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" TE ENCANTA , VOL II "
27.02.2024 , azul's point of view




Me despierto apenas suena la alarma, desactivándola para evitar que Mati se despertará. Eran las ocho, la luz ya empezaba a meterse entre las cortinas y el calor matutino empezaba a pegotear nuestros cuerpos entre sí y a las sábanas. Me senté, para abrir las ventanas y hacer que corra un poco más de viento.

— ¿Era más romántico que te despierte con el desayuno hecho, no? — Preguntó refregando su mano por su cara, despertándose por el movimiento que cause al intentar levantarme.

— ¿Te digo la verdad? — Asintió con una sonrisa, tapando sus ojos — Si, era más romántico.

— Bueno, la próxima.

Vuelvo a besar sus labios y Matías dirige sus manos a mi cintura, acariciando ahí al tiempo que me recuesto en la cama para ponerme más cómoda.

El beso toma un rumbo apasionado, dónde los dos sabemos el objetivo que tiene.

Todo le resulta más fácil al darse cuenta que no tengo prendas de ropa, solo la ropa interior. Matías muestra una sonrisa triunfante cuando su mano entra en contacto con mi intimidad y nota salir un quejido de mi boca.

Su mano viaja hacia mis muslos, dónde acaricia y hace presión apenas llega. Su masculinidad apenas tapada por su calzoncillo hace presión entre medio de mis piernas, haciéndome gemir en su oído, cosa que a él lo motiva el doble.

— ¿Un rapidito para arrancar bien el día? — Pregunta aún ejerciendo presión, a centímetros de mi boca.

Respondí esa pregunta con un beso, provocando que él se deshaga de su ropa interior y entre en mí con facilidad.

Nuestro quejidos y gemidos hacen que la situación sea más descontrolada. Esto es algo de lo que nunca nos cansamos y a lo que ninguno se niega.

Sus labios se desesperan en encontrar mi boca, besándome y diciendo tantas cosas inaudibles en un susurro. Es increíble el nivel al que me lleva este hombre, no hay comparación.

Matías intensifica sus movimientos y en un momento frena en seco, invitándome a treparme encima de él cuando se acuesta. Sus manos guían mis movimientos y las mías reposan en su pecho, mientras nuestras miradas se sostienen.

Me recuesto sobre él cuando siento que el momento justo de nuestro orgasmo se acerca, dejando que él haga caricias en mi espalda y jadee en mi oído.

Sus caricias se convierten en apretones cuando está por acabar, y es lo más placentero que puede existir. Matías entra en un estado de debilidad increíble.

— ¿Sos consciente que hace menos de seis horas también tuvimos sexo?- pregunto al recuperar apenas el aliento pero manteniendo mi cabeza sobre el hombro de Matías y mi cuerpo sobre él.

— Qué, ¿Al tripero no le daba para tanto? — indaga con algo de seriedad, la cual se esfuma cuando nota que lo miro con la mejor cara de orto posible. Salgo de encima suyo y ahí es cuando suelta una carcajada. 

— ¿Querés que te cuente todo lo que hacíamos? ¿No te enojas? — Mi comentario toma un rumbo que lo hace poner serio.

— Dale pelotuda, ni joder se puede con vos. — Justo antes de que se levanté de la cama, me cuelgo de su cuello y dejó un beso en su mejilla, riendo.

Me encanta que sin querer, demuestre lo mucho que le molesta imaginarme con alguien más.

— Mentira mi amor. — Matías afloja luego de mantenerse serio unos segundos y deja que continúe dejando besos en su mejilla. — ¿Querés que desayunemos?

— Me baño y voy a comprar algo así nos quedamos acá, ¿Querés? — Propone y su idea me gusta mucho más que la mía.

Matías deja un beso en mis labios y entra al cuarto de baño luego de buscar ropa interior y un short para colocarse.

No tarda mucho en bañarse y cuando el reloj marca las nueve menos cinco es el momento justo que sale de su casa cambiado y con el objetivo de comprar unas facturas y de paso algo para almorzar.

Lo que a mí me tocaba era bañarme rápido y preparar el mate para cuando él llegue. Tampoco lleva mucho tiempo mi baño, y enseguida envuelvo mi pelo en una toalla y me visto con la ropa que había traído ayer. Me peino un poco y ahora sí voy a la sala principal.

Llego aproximadamente cinco minutos después, teníamos una panadería a menos de dos cuadras entonces hacía bastante rápido.



— Uh, a las doce tenemos entrenamiento — Recordó, ambos lo habíamos olvidado.

— Me quiero quedar con vos — Hice puchero acurrucando mi cabeza en su hombro.

— Podemos ir y volver juntos, no hay problema en que te quedes.

— Pero no tengo el uniforme — Recordé al acordarme  que no había metido el uniforme en mi bolso.

— Tranqui, yo tengo la remera de entrenamiento y te presto un pantalón. — Sonreí ante la idea de usar su ropa.
















— Me queda enorme — Exclamé mirándome en el espejo — Me hace cuadrada

— Mentira — Chistó la lengua, abrazándome por detrás y apoyando el mentón en su hombro. — Te queda hermoso.

— ¿No tenés otra remera? — Negó con la cabeza.

— Son todas del mismo talle — Bajé mis hombros, rendida a que el uniforme me quede bien. — Vamos dale, que ya son doce menos cuarto.

Salimos a la vereda y Matías saludó a una de sus vecinas, que paso a nuestro lado paseando a su perro.

— Ah bue — Murmuré elevando un ceja y provocándole una risa, mientras abría la puerta del acompañante y subíamos al auto.

— Tarada.

— Ojo que me parece que te saludan, eh — Me cruce de brazos y Matías puso una mano en mi pierna, intentando desenojarme.

Clavo su mirada en mi, inclinando su cabeza hacia un lado y sonriendo.

- ¡No puedo hacerme la enojada con vos! - Sonreí, mordiendo mi labio inferior e inclinando mi cabeza hacia atrás, provocándole una risita.













end game , matias mansillaWhere stories live. Discover now