LIV. Caos en los vestidores de chicos.

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|| Caos en los vestidores de chicos.

Meredith.



La ira arde en mi pecho mientras contengo el impulso de lanzar el libro al azar que tengo en las manos directo a las cabezas de mi hermano y Stiles.

—¡Les mandé todo por e-mail! —exclamo en un susurro amenazante que apenas logra contenerse en la biblioteca, donde estamos rodeados por los murmullos de otros estudiantes y la quietud opresiva de los libros en los estantes.

—Lo siento, no revisé mi correo. —Es Stiles quien se disculpa, sonando sincero.

—¿Puedes decirnos todo lo que enviaste? —La voz de Scott solo añade más leña al fuego de mi frustración.

—¡Por supuesto que no! Anoche, cuando hablamos por teléfono te dije el email. Te recordé que lo leyeras en el camino a casa y antes de irme a dormir.

—Lo olvidé por completo, y estaba muy cansado después de...

Mi lado impulsivo gana y termino arrojándole el libro entre mis manos. Scott se queja ante el golpe que recibe en la frente.

—¿Por qué pelean? —La voz de Allison viene desde el otro lado del librero a mi izquierda. Al mirar en esa dirección veo su rostro asomándose entre el hueco que ha creado al separar unos libros. Se supone que no pueden verla conmigo, mucho menos con Scott, así que por medio de Stiles acordamos vernos aquí, en estos pasillos de la biblioteca.

—¿Leíste el email que les mandé anoche?

—¿El que tiene la traducción de las páginas del bestiario? Claro. Lo leí.

—Gracias —suelto aliviada de que no se le haya pegado la personalidad distraída y olvidadiza de mi hermano—. ¿Dices que Lydia lo tradujo? —me pregunta a la par en que a través del librero le ofrece a los chicos su tablet.

—Lo hizo. Estaba muy confundida por el contenido de las páginas.

—¿Y qué le dijiste?

—Que somos parte de un juego en línea que combate criaturas mágicas —replico y, enseguida, tanto ella como Scott sueltan una risita.

—Yo soy parte de una comunidad de juego en línea que combate criaturas míticas —confiesa Stiles, apagando con sus palabras la risa de la cazadora y el bobo de mi hermano.

—Lo siento —se disculpa ella.

—Mágicas. Míticas. Como sea, Lydia se lo creyó. Y piensa que somos infantiles por jugarlo.

—¿Dice cómo descubrir quién lo controla, Mer? —inquiere Scott, y mi corazón se agita con un palpitar frenético.

—Sabrías ya la respuesta a esa pregunta si hubieras leído mi correo.

About Werewolves and Witches | Teen WolfWhere stories live. Discover now