Senku buscó a la chica durante la entrada, aunque sabía que no conseguiría verla, después de todo, había aprendido por la mala cuan escurridiza podía llegar a ser.
Llegó a su casillero para dejar sus zapatos y un trozo de papel cayó.
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Sonrió al ver que junto a la nota había un paquete de galletas. Aunque no pudo evitar soltar una carcajada ante su reto, no sabía si le daba más gracia lo complicado que era o que seria incapaz de hacer aquello por sus inexistentes habilidades físicas.
Sintió un peso menos en sus hombros, como amaba a esa mujer, tomó aquellas galletas y cerró su casillero.
—Tan escurridiza como siempre.
Nuevamente y como desde el inicio, aquella nota le había alegrado el día.