa el bienestar del reino.

—Siendo una persona de tan alto nivel no entiendo como te dejan andar así sin la adecuada protecc...

—Oh, te equivocas, todo el tiempo estoy vigilado—aclaró con desdén y resignación—. Mis guardias reales iban conmigo cuando todo sucedió.

—Entonces no hacen un buen trabajo.

—Tal vez debería contratar nuevo personal—volvió a fijar la vista en él—, he escuchado que los dragones custodian tesoros y princesas de manera eficaz, tienen fama de ser buenos guardianes—pronunció guiñándole un ojo—. ¡Mira! Todavía no te contrato y ya me estás protegiendo. Eres mi ángel de la guarda, ¡no! ¡Eres mi dragón de la guarda!

—Hablas demasiado para ser tan pequeño—comentó risueño, las palabras de ese hombre parlanchín le sacaron una sincera sonrisa—. Es tu destino, aunque tú no quieras ser rey—retomó el tema—, no me queda duda alguna que serás un magnífico rey, un digno soberano para encabezar a tu pueblo.

—¿Cómo puedes asegurar eso? ¡Ni siquiera me conoces!—exclamó con perplejidad y tragó fuerte, ciertamente incrédulo, pues su padre siempre le ha dicho que es un desastre y que seguramente desempañara un ridículo rol como rey—. No conoces el desastre que soy.

—Tienes grandes cualidades que son perceptibles a simple vista, a pesar de tu arrogancia, puedo ver que tienes un corazón de oro.

En respuesta, Tony, realmente conmovido, le obsequió una sonrisa y volvió a recargarse en su hombro, estableciendo una especie de cercanía.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: May 10 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

El príncipe y el dragón (Ironstrange AU)Where stories live. Discover now