23

611 41 25
                                    

Me enamore como nunca pensé que me iba a enamorar.

Mateo

—Mateo— Se quejó cuándo corté la llamada, yo sonreí y me senté enfrente de ella, en su cama.

—¿Que?— Murmuré mirándola mientras le acomodaba el pelo detrás de sus orejas.

—No te hagas. ¿Por qué hiciste eso?— Preguntó molesta

—¿Que tiene?— Volví a preguntar mirándola y apoyando mis manos en sus piernas

—¿Que tiene? Tiene que no podes cancelar una entrevista solo para estar conmigo— Volvió hablar molesta

—¿Y por qué no puedo?— Pregunté mirándole la boca —Yo me quiero quedar acá, cancele por vos.— Expliqué poniéndole el porro entre medio de su boca y prendiendolo.

Ella inhaló un poco, puso el porro entre medio de sus dedos, lo saco de su boca y exhaló el humo para el costado, dejándome mirándola como si estuviera embobado con cada cosa que hacía.

—Justamente, porque te quedas por mí.— Contestó y yo mordí mi labio inferior reprimiendo una sonrisa.

Verla molesta, con un rodete en la cabeza, con mi remera puesta y encima fumando, me estaba volviendo loco. Era la imágen que quería ver todas las mañanas sin importar nada.

Eran las once .a.m

—¿No te parece un acto Romántico?— Jodí agarrando el armado

—Si súper romántico, fumando un porro a las once de la mañana— Río —O sea no estás yendo por fumarte un porro conmigo, mateo.— Se quejó

—Sabes cuantas minas se deben morir para que se queden con ellas y vos me estás hechando— Hablé dolido

—No te estoy hechando, bobo— Giró sus ojos —Solo que después tu manager me mira mal porque cancelas siempre cosas por mí— Murmuró

—¿Te mira mal?— Pregunté encarando una ceja —¿Te dijo algo?

—No, pero es obvio que no le caigo para nada bien— Dijo mirándome —En Uruguay nisiquiera me habló.— Confesó agarrando su celular.

—Bueno, que la chupe porque te va a tener que ver siempre— Reí —Que wacha hermosa que sos, la re puta madre— Solté y ella dejó de mirar su celular para mirarme un poco sorprendida —¿Que?— Pregunté sonriendo

—N-no...nada— Contestó

—¿Y por qué tartamudeas?— Pregunté mirándole la boca, me encantaba ponerla nerviosa.

—Y-yo no...tartamudee— Excusó poniéndose más nerviosa todavía cuándo empecé a acercarme más —Mateo no vayas a-

No deje que termine de hablar porque junte su boca con la mía, agarrado su cara con una mano, para después bajarla a su cintura y atraerla y sentarla encima mío, dejando una pierna a cada lado de mis caderas.

Solté el armado, dejándolo encima de la mesita de luz que estaba la cigarrera.
Lleve mis manos debajo de su remera, acariciando su espalda.

Amai | Trueno Where stories live. Discover now